A Tere Miranda, de tu Don Gato

Hoy les voy a platicar de uno de los fumaderos de marihuana más emblemáticos que existió en el sur de la CDMX: La Marimba.

Se localizaba en la parte de atrás de la biblioteca de la ENAH y solo estuvo ahí por ocho años (2002-2010), cuando llegue a la escuela en el año 1999 ese era el espacio que los alumnos utilizaban para fumar mota y jugar fútbol, ahí fueron los inicios de la Copa Grifa que se organizaba cada año. Le decían la Marimba porque era un techo de vigas de madera que simulaba el instrumento musical chiapaneco y en el que pusieron unas efímeras mesas con bancas de fierro colado que duraron mucho menos que su propia sombra, de esos pinches gastos pendejos.

La Marimba daba asilo a estudiantes mariguanos y etílicos que circundaban la escuela, había estudiantes de la UNAM, de la Pedagógica Nacional, de la UAM, de la ESCA e incluso del CCH Sur, Conalep, Cetis y bachilleres; también se daban cita vecinos del área, sobre todo los viernes o cuando había toquín. Llegaban personajes del undeground de todos lados, por ahí pasaron el Zocayón, ilustre habitante de Villa Coapa que se inyectaba cocaína mientras disfrutaba algún partido de pambol. El Patrañas, que se ganó el apodo a pulso pues timaba a la banda con sus falsos cuadros de psicodelia que ofertaba. El Lokillo, padrino de muchos de nosotros, que llegaba a la marimba y mandaba por un carton de chelas a la voz, punk de Neza de quien hablé en el número pasado de Crónicas de Humo, mariguano profesional que se jubiló pronto. El Margarito, vecino de la Carrasco que amenizaba las tardes con su voz aguardientosa y su guitarra viejísima, puro escuadrón de la muerte que nunca falta en todas las historias. El Pato, morro talonero que se la pasaba terroreando al personal, pues con eso la armaba para satisfacer sus vicios de piedra y mona, el clásico caza bachas que todas las mañanas escaneaba el piso de la Marimba en busca de las ansiadas cucarachas, o al Nico y su apreciable perrita Pumba. Y como olvidar a la profesora Tere Miranda, mi hada madrina, mariguana profesional 24-7-365 que se jubiló del INAH justo en la transición de la miada a la skunk.

Ahí fumaban, convivían, se embriagaban y jugaban fútbol personas diferentes nacionalidades, había gente de Colombia, Bolivia, Perú, Argentina y varios europeos y asiáticos, también se daban cita mariguanos del país de casi muchos estados: Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Hidalgo, Veracruz y oaxaqueños los más. Los partidos de fútbol en esa cancha vieron desfilar varios clásicos entre argentinos y chilenos. En ese lugar había reglas para disfrutar, no podías perder de vista el balón porque pinche cañonazo en la jeta te lo hacía recordar y podías besar el suelo, tirar tu chela o, peor aún, romper el toque. 

El horario de la marimba era de 9 am a 9 pm. Sabías que ya iban a cerrar cuando llegaba un policía y te decía que ya eran las nueve de la noche y que había que desalojar, entonces toda la marimba se vaciaba y el personal se instalaba en la banqueta bar afuera de la escuela. Cuando estaba llena la banqueta y llegaba la chota nunca vi que cargaran a nadie, pero después de las 10 de la noche, cuando ya no había muchos clientes, la policía era un riesgo que había que correr mientras seguíamos corriendo la mariguana y las caguamas, y hasta que el último camión pasara. Aunque también podías terminar la fiesta en Santo Domingo, el Ajusco o Ciudad Neza.

Un día cualquiera llegamos a la escuela después de vacaciones de invierno y la marimba ya no existía. Se había acabado el sueño de la flota insurrecta, el territorio de la complejidad multiétnica, el espacio de la divergencia y la coincidencia de la estirpe citadina y su genealogía del desmadre, de sus tribus urbanas y de sus habitantes trasnochados y rebeldes insumisos. Se había acabado por un edificio de investigación que a la fecha aún no terminan. 

Acabaron con las risas y carcajadas, con las tantas peleas y con esos golazos que aún guardo en la memoria. Pero entre antropólogos la banda es cabrona e inmediatamente hicieron trabajo de campo y descubrieron El Pino, ahora no se juega futbol pero la fiesta sigue y continua. El personal ha cambiado y tal vez ni se imaginan que la Marimba fue el lugar del desmadre en la ENAH durante años. Si no lo cree pregúntenle a Tere, ella sabe todas las historias, como ésta en su honor.