Actualmente existe gran expectativa en torno al potencial terapéutico y médico de las sustancias psicodélicas. En el pasado hemos escrito: Así como ocurrió con la legalización del cannabis y la regulación de su mercado en Canadá y Estados de EEUU, muchos esperan ver un camino similar para psicodélicos como el DMT y la psilocibina. Sobre todo ante la gran expectativa en torno a jugosas ganancias por parte de la industria del cannabis .
Si bien nos entusiasma este renacimiento psicodélico, hay un área que se ha descuidado y que resulta vital para el éxito en el “renacimiento psicodélico'', la atención a los posibles efectos secundarios o no deseados tras el uso de estas sustancias con fines terapeúticos. De no existir una atención correcta a estos casos, la situación podría terminar muy mal para quienes han luchado por una des-estigmatización de estas sustancias.
Este texto está elaborado a partir de la información en el artículo “Protegiendo a la gente de la terapia psicodélica” escrito por Jules Evans. Ahí, se señala el principal interés de inversión de los nuevos actores particularmente los que invierten grandes capitales buscando un enriquecimiento rápido; y la poca atención que está recibiendo las áreas de investigación e integración psicodélica.
Por ejemplo, la compañía Compass Pathway, la cual planea ofrecer terapia con psilocibina, ha comenzado a cotizar en Nasdaq desde Noviembre de 2020 con una valuación de 1 billón de dólares. Nuevos fondos como Atari están recaudando cientos de millones para invertir en los psicodélicos. Además, hay nuevas compañías que están cotizando en los nuevos programas de entrenamiento para terapeutas que se están lanzando, y más estados se están preparando para legalizar o descriminalizar psicodélicos.
Dos de los más grandes inversores son Rebecca Mercer de Breitbart y Peter Thiel, ambos prominentes fundadores de la campaña presidencial de Donald Trump en 2016.
“Las cosas irán mal” escribe Jules Evans. “Las compañías implotarán, los inversionistas perderán dinero, los terapeutas se portarán mal, la gente tendrá experiencias difíciles y algunas personas cometerán suicidio, y habrá un backlash en los medios y regulaciones gubernamentales. Podemos esperar esto”.
Por ello, el campo “debería prepararse invirtiendo mucho más en investigación sobre cómo los psicodélicos pueden causar dificultades psicológicas y proveer de apoyo a la gente para cuando ocurran”.
Se debe aclarar que los trips o viajes difíciles pueden pasarle a novatos, pero también a usuarios experimentados. Tim Read, un psiquiatra que consultado por el laboratorio psicodélico del Colegio Imperial de Londres comentó que:
“Hay una tendencia a la gente para acceder a las capas más difíciles de su psique (donde el potencial sanador es mayor) después de algunas aperturas iniciales. Aún algunos psiconautas experimentados pueden abrir en un setting seguro al punto donde accedan a sus heridas más profundas -y esto puede ser abrumador. Estas capas más profundas son difíciles y pueden sentirse sin esperanza o impenetrables”.
Los problemas psicológicos que siguen de la experiencia dificultosa pueden durar bastante. En una encuesta del Instituto John Hopkins, de mil 339 participantes que reportaron un “mal trip” un año (o más) en el pasado, el 24% dijo haber experimentado dificultades psicológicas (depresión, ansiedad, paranoia) por una semana o más después del mal viaje y 10% de estos reportaron que los síntomas duraron más de un año (todos estos trips fueron en un setting no-clínico).
¿Cómo ayudarlos?
Mathew Johnson, uno de los investigadores líderes en el Centro de Investigación Psicodélica de John Hopkins aseguró:
“Me parece que no hay investigación al respecto. Creo que todo lo que sabemos cae dentro de la categoría de observación clínica -básicamente lo que los doctores reportan en estos casos. Algo común es la administración de antipsicóticos y/o benzodiacepinas dependiendo de los síntomas. Si bien no pienso que estas no sean necesarias, mi impresión es que son muy sobre-uilizadas”.
Por su parte Tracey Cheung, jefe de comunicación en la compañía Compass Pathway, aseguró:
“Aún no sabemos lo suficiente acerca de cómo las experiencias dificultosas son integradas. Definitivamente hay una necesidad de más investigación, en pruebas clínicas y a través de la colección de datos de evidencia del mundo real”.
Jules Evans agrega que “si bien aún falta investigación en cómo mejor apoyar a la gente en este tema, hay mucha experiencia en el mundo real, particularmente entre los terapeutas trabajando con la “integración psicodélica. Uno de los más experimentados es Michelle Baker-Jones, co-fundador de El Círculo de Integración Psicodélica en Londres. Este se reúne una vez al mes para ayudar a la gente con sus experiencias”
Micheal asegura:
“El pensamiento actual es que las experiencias psicodélicas dificultosas pueden generalmente ser útiles a menos que sucedan en espacios no seguros donde se puede re-traumatizar en lugar de sanar el trauma. En casos de experiencia espiritual o shock ontológico, de nuevo se siente que con la ayuda correcta, sujetarse y aceptar la experiencia también puede ser beneficioso. Para la gente que viene a nuestros grupos de integración… el proceso del grupo realmente ayuda a esta gente a sentirse menos estigmatizados, solos y más apoyados con estas experiencias”.
Mathew Johnson concuerda:
“Mi impresión es que para la gran mayoría de las personas ... lo que se necesita es un procesamiento profundo de la experiencia, básicamente mucha discusión con un buen terapeuta que no solo patologice el hecho de que tomaron un psicodélico o tuvieron una experiencia desafiante (creo que realmente puede empeorar las cosas). Un terapeuta que conozca los psicodélicos probablemente sea importante, pero la mayoría de los demás lo patologizarán por completo. Creo que debería manejarse de la manera que mejor se trate el trauma, con métodos como la terapia de exposición prolongada, la terapia de procesamiento cognitivo o similares, que en realidad son solo formas diferentes de alentar a la persona a discutir la experiencia y sus dificultades en lugar de tratar de hacerlo. enterrarlos psicológicamente”.
Por último, se sugieren algunos posibles primeros pasos para lidiar con este problema. Uno de los principales sería invertir en una infraestructura apropiada. Así, que las compañías y laboratorios de investigación se comprometan a usar al menos el 1% de su capital para la atención a servicios de integración e investigación, particularmente para experiencias dificultosas. Si el mercado psicodélico vale alrededor de 5 billones de dólares, el 1% sería alrededor de 50 millones.
Así, ante la necesidad de asegurar el bienestar de la comunidad psicoactiva y particularmente aquellos que usen las sustancias en beneficio de su salud mental, se está construyendo una infraestructura amplia que sea capaz de contener los casos más severos de los “efectos secundarios” de las terapias psicodélicas. Esperemos así sea.