Foto: Gina Coleman/Weedmaps

El mundo de los concentrados de cannabis tomó por sorpresa al mundo y en poco tiempo se posicionó como una de las formas de consumo con mayor prevalencia y relevancia para el interés de los usuarios. Hoy en día el consumo de concentrados va mucho más allá del acto de ingerirlos, e involucra una serie de modos y etiquetas alternativos a la ‘tradicional’ cultura cannábica. Tal es lo que proponemos a continuación.

Gracias a Fran710 por siempre compartir el dab como el conocimiento y pasión por la cultura del 710.

Los concentrados y el 710 en breve

Los concentrados de cannabis son productos con altas cantidades de cannabinoides y otras moléculas de la planta. Por lo general, estos vienen en forma de aceite o cera (de ahí el término coloquial “wax” = cera en inglés). Para obtenerlos es necesario recurrir a cualquiera de las múltiples técnicas de extracción que hay, sin embargo en la gran mayoría de los casos el resultado es una sustancia viscosa.

Similar a como ocurre con el 420, el 710 se escogió como bandera de los entusiastas de los extractos debido a que si volteas los dígitos de cabeza e inviertes su posición se lee algo similar a OIL (aceite, en inglés).

Autor desconocido. Créditos a quien corresponda

Debido al uso de solventes en muchas de las técnicas de extracción, es necesario aplicarles un proceso de limpieza o purga para hacer de estos un producto seguro para consumo humanos. NUNCA USES EXTRACTOS MAL PURGADOS Y CON RESIDUOS DE SOLVENTES.

Para purgar un extracto es necesario tener el equipo especializado. Horno de vacío. Foto marihuanatelevision.tv

¿Mayor pachequez?

Un concentrado de cannabis regular suele contener entre 70% y 80% de THC. Esto es por mucho mayor a lo que se encuentra en las flores de marihuana o incluso en el hachís (este último es, en cierta forma, un tipo de concentrado). Por ello, es natural que en los primeros usos los efectos se perciban mucho más intensos, en comparación con el uso regular de la flor.

Sin embargo, conforme el uso de estos productos se haga habitual, se desarrollará una tolerancia hacia los efectos psicoactivos. 

Recientemente un estudio realizado por investigadores en la Universidad de Colorado, Estados Unidos,  reveló que sin importar el tipo de producto o potencia del mismo, los niveles de intoxicación o la “sensación de pachequez” auto-reportada por los participantes fue notoriamente similar, así como las mediciones de su balance y capacidades cognitivas. “La gente en el grupo de alta concentración estuvo fue menos afectada de lo que esperábamos” explicó Kent Hudson, coautor del estudio. (Leer más aquí).

Así como con las flores, para ‘burlar’ a la tolerancia y percibir efectos ‘potentes’ a pesar de un uso constante lo más efectivo es variar en el perfil de terpenos y cannabinoides que consumamos. Afortunadamente el mundo de los concentrados ofrece un abanico de posibilidades inmenso, tal vez mayor incluso al de las flores.

Un mundo de complejidad

El cannabis es una planta compleja de por sí. Bueno, pues en cuanto a extractos se refiere, esta complejidad es mucho mayor.

En un inicio se impuso la división, un tanto burda, de “extractos sin solvente” y “extractos con solvente”. Sin embargo esta apenas es la superficie.

La inmensa diversidad de concentrados. Imagen Leafy.

En suma, algunos extractos sin solvente son el hachís y el rosin. Como su nombre lo aclara, estos son los que se obtienen sin usar solventes adicionales por lo que hay quienes los consideran más ‘seguros’ para su uso personal (particularmente en ciudades donde las extracciones se hacen de forma clandestina por su carácter ilegal). El rosin en sí mismo en un área muy compleja (lee más de rosin aquí).

En el rosin interfieren factores como la humedad, la presión y la temperatura que se usan para exprimir las flores. Las varianzas en estos factores pueden cambiar radicalmente el resultado final del producto así como su calidad. Es así que este extracto alcanza diferentes texturas (de esto hablaremos más adelante).

Por su parte, los extractos con solventes pueden ser igual (o más) seguros para consumo humano, siempre y cuando se realicen en condiciones apropiadas. En este caso también es importante los factores antes mencionados (presión, humedad, temperatura) pero se añade el tipo de solvente que se vaya a utilizar.

