La primera planta que crecí fue hace 28 años, allá por Iztapalapa, en casa de mi jechu, fue una semilla de procedencia oaxaqueña que me regalo mi primo ahí en Santa Cruz Meyehualco, una zorrilluda sativona que se quedó en “mota casera”. La segunda fue ahí mismo casi inmediatamente, pero sucumbió por el machete filoso de mi padre y su paranoia de ver llegar a la tira y llevarnos presos a todos. La tercera no duro mucho, mi vecino se percató que estaba utilizando su azotea como green house para tres plantas y casi me pone el dedo con la placa, vinieron varios intentos más y con ello entre a la universidad.
Las primeras prácticas de campo fueron en Oaxaca, ahí en las montañas conocí los grandes plantíos en esa frontera con el estado de Guerrero y el proceso para llevar a buen término las plantas, en ellos aprendí la preparación de la tierra y la selección de las plantas, el abono de borrego, el sistema de riego, matar al macho y enterrarlo, seguir abonando, seguir regando, renovar tierra, cortar y colgar. En Oaxaca recorrí esos grandes pueblos marihuaneros de la Mixteca y Costa, de la sierra de San Chepe, San Mateo o Ejutla. Ahí conocí la semilla tres mesina de predominancia indica, la famosa skunk oaxaqueña que ahora se fuma en casi todo el país, también la verde limón, la pelirroja sin sema, la caca de chango y la famosa morada, puro producto garantizado de la sierra en riego o temporal.
Llegó el nuevo milenio y decidí estudiar antropología, ya me encontraba enganchado a la cannabis, sus sabores, sus colores y sus posibilidades, entonces vino Michoacán y sus verdes lugares, Morelos y sus ritos marihuaneros, Chiapas y su famosa Chamula Skunk, el culto a la Santa Rosa en Hidalgo y Puebla, y la visita al Triángulo Dorado para conocer la Golden de Sinaloa, siempre topando el clavo, recolectando semillas locales y escuchando el consejo del campesino, la escuela de las montañas.
Muchos pueblos, amigos, cosechas, pintas y panteones vi pasar, también igual número de retenes queriendo coronar. El destino estaba dado y una mañana llegamos a los Altos de Morelos, donde durante 10 años pusimos en práctica el conocimiento aprendido en la tierra más fértil de México: el Tlalocan. El primer clavo que tiramos rebasaba los diez surcos pues aquí el lema era “es el mismo delito una planta que trescientas”, aún recuerdo ese increíble olor a cientos de metros de distancia, aún recuerdo como recorríamos planta por planta seleccionando las mejores puntas colas, las más frondosas para fumarlas en la escuela, en Hueca aprendí que una planta puede crecer más de cuatro metros y dar unas dos libretas, aquí conocí a los dos marihuanos más cabrones que he conocido pero que se paletearon cuando les di a probar de la californiana, y recuerdo con gran nostalgia a mi maestro que aún se encuentra en la pinta de Atlacholoaya por marihuanero, el Mundo de las flores.
Llegue a los treinta y cinco años y la transición al indoor era inevitable, pues las condiciones ya