Este artículo es resultado de la visita al sitio arqueológico de Chalcatzingo, Morelos, en compañía del antropólogo Anthony Richard Henman, especialista en la historia del uso de plantas psicoactivas en la etapa formativa de las culturas amerindias.

Durante la visita pudimos observar, en los museos de sitio y la zona arqueológica, la existencia de evidencias sobre el uso de sustancias psicoactivas entre los Olmecas, desde instrumentos para su consumo, encontrados durante las excavaciones arqueológicas, hasta algunos fitoglifos en el relieve conocido como “El Rey”, principal atractivo del sitio.

Los Olmecas (1250 y 600 a.C.) son considerados la primera civilización mesoamericana, además de la “cultura madre” de donde se originaron varios de los elementos culturales que caracterizan la región mesoamericana; entre ellos la construcción de pirámides y de juegos de pelota en sus ciudades, el cultivo del maíz como base de la alimentación y, como argumentamos en este artículo, el uso de psicoactivos.

Durante la visita indagamos sobre el uso de psicoactivos en épocas remotas de la civilización mesoamericana, así como sobre los estudios realizados respecto a los fitoglifos de Chalcatzingo y otras representaciones de plantas en Mesoamérica.

Contrario a lo esperado, encontramos una tendencia entre los arqueólogos a referirse a los fitoglifos de Chalcatzingo como plantas comestibles -maíz y calabaza. Tendencia que, sin embargo, parece basarse en la corriente de pensamiento antropológico conocida como ecologismo cultural -en boga cuando se realizaron la mayoría de los estudios sobre el sitio arqueológico; dicha corriente sostiene que las culturas se desarrollan a partir de la explotación material de su entorno, con lo que restan importancia al desarrollo simbólico de las sociedades. Y en ese sentido, sostienen que las plantas representadas no pueden ser sino comestibles, en tanto base de la supervivencia.

Pero ¿es esta la única posibilidad?, esto es ¿las culturas mesoamericanas solo se habrían ocupado de su sobrevivencia? Las evidencias señalan que no. Ateniéndonos a los fitoglifos, podemos señalar que estos no se parecen físicamente a las plantas comestibles citadas. Además, en el sitio arqueológico abundan las representaciones de figuras fantásticas –tales como un lagarto emplumado del cual surge un ser humano o unos felinos antropomorfos-, lo que nos habla de un contexto simbólico donde es más probable el consumo ritual de psicoactivos, que la preocupación por la sobrevivencia.

La representación de plantas psicoactivas entre los Olmecas, como evidencia del uso de sustancias en el origen de las culturas mesoamericanas, es de suma importancia ya que fortalece la idea de que el uso de psicoactivos se encuentra presente en los orígenes de la civilización; tal y como sugieren los monolitos de piedra en formas de hongo encontrados en India.

Chalcatzingo

Ubicado al oriente del estado de Morelos, Chalcatzingo es un sitio arqueológico construido durante el período preclásico o formativo, hacia el 800 a.C., sobre las laderas de los cerros Chalcatzingo y Delgado. Los primeros pobladores fueron olmecas.

En lo que refiere al uso de psicoactivos, las vasijas expuestas en uno de los museos de sitio son señaladas como cerámica usada para el consumo de sustancias psicoactivas, aunque no se señala cuáles serían estas sustancias.

Foto 1. El Hipogrifo.

Sobre la vasija conocida como El Hipogrifo [Foto 1] se señala: “La vasija debió ser usada para contener las infusiones de alucinógenos que permitían a los sacerdotes o al gobernante entrar en trance”; mientras que sobre el Cantarito [Foto 2] mencionan: “…los cantaritos, en los que se preparaba, ingerían y transportaban bebidas especiales que podían ser desde infusiones de plantas medicinales, hasta tisanas de hierbas alucinógenas…”.

Foto 2. El Cantarito.

En correspondencia a la idea sobre el uso de las vasijas para consumir brebajes psicoactivos, Ann Cyphers, en su estudio, El desarrollo de Chalcatzingo a través del tiempo, señala que “posiblemente los recursos y productos que intercambiaban los olmecas fuesen perecederos y dejasen vestigios muy tenues en los contextos arqueológicos; por ejemplo, los alucinógenos”. En otras palabras, Cyphers señala la existencia de vestigios de alucinógenos en Chalcatzingo y, aunque no señala cómo eran consumidos, se induce la posibilidad del consumo a través de las vasijas, hipótesis que compartimos.