Los más comunes hoy en día son el butano, el dióxido de carbono (CO2) y el etanol, aunque también se ha comenzado a utilizar el propano. Cada uno de estos es usado para un fin particular según las necesidades del usuario o extractor. Algunos son preferidos porque conservan en mejor calidad los terpenos (estas moléculas aromáticas son muy frágiles y se degradan fácilmente). Otros son preferibles porque su proceso de purga es menos ‘agresivo’ con el producto final.

Así mismo, deben considerarse los destilados. Estos concentrados son una de las formas más puras de cannabinoides como el THC o el CBD. Se obtienen por un método de evaporación donde se busca la recuperación de un cannabinoide específico. El destilado es usado para uso médico por su alta precisión al momento de escoger una dosis. Pero también es destilado (junto a una mezcla de terpenos) lo que introducen en los cartuchos para vaporizar. Aunque en teoría es posible introducir todo tipo de aceite, incluídos el rosin y los extractos con alcohol, pero el destilado es el preferido de la industria.

Texturas

La variedad de texturas es muy grande, esta es una pequeña muestra. De izquierda a derecha: shatter, pull n´snap, sugar. Foto original (liga)

Según la combinación de los factores anteriores (y otros tantos) será la textura del producto final.

Se le llama shatter a concentrados con estructura rígida y dura. Al estrellarse contra algo se quiebra similar a un vidrio, de ahí su nombre (shatter = quebrar en inglés). Cuando en lugar de quebrarse se estira hasta tronar le dice pull n´ snapp (‘jalar y tronar’ en inglés). Estos suelen tener un alto contenido de cannabinoides y un sabor nada destacable.

Hay otros más viscosos y con mayor sabor. El sugar crumbel por ejemplo, su textura es similar al de un terrón de azúcar. Tiene menos cannabinoides pero un sabor más prominente. Así como el budder (mantequilla en inglés) cuya consistencia es similar al de la mantequilla. 

Cada una de estas texturas ofrece una experiencia única en cuanto a su sabor, aroma y complejidad de efectos. En teoría, esta variedad es suficiente para ‘burlar’ la tolerancia generada por el consumo prolongado.

Una temperatura para cada ocasión

 

Ya aprendimos que cada textura es resultado de un proceso distinto de extracción. Por lo tanto, cada una tiene una temperatura ideal para vaporizar y optimizar sus características. Este tema ya corresponde más al gusto personal de los usuarios, pero vale la pena señalar la importancia de las temperaturas bajas para concentrados con alta cantidad de terpenos. 

Para medir la temperatura en un banger se tantea usando la palma de la mano. También hay quienes cronometran el tiempo que le toma a la pieza regresar a la temperatura deseada. Foto: GreenRush Cannabis

Por su ‘fragilidad’, los terpenos de los extractos se aprecian mejor cuando se vaporizan a temperaturas bajas 220°C . Esto es preferible para texturas como el sugar o el budder. 

Por otro lado, las texturas más rígidas como el shatter se vaporizan a temperaturas un poco más altas como 300°C.

En cualquier caso nunca debe vaporizarse a temperaturas mayores a 300°C. esto podría resultar en daños severos a la salud. 

La importancia del vidrio

Foto: Hondo Glass

El vidrio es una pieza clave particularmente en el dab. El dab es como se le conoce a la vaporización en bong o rig. Para esto es indispensable el uso de un banger, pieza que actuará como resistencia y contenedor del aceite. Ésta debe calentarse a la temperatura deseada. 

El banger puede ser de vidrio de cuarzo o titanio. La predilección por el vidrio es debido a que este material no altera el sabor del extracto. Como mencionamos, el sabor de las ceras puede ser muy variado, por lo que la gente intenta conservar lo mejor posible la pureza del perfil particular de cada uno. Esto aplica igual para piezas como el carb cap, el cual se coloca sobre el banger para generar un vacío y aprovechar mejor la cera.

De ahí que el vidrio de calidad (y en algunos casos de lujo) se haya vuelto el estandarte de los entusiastas del 710. No es extraño encontrar piezas para fumar valuadas como si fuesen una pieza de arte y cuyo valor incluso llega a exceder al precio mismo de los extractos.

Como vimos, el mundo de los extractos de cannabis es inmenso y cada día más complejo. Los mismo con sus usuarios, quienes han desarrollado sus propias formas, métodos y etiquetas los cuales denotan su pasión y amor por la cultura del 710.

¡Feliz día del DAB!