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En lugares donde se regula el uso y comercio de cannabis existe la tendencia de limitar por Ley el THC disponible en los productos de cannabis. Por ejemplo, en algunos estados de Estados Unidos el límite de THC en los comestibles es de 10 mg por pieza. En México existe una propuesta similar para limitar el contenido de esta molécula. ¿Qué hay detrás de esto?

Hoy en día el estado de California, Estados Unidos, limita la cantidad de THC en los comestibles a 10 miligramos por pieza y 100 miligramos en total por empaque. La razón es para proteger a la salud pública y evitar que la gente ingiera mucho de esta sustancia.

Sin embargo, en aquel país también comienza a emerger la posibilidad de limitar la cantidad de THC disponible en la flor fumable. Tal es el reporte presentado por los senadores Dianne Feinsein y John Cornyn el cual insta a “hacer una recomendación, junto con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), sobre si los estados deben limitar la potencia de los productos que pueden venderse”.

Así mismo se hace un llamado a los Institutos Nacionales de Salud a: “Intensificar su investigación sobre los impactos a corto y largo plazo asociados con el cannabis de alta potencia y hacer una recomendación, junto con la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), sobre si los estados deben limitar la potencia de los productos que pueden venderse”.

Y estas acciones están más cerca de lo que uno imagina. De acuerdo con un reporte de The Daytona Beach News Journal, los legisladores republicanos de Florida propusieron poner un límite de 10% de THC como máximo para los productos de marihuana, incluida la flor. Así es, su propuesta es que únicamente la marihuana con máximo 10% de THC pueda venderse de manera legal.

En México la iniciativa aprobada en el pleno de la Cámara de Diputados contempla que la autoridad fijará un límite en la relación de CBD y THC que los productos de marihuana podrán contener. Aunque aún no se define que porcentaje o cantidad fijarán como máximo, esta medida es impulsada bajo argumentos similares, la protección a la salud pública.

Aunque esta iniciativa aún esta sujeta a cambios antes de su publicación, en la discusión llevada en el Congreso predomina el miedo hacia los productos con altos contenidos en THC.

Sin embargo, hay quienes cuestionan la eficacia de estas medidas y señalan posibles efectos no previstos. 

Según Justin Strekal, director político de la Organización Nacional para las Reformas de Leyes de Marihuana (NORML) asegura que estas ideas “apestan a la reefer madness de décadas atrás. "Re-criminalizar el cannabis a través de los límites de THC simplemente empujará a la base de consumidores existente del mercado legal a buscar productos similares en el mercado ilícito no regulado".

Además, se ha observado que la sobre-regulación del comercio de cannabis puede orillar a los usuarios a usar el “mercado negro o gris”, osea de productores sin licencia. Estos no necesariamente cumplen con los requisitos para que sea seguro para uso humano, lo cual es un riesgo para el usuario.

Por otro lado, implicaría no recaudar en impuestos una gran cantidad de dinero que fluirá lejos de las manos de los reguladores.

Chris Roberts, reportero de Forbes escribe: “La aplicación de límites de THC en productos legales de cannabis sería una forma de reintroducir la vigilancia en la ecuación del cannabis. Sería un regreso a algo más cercano al status quo. Y en un Estados Unidos dirigido por el presidente Joe Biden, cuya identidad política completa se basa en el concepto de "volver a la normalidad", los topes de THC son absolutamente parte de la conversación sobre la legalización”.

En otras palabras, es una forma de regular el comercio de cannabis pero con una gran porción de los productos y sus usuarios fuera de la legalidad. Esto, más que proteger a la salud pública, implica riesgo extra para la misma al no controlar la calidad de los productos que llegan a manos, boca y pulmones de los usuarios de marihuana. Mala idea.