Los fitoglifos: ¿Plantas alimenticias o psicoactivas?

En Chalcatzingo se han encontrado diversos petroglifos, el más importante de ellos es el relieve conocido como “El Rey” o “Dador del agua” (800-500 a.n.e.) [Imagen 1]. Sobre su hallazgo, una leyenda cuenta que hace tiempo una tormenta tiró todos los árboles del cerro y quedó expuesto en la roca (Beverido, 1996).

Imagen 1. El Rey. Ilustración.

Este relieve ha sido interpretado como un “rito de propiciación de la lluvia”, el cual muestra elementos “tales como: 15 pendientes-gota, cinco plantas de maíz talladas en forma naturalista y cinco símbolos de círculos concéntricos” (Beverido, 1996:381). Florescano (1999) también sugiere que las plantas representadas alrededor de “El Rey” corresponden al maíz (Zea mays); agregando que el petroglifo muestra una persona que controla las nubes y luvia que las hace crecer.

Foto 3. Acercamiento de la caña en El Rey.

    Sin embargo, ¿son de maíz las plantas representadas en “El Rey”? La duda radica en que estas plantas no producen hojas a ras de suelo como se observa en las que rodean a la cueva que encierra la figura humana [Foto 3]; pero también porque entre las hojas de la planta –las pencas del maguey- brota una caña, la cual ha sido identificada como el tallo del maíz por los autores señalados, pero más bien parece el quiote de la flor del maguey [Foto 4]. Por otra parte, la forma de presentar al maíz de “forma naturalista” no tiene símil en los relieves olmecas.

Foto 4. Quiote de maguey.

Es por ambos argumentos que proponemos que las plantas representadas en el relieve de “El Rey”, encima de la cueva donde se encuentra el personaje, no son de maíz sino de una especie de maguey pulquero (Agave salmiana) en el momento previo a su floración; y es que el quiote es un tallo que eleva la floración del maguey para esparcir su polen a mayor distancia. La importancia cultural del quiote radica en que los cultivadores –hasta la actualidad- lo usan como indicador del momento en que el maguey puede empezar a ser utilizado para la producción de aguamiel y/o pulque.

Una evidencia histórica que sustenta esta hipótesis es que se han encontrado vestigios de distintos tipos de agave de más de 6,000 años de antigüedad en el valle de Tehuacán (Gómez M., 2012), a unos 160 km de Chalcatzingo, indicio de que esta zona puede ser el epicentro de tan relevante cultivo.

Otra evidencia es que se han encontrado raspadores de obsidiana en los sitios de Tula, Tulancingo y Teotihuacán, datados para el año 200 a.n.e. (Oliver, s/f). Los raspadores son una herramienta indispensable para obtener el pulque, ya que con ellos se raspa el “corazón” del maguey, a lo cual reacciona la planta segregando el líquido conocido como aguamiel y que al fermentar origina el pulque. La fecha en que están datados los instrumentos, tres siglos después del esplendor de Chalcatzingo, sugiere que el cultivo del maguey pulquero se pudo haber difundido en las culturas del altiplano central a partir de la “Cultura Madre”.

Por otra parte, una prueba arqueológica e histórica es la pirámide ubicada en la cima del Tepozteco, cerro que bordea por el lado norte el valle de Amatzinac –donde se ubica el cerro Chalcatzingo; en dicha pirámide los aztecas adoraban a Mayahuel (1150-1521), divinidad del maguey y de la embriaguez, lo que evidenciaría la permanencia del cultivo del maguey en esa zona del país y la difusión de su uso psicoactivo a través del tiempo y las culturas.

Un segundo fitoglifo que representa una planta con propiedades psicoactivas es el relieve ubicado a un costado de “El Rey”. Éste no tiene nombre como tal –se le llama relieve 6-, contiene un par de figuras a las que los investigadores se han referido como representaciones de la enredadera, hojas y frutos jóvenes de la calabaza (Cucurbita pepo) (Angulo, 1987; Beverido, 1996) [Foto 5].

Foto 5. Relieve 6 de Chalcatzingo.

