¿Las drogas consumidas colectivamente definen a la cultura que la consume? ¿Qué pensarías si te digo que el café (si, el la bebida negra que solemos disfrutar caliente por las mañanas) fue la sustancia que definió en gran parte la transición de la Edad Media obscurantista al Siglo de las Luces?
El uso de sustancias psicoactivas ha estado presente en las diferentes culturas a través de la historia y a lo largo y ancho del globo terráqueo. Sin embargo, poco se dice que tanto la sustancia como sus formas de uso proyectan sobremanera el tipo de cultura y cosmovisión de donde son consumidas. Así, por ejemplo, el café se caracterizó en sus inicios por ser una bebida que estimulaba la curiosidad intelectual pero también puso de manifiesto nuevas dinámicas de interacción social.
En el misterioso origen del café: un repaso histórico a una de las drogas más consumidas en el mundo, hablamos sobre la historia del descubrimiento de la bebida y sobre el fenómeno social desencadenado en la apertura de las Coffee Houses.
Según el análisis historiográfico occidental, antes del siglo XV la bebida predilecta del mundo occidental era una sustancia depresora muy conocida: el alcohol. Alcohol en el desayuno, en la comida, en la cena, en las tabernas y en los ratos de ocio. Cuando el café llegó a Inglaterra en 1650, el impacto de la transición de un depresor a un estimulante fue significativo, ¿por qué? Hagamos una breve diferenciación entre estas dos tipos de sustancias.
De acuerdo al glosario de Un Libro Sobre Drogas (2017) por la editorial argentina El Gato y la Caja, las sustancias depresoras tienden a disminuir la actividad en el sistema nervioso central. Sus efectos se caracterizan por la reducción de la sensación de dolor y la aparición de un sentimiento de relajación y sedación. Por otro lado, las estimulantes se caracterizan por aumentar la actividad del sistema nervioso central, lo que resulta en un estado de mayor alerta y energía.
La sociedad medieval bajo los efectos depresores del alcohol vivía, mientras el café se preparaba para reemplazar a las tabernas como centro de interacción social por las cafeterías o Coffee Houses.
En la planta baja de algún edificio, en un establecimiento de una sola habitación frecuentemente decorada con pinturas y grabados sobre las paredes (como se muestra en la ilustración de arriba), otras veces con instrumentos científicos o curiosidades de tierras extranjeras, los clientes tomaban asiento para ordenar su café e iniciar alguna conversación sugerentemente intelectual.
Emulando la tradición de las cafeterías turcas donde se permitía el acceso a cristianos y judíos, las cafeterías inglesas se caracterizaron por no tener ningún tipo de distinción de clase: cualquier persona que pudiera pagar la cómoda cantidad de un penique, podía entrar al lugar.
Alejados de la esfera privada y de la vista y oído de la autoridad, los hombres de distintas capas sociales se reunían para hablar de temas varios, compartir ideas, discutir cuestiones de la vida cotidiana o leer los materiales de lectura a los que se tenía acceso (periódicos, boletines y panfletos), el pretexto era tomar café.
Las reuniones en las cafeterías mantenían una serie de acuerdos táctitos aceptados voluntariamente, los cuales, entre algunos otros eran: 1. Pagar lo que se consumía y 2. participar en las conversaciones. Ello mostraba la capacidad de autorregir el comportamiento si tener que imponer ni establecer jerarquías.
Thomas Babington Macaulay, poeta, historiador y político británico decimonónico, llegó a presentar a las Coffee Houses como “la institución política más importante de Inglaterra, siendo el ejemplo de valores como el igualitarismo o la civilidad”. Igualitarismo* por la eliminación de las fronteras socioeconómicas en estos establecimientos y civilidad porque los asistentes procuraban un ambiente de racionalidad y respeto para todos los asistentes. Tales valores terminaron por configurar el ideal de progreso que llevó a la Gran Bretaña de la monarquía absoluta a la democracia representativa o la separación de la iglesia y el Estado.
Muchxs historiadorxs incluso señalan que las grandes ideas de la Ilustración nacieron de las conversaciones cafeteras, incluyendo la planeación de la Revolución Francesa.
La relación es la siguiente: la bebida (sus efectos cosquilleantes a la curiosidad intelectual), las cafeterías (como espacios de discusión, encuentro y acceso a diversos materiales de lectura) y las ideas ahí nacientes provocaron una apertura a considerar y reflexionar nuevos enfoques del intelecto y la vida humana.
Las drogas de una sociedad hablan de su cultura
Los ejemplos son muchos: desde el uso del peyote que configura la cosmovisión de la comunidad Wixárika, el café que definió un cambio de Era o el LSD madre de la contracultura sesentera que dio pie a la radicalización de la duda hacia los paradigmas modernos.
¿Cuál o cuáles sustancias definen la etapa histórica en la que nos encontramos? En esta época enferma de depresión, ansiedad y estrés e impulsada por un deseo exacerbado de productividad y consumo individualizado, ¿qué papel están jugando el alcohol o los antidepresivos?
¿Y el cannabis? ¿Será que el repunte mundial de la revolución verde se debe a que estamos buscando nuevas formas de entender y superar el caos del mundo occidentalizado? ¿Será que el reflorecimiento psicodélico nos impele a nuevas revoluciones que pretendan crear formas de convivencia humana donde la naturaleza, la alteridad y la comunidad se coloquen por encima de la ganancia individual? ¿Hacia dónde nos dirigimos con las sustancias que consumimos?
* Es muy importante aclarar que el igualitarismo pregonado tanto en las Coffee Houses como en las ideas de las Ilustración, eran masculinistas y misóginas, es decir, no contemplaban a las mujeres en tal propuesta emancipatoria pues creían que no era dignas de los temas ahí discutidos. Para los hombres del “Siglo de las Luces” las mujeres tenían dos lugares: el hogar (como agentes del cuidado de los hombres e hijos) o las tabernas (como servidoras sexuales).
Fuentes:
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Las coffee houses inglesas: un nuevo espacio para la interacción social en el siglo XVII, de Manuel Acón Pérez.
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The History of Coffee Houses and Cafe Culture, de Brittany Ramjattan.
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El misterioso origen del café: un repaso histórico a una de las drogas más consumidas en el mundo, de Diana Hurtado.