La liberación de la marihuana es un proceso complejo de escala internacional. El camino es distinto en todos los países. En México la legalización es un fenómeno único, tanto por sus años de activismo como por el reconocimiento que (poco a poco) se ha logrado hacia los derechos de los consumidores.
Por estas razones, la legalización de la marihuana en nuestro país es algo sin precedentes.
Regular por los derechos.
En el plano internacional, la regulación del cannabis se analiza desde un lado meramente pragmático, como una respuesta ante la ineficacia de las estrategias prohibicionistas. Eso está bien, pero rara vez ponen al consumidor y sus derechos en el centro del debate.
En México sin embargo, las sentencias de la Suprema Corte han logrado precisamente eso, pues reconoce los derechos de nosotros los usuarios. Esto implica que cualquier propuesta de regulación debe tomar en cuenta estos criterios. Así, sin importar el camino legislativo que se emprenda, no se puede ir contra nuestros derechos ya reconocidos.
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De estos el consumo y el cultivo son los más importantes. El primero porque contribuye a terminar el estigma y criminalización que han sufrido los pachecos a los largo de la historia, el segundo porque protege el cultivo personal.
Es muy diferente al proceso de Canadá y Estados Unidos, por ejemplo. En el primero, la regulación quedó casi en manos del Congreso, en el segundo se ha optado por decidir a través del voto popular. Estas vías no necesariamente reconocen el uso de cannabis como derecho, y pueden generar retrocesos.
Por ejemplo, en México una consulta popular sería improductiva, pues la sociedad mexicana es conservadora en su mayoría. En teoría, la jurisprudencia ofrece cierta protección ante ese tipo de medidas.
Años de activismo
La legalización del cannabis no es un logro gratuito. Es un resultado de años de activismo y lucha por parte de todo tipo de consumidores. Desde que en 2002 se llevó a cabo la Primer Marcha por la Liberación de la Marihuana en México (e incluso desde antes) la comunidad de pachecos se ha dedicado a realizar talleres, eventos informativos, culturales y de convivencia los cuales sirven de espacio para intercambiar experiencias, conocimiento y muchos humos.
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Los más destacables son, por supuesto, la Marcha que se lleva a cabo el primer sábado de cada y la cual es un acontecimiento mundial, pero también eventos locales como el Cannafest o la Copa Cannábica en Guadalajara, así como las celebraciones que se dan a lo largo del país el 20 de abril (4/20).
Es gracias a estas actividades que el proceso de legalización adquiere un carácter social y comunitario.
A la vanguardia de las políticas
El día de hoy la regulación de las drogas es una tendencia alternativa al camino que la comunidad internacional ha optado. Países como Portugal han mostrado que la despenalización y estrategias de reducción de riesgos y daños son eficaces. Eso hay que reconocerlo.
Pero también debemos reconocer que México emprendió ese camino hace mucho. Recordemos que durante el mandato del presidente Lázaro Cárdenas en 1940 se publicó el Reglamento de Taxonomías, el cual no sólo regulaba sustancias ilegales, sino que ofreció tratamientos a los usuarios en lugar de criminalizarlos.
Esto fue resultado en gran parte de las investigaciones realizadas por el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, cuyo conocimiento resultó ser de vanguardia y un valor incalculable. Ojalá México retome ese camino no sólo con la marihuana, sino con el resto de las sustancias.
Larga tradición de cultivo
Imagen: eurogrow.es
Nuestro país ha sido productor de marihuana por varias décadas. La posibilidad de trabajar en un esquema legal, implicaría que el conocimiento y técnicas de cultivo que han servido al crimen organizado sean aplicados para hacer de la industria mexicana una de las más competitivas en el mundo.
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Para empezar, el clima mexicano ofrece la oportunidad de cultivar hasta tres veces por año, sin mencionar la variedad de flores que cada región puede producir. De hecho, la Iniciativa Sánchez para la regulación del cannabis propone que se beneficie la producción nacional y se tomen en cuenta las comunidades que más se han visto afectadas por la guerra contra las drogas.