Sin embargo, la ausencia de frutos maduros –objetivo principal de su cultivo-, aunado a la ausencia de otras evidencias arqueológicas y representaciones de la planta de calabaza y/o sus “frutos jóvenes” entre olmecas y/u otros grupos, lleva a dudar sobre la hipótesis de la planta de calabaza como la representada en el relieve.

Y es que la hipótesis de la representación de la calabaza sólo es convincente en un marco de referencia donde se le señala como uno de los cultivos básicos del mundo mesoamericano -junto al maíz, el frijol, el chile y el jitomate-. Sin embargo, esta idea se torna endeble cuando se observa que no se representa al fruto maduro, razón principal del cultivo, pero también porque no se encuentra evidencia arqueológica entre los olmecas que muestre a alguna de las otras plantas cultivadas.

¿Por qué tomarse el tiempo de representar sólo a una de estas plantas alimenticias y, más aún, inmadura? ¿Cuál sería el significado cultural de representar de forma solitaria una planta que, según la evidencia arqueológica, histórica y etnográfica, suele ser cultivada en compañía de otras –complejo milpa: maíz, calabaza y frijol–?

Imagen 2. Códice Badiano. Folio 29.

En ese sentido, y como alternativa a la hipótesis de la planta alimenticia, pensamos en la posibilidad de que se trate de una planta psicoactiva: el toloache (Datura innoxia). Al respecto, las evidencias históricas sustentan la hipótesis de que el fitoglifo represente esta planta; por ejemplo, tanto en el códice Badiano (1542) [Imagen 2] como en el Florentino (1558-1577) [Imagen 3], se encuentran representadas imágenes del toloache que son similares a los fitoglifos del relieve 6, lo que evidenciaría la transmisión milenaria del conocimiento indígena, vasto en el uso de las plantas medicinales y psicoactivas.

Imagen 3. Códice Fiorentino, lib. XI.

Además, las evidencia histórica y etnográfica señalan que el toloache no se usa –médica ni ritualmente– en combinación con otras plantas, lo que daría sentido a que haya sido representado de forma aislada al resto del relieve. A su vez, que este fitoglifo se encuentre en la misma ladera que el fitoglifo del maguey, permite constatar que las plantas de uso psicoactivo forman parte de la cultura mesoamericana desde sus orígenes.

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   En Chalcatzingo, Morelos, habitada en algún tiempo por olmecas, existen evidencias arqueológicas sobre el conocimiento de ciertas plantas plasmadas en relieves. Algunos estudiosos del lugar afirman que dichas plantas corresponden al maíz y a una planta inmadura de calabaza; sin embargo dicha hipótesis es endeble cuando echamos un vistazo a algunas de las fuentes históricas que nos hablan del conocimiento que tenían estas sociedades sobre plantas medicinales y alucinógenas.

   La idea de que las plantas representadas eran el maíz y la calabaza corresponde a un esquema teórico basado en el ecologismo cultural antes que en la evidencia arqueológica y cultural que muestra que los fitoglifos no corresponden a estas.

   Los fitoglifos de Chalcatzingo son evidencia de que el uso de plantas psicoactivas forma parte de la cultura mesoamericana desde sus orígenes.

    Autores: Carlos Zamudio y Olmo Canales.

Bibliografía

-Angulo, J. (1987) “The Chalcatzingo Reliefs: An Iconographic Analysis”, en: David Grove (editor) Ancient Chalcatzingo, University of Texas Press. Austin.

- Bye, R. y Linares, E. (1999) “Plantas medicinales del México prehispánico”, Revista Arqueología Mexicana. Especial sobre plantas medicinales prehispánicas, VII (39). México.

-Beverido, Francisco (1996) Estética Olmeca. Biblioteca Universidad Veracruzana. Xalapa, México.

-Cyphers, Ann (1992) Chalcatzingo, Morelos. Estudio de Cerámica y sociedad. Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México.

-Florescano, Enrique (1999) Memoria Indígena, Taurus, México.

-Gómez Marín, Javier (2012), “Pulque… ¿citadino o provinciano?”, en Revista Generación, Año 24, no. 88.

- Oliver Vega, Beatriz (s/f). “El uso del maguey en México”. En Revista México desconocido. -Schultes y Hofmann (2000) Plantas de los Dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos. Fondo de Cultura Económica, México.