Reconocido por su polémica vida y ser fiel prosélito del LSD, hoy 22 de octubre a 100 años de su nacimiento, queremos recordar la vida de una de las figuras más populares de la cultura psicodélica de los 60s: Timothy Leary. 

Timothy Leary. // Créditos a quien corresponda.

A veces con túnicas blancas, cabello más largo que el común y amuletos alrededor del cuello, Timothy Leary logró posicionar el uso del ácido lisérgico más allá de los laboratorios de investigación, para dar pie a una de las contraculturas más significativas del siglo XX: el movimiento hippie y la psicodelia… pero antes de llegar a ese momento, es preciso remitirnos al origen.

Massachusetts, Estados Unidos, fue el lugar que lo vio nacer un 22 de octubre de 1920, pero no cobró relevancia sino hasta sus estudios en el campo de la psicología, específicamente proponiendo al LSD, a la psilocibina y el DMT, no ya como drogas, sino como sustancias con beneficios terapéuticos y espirituales. 

¿Cómo inició? El 13 mayo de 1957 la revista Life publicó un artículo de Robert Gordon Wasson -uno de los pioneros en el estudio de la etnobotánica- quien documentó a puntualidad su experiencia con hongos del género psilocybe, usados en ceremonias religiosas de las y los indígenas mazatecas, al norte del estado de Oaxaca, en México. 

Tal artículo fue la punta originaria de todo lo que se avecinaba para Leary y para la revolución contracultural, pues años después, el entonces profesor en la Universidad de Harvard probaría en México estos  hongos.  

En su regreso, emprendió una serie de investigaciones con la sustancia activa de los hongos ‘alucinógenos’ en la que participaron activamente alumnxs y profesorxs. No obstante, fue hasta que conoció a Al Hubbard que sus puertas se abrieron al ácido lisérgico. 

Definido como uno de los personajes más enigmáticos de la escena psicodélica, Al Hubbard fue el primero en reivindicar al LSD “como droga visionaria y trascendental”, según Martin A. Lee, periodista investigador y coescritor del libro "Sueños de Ácido. Hisotria social de la lsd, la cia, los sesenta y todo lo demás", y fue quien a principios de los 60 se acercó a Leary para intercambiar esta sustancia por psilocibina. 

 

Créditos: Pothead Media

Timothy Leary definía al ácido como un “microscopio para la conciencia”: 

“Es como una persona viendo por un microscopio (...) descubres un mundo invisible a tu alrededor, de lo que no tenías conocimiento. Lo mismo sucede con los psicodélicos, te haces consciente de procesos que suceden en tu cerebro, de las energías dentro de ti y de las energías que hay a tu alrededor”. 

Así mismo, entendía que dicha sustancia tenía la capacidad de reestructurar la mente al inducir un estado de caos en el que es posible crear un nuevo orden. Tales afirmaciones coinciden con las investigaciones contemporáneas en la ciencia psicodélica que evidencian cómo las personas usuarias viven una especie de reseteo mental. 

A lo largo de sus investigaciones y de su propio camino como psiconauta, fue convirtiéndose en un referente de la psicodelia sesentera hasta ser considerado como “El profeta del LSD”. 

Expulsado de Harvard por la moral defensora del American Way Of Life, en septiembre de 1966 fundó la “Liga para el Descubrimiento Espiritual”, una organización muchas veces definida como religión, cuyo objetivo era elevar a la legalidad el estatus del LSD con el argumento del derecho a la libertad religiosa.

De vocación quasi-mesiánica, Leary se encargó de promover el uso de la sustancia en conjunto con otros grandes personajes de la época: desde Aldous Huxley, Ram Dass hasta el poeta beat de la década de los 50, Allen Ginsberg. 

 

Del Turn On, Tune in, Drop out y sus aportes a la ciencia psicodélica

 

Su lema más popular -y que seguramente ya lo habrás oído- fue: Turn On, Tune in, Drop Out (conecta, sintoniza, abandona),  dicho frente a 30 mil personas en Golden Gate Park, San Francisco, espacio que acogería a las y los integrantes de la cultura hippie y tomarían a Leary como inspiración. 

Pero sin duda, independientemente de ser un ícono controversial y posiblemente una de las causas de la prohibición de los psicodélicos más popularizados, tuvo aportes importantes a la ciencia psicodélica y al mundo estigmatizado, los cuales mencionaremos brevemente:

 

  1. Paso de la psicotomimética a la psicoterapia

La investigación del LSD en la década de 1950 estuvo regida por la idea de que la droga podría usarse para inducir y estudiar enfermedades mentales, específicamente la psicosis. Con este paradigma, sólo se consideraban los factores farmacológicos.

“Suponiendo que los pacientes se enferman mentalmente por los efectos del LSD, estaban creando expectativas que fomentaban experiencias negativas y agravaban los efectos adversos”, según Ido Hartogsohn, en su texto "Construyendo los efectos de las drogas: una historia del set y setting". 

Los resultados de esta corriente fueron el respaldo de la propaganda gubernamental antidrogas que se imponía en aquella época. Timothy Leary detectó la falla de la psicotomimética y dedicó sus investigaciones a refutarla, añadiendo dos nuevos conceptos.

 

  1. Set y Setting

Leary y su equipo, a través de sus experiencias con el LSD, detectaron que el potencial beneficioso de este y otros psicodélicos no se encuentra del todo en sus factores químicos sino en algo más que denominaron Set y Setting.

De manera somera, Set se entiende por el estado interno de una persona incluida la personalidad, la preparación para la experiencia, la intención, la ideología, el estado de ánimo, expectativas, etc. Y el Settig se relaciona con el lugar y compañía donde se lleva a cabo la experiencia. 

Con estos dos grandes aportes, se comenzó a considerar a los factores extra-farmacológicos como determinantes en mayores proporciones del tipo de experiencia psicodélica: ya sea un viaje transformador o completamente repulsivo y peligroso. Las y los psiconautas deben a Leary este aporte. 

 

  1. Desestigmatización de las sustancias

Con afán excéntrico y ruidoso, Leary, su equipo y seguidores, lograron llevar a la palestra el cuestionamiento de un régimen prohibicionista en generaciones jóvenes y no tan jóvenes. No por nada fue nombrado por Richard Nixon (entonces presidente de Estados Unidos) como “El hombre más peligroso de Norteamérica”, muchas veces justificando sus detenciones policiacas bajo la premisa de la “peligrosidad de sus ideas” y su capacidad para “pervertir a las generaciones jóvenes.” 

 

Una de las detenciones de Leary en 1970. // Créditos a quien corresponda. 

Convenientemente o no, Tim se convirtió en un rockstar de la psicodelia, y aunque quería ser congelado para revivirlo cuando la ciencia y tecnología lo posibilitase, murió cremado siendo sus cenizas arrojadas al universo. Quizá también así lo hubiera querido.