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Existe una enorme desinformación sobre el uso de sustancias. Esto genera problemas y concepciones erróneas en los usuarios de drogas. Una de estas ideas inadecuadas es la percepción de que las drogas de origen natural son preferibles a las sintetizadas en un laboratorio.

NOTA: la información a continuación fue presentada originalmente en el extenso texto: ¿Cómo se clasifican las drogas?.  

Si bien es importante saber de dónde proviene la sustancia no por ser “natural” quiere decir que sea mejor o menos dañina. 

Por el contrario, hay ocasiones en que una molécula aislada y caracterizada es preferible. Puesto que en la naturaleza hay muchos compuestos en interacción es difícil identificar otros posibles agentes dañinos, señaló Eros Quinero, quien es biólogo y quien ha trabajado en Neurofisiología clínica. También es integrante de Mindsurf, Vía Synapsis y Sociedad Mexicana de la Psilocibina.

“Esos excepcionalismos causan mucha desinformación y daños aún dentro de la misma comunidad”. 

En realidad, no parece que haya mucha diferencia entre sí la sustancia fue creada en un laboratorio o en los organelos de algún enteógeno. Y para muestra de ello, la siguiente anécdota:

Erase una vez en Oaxaca…

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Corría el año de 1962. El banquero estadounidense Gordon Wasson tenía poco tiempo de haber realizado su viaje a Oaxaca, México, donde conoció a la curandera María Sabina y los hongos psilocibios. Entonces tomó una muestra de estos y la llevó con su amigo, el farmacólogo Albert Hoffmann, conocido por haber sintetizado el LSD años antes.

Hoffmann llevó a su laboratorio en Alemania la muestra de la sustancia psilocibina, la principal responsable de los efectos psicoactivos. Ahí investigó sus propiedades, su fórmula molecular y sintetizó una variante de la psilocibina. 

Luego, él mismo fue hasta Oaxaca para encontrarse con María Sabina, a quien le entregó una muestra de su compuesto sintético. Según Sabina, ésta era indistinguible de la psilocibina natural, al menos en sus efectos más notorios.

Hoy en día la psilocibina sintética es utilizada en investigación clínica, pues es la forma más efectiva para tener un control preciso sobre la dosis y la interacción farmacológica en nuestro cerebro.

¿Por qué algunos usuarios piensan que las drogas naturales son mejores?

En pocas palabras por el estigma y desinformación.

“Ese estigma surge desde políticas prohibicionistas y de alguna forma se ha filtrado hasta la comunidad de consumidores” remarca Eros. “No hay diferencia alguna, hay que ser cuidadosos en identificar nuestras sustancias y de dónde provienen. Aún algo natural como la cannabis podría resultar dañino si no se cultiva de forma que el producto sea apto para uso humano”.

¿Cómo se clasifican las drogas?

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Te invitamos a leer la versión extendida de esta información (enlace aquí). Pero en breve, una propuesta es la siguiente:

“Las clasificaciones que parecen más sensatas y libres de un estigma son por su naturaleza química y por su actividad en el sistema nervioso” señala Eros. 

Por ejemplo:

  • Opioides: interactúan en los receptores opioides específicos

  • Cannabinoides: interactúan en los receptores del sistema endocannabinoide

  • Psicodélicos clásicos: interactúan con los receptores de serotonina

  • Estimulantes: como la cocaína…

(Todas disponibles tanto en la naturaleza como para sintetizar en un laboratorio)

Estas categorías no son suficientes ni son perfectas, pero para empezar, esto permitiría a los usuarios conocer mejor los riesgos particulares de las sustancias más comunes. 

“Y además” añade Eros “se suman sustancias muy comunes actualmente que clasifican en las feniletilaminas sustituidas como los NBOMe, NBOH, DOB, 2CB, etc. Así  como sustancias muy exóticas en sus efectos como las de salvia divinorum e iboga”.

Otras categorías importantes son:

  • Disociativos: como ketamina y dextrometorfano

  • Y las benzodiacepinas. 

“Entonces todas estas comparten en su agrupación tanto características en su estructura química, como en su actividad al consumirlas a excepción de las que son muy extrañas como Salvia divinorum” finalizó Eros.