El pasado lunes dos de noviembre, el Plantón 420 fue el espacio donde mujeres de diferentes ramas del conocimiento contribuyeron a la construcción de un necesario puente entre el cannabis y el feminismo, con el objetivo de repensar el papel de las mujeres dentro del activismo cannábico.
Con la mirada puesta en las mujeres cannábicas, la mesa redonda llevó por título “Integración y unificación del feminismo en el activismo cannábico” y fue integrada por mujeres pertenecientes al Plantón 420, integrantes de FEM Cannábica, de la colectiva Pulque Filosófico, Cannabito MX, Mujeres Forjando Porros Forjando Luchas y mujeres con conocimientos sobre política, historia, mercadología, ecofeminismo y, por supuesto, sobre el cannabis.
¿Por qué es importante que las mujeres se pronuncien en un activismo que ha sido cooptado por hombres? ¿Cuál es la relación entre la feminidad y la tierra?¿Y entre el embarazo y la planta? Fueron algunos de los ejes clave abordados en una conversación con matices y olor a hierba.
A pesar del frío, la charla comenzó a calentar los ánimos cuando Angélica Rodríguez (moderadora e integrante de 420 Guadalajara), preguntó cuáles son los aspectos negativos a los que se han enfrentado las mujeres dentro del plantón. Ante tal pregunta, Erandeni, quien se dedica a la creación del contenido digital del Movimiento Cannábico Mexicano, respondió que todavía falta camino por recorrer, sobre todo dentro de la comunidad cannábica:
“A veces nos representan más desde un lado comercial o sexual que lo que podemos llegar a hacer: hay mujeres cultivadoras, extractoras, que hacen medicina, que hacen comestibles. Si se le da tanta visibilidad a la sexualización de la mujer (...) se pierde el espacio que merecen todas estas grandes mujeres que hacen increíbles cosas con la planta”.
Una de las mujeres pertenecientes a Cannabito MX, mencionó que dentro de la industria cannábica, “el ser hombre te facilita acceso a muchas cosas: cursos, conocimiento, diferentes productos”, enfatizando que la posibilidad de que tu proyecto tenga más impacto depende estrechamente de ser mujer o de ser hombre.
“Son los vatos los extractores, son los vatos los que dan cursos o son los organizadores; entonces yo creo que eso viene por esa parte patriarcal de que al hombre se le enseña a ser líder y a la mujer a servir”, concluyó.
Con la definición de mujer como servidora, se le relega a ser la acompañante del cultivador estrella, la novia del activista o la amiga del extractor, invisibilizando los trabajos que realiza por sí misma y definiéndose en función de su relación con un varón, lo anterior mejor conocido con la misógina frase: “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”.
Todas las participantes coincidieron en la importancia de nombrarse para visibilizarse dentro de los grupos cannábicos frecuentemente machistas, donde son los hombres quienes en la mayoría de veces toman la palabra:
“El feminismo cannábico existe y resiste. Ya somos las mujeres las que estamos empoderándonos y hablando de nuestra lucha”, comentó Mugre Citadina, perteneciente a FEM Cannábica.
Hacia el término de la mesa, se comprometieron individual y colectivamente a continuar con la lucha desde sus diferentes trincheras, apelando al cuestionamiento de las normativas impuestas que suponen una situación de desventaja para las mujeres cannábicas.
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