Este día se cumplen 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y creemos que la mejor manera para conmemorar es consumir la droga o substancia de tu preferencia. Esto no sólo es un ejercicio de dichos derechos, sino que puede representar hasta un acto de desobediencia civil contra las políticas prohibicionistas que nos violentan.
Aquí exponemos algunas razones para ello:
NOTA: El objetivo de este texto no es promover el uso de drogas. Sino invitar a que los adultos quienes decidan consumirlas, lo hagan como un ejercicio consciente libre de estigmas.
Es un derecho, reconoció la Suprema Corte.
Hoy en día, existe la jurisprudencia bajo la cual se establece que el consumo de drogas, en particular de cannabis, es parte de nuestro derecho al Libre Desarrollo de la Personalidad, algo que nos pertenece a todos y ninguna autoridad puede arrebatar.
En México, por el momento sólo aplica a la marihuana, dado que por vía del autocultivo, es posible acceder a ella sin afectar a terceros. En caso de la cocaína, el MDMA, el LSD u otras, es un poco más complicado pues es prácticamente imposible que todos los usuarios produzcan estas drogas para sí mismos.
Así es como tenemos un derecho, pero para ejercerlo debemos recurrir a la ilegalidad y el crimen del mercado negro, además de vulnerar otro de nuestros derechos: la salud. Recordemos que muchas de estas substancias las venden adulteradas.
Por ello es imperante que la regulación parta de los derechos, pues es una deuda que tenemos desde hace tiempo. "Los derechos individuales y las libertades cívicas han sido prácticamente excluidos del debate, asumiéndose todo el ideario moralista del prohibicionismo sin importar el hecho de que sea éste el legado de viejos sistemas políticos autoritarios, cuando no totalitarios" escribió en 2016 Antonio Sánchez Gómez para Nexos.
“La guerra contra las drogas es una guerra contra la gente”
Mucho se dice de la “guerra contra las drogas”, pero en los medios mainstream poco se cuestiona este concepto. Hasta el siglo pasado, las guerras se declaraban contra Estados Nación bien definidos. Entonces, el enemigo estaba claro, y la victoria se alcanzaba o no se alcanzaba.
En cambio, al hablar de “guerra contra las drogas” el objetivo se diluye, pues una de las críticas a la estrategia es que no se sabe a bien lo que se pretende alcanzar o cómo lograrlo.
Por un lado se quiere disminuir el consumo ¿son los consumidores el objetivo? Por otro, se ataca la producción y el tráfico. En este caso el “objetivo” serían los grupos criminales del narcotráfico. Pero ya vimos que eliminar “una cabeza” significa la pronta aparición de dos o tres.
Con este ligero y superficial análisis, podemos concluir que es la sociedad en general a quien más repercuten estas acciones, como lo expresa el último informa de la Comisión Global de Políticas de Drogas.
"La guerra global a las drogas ha fracasado, con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades alrededor del mundo.” (leer más)
Derechos universales
La Declaración Universal de Derechos Humanos, se adoptó “como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”, por lo que debe aceptarse "el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y libertades”.
Desafortunadamente "en las últimas décadas, la principal estrategia para abordar los problemas relacionados con las drogas se ha basado en la represión" lo cual es un evidente obstáculo para alcanzar los plares bajo los cuales se fundó esta declaración: los derechos humanos, la paz y la seguridad. (fuente, Transnational Institute).
“De la piel para adentro…”
Por último, está la siguiente frase, la cual se encuentra al inicio del célebre libro Historia General de las Drogas, de Antonio Escohotado. Con ella, queda la invitación a cuestionar y debatir. ¿Quién en esta vida cuenta con la suficiente autoridad para decidir sobre nuestros cuerpos?
"De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción.
Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera.
Soy un estado soberano,
y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas
que los confines políticos de cualquier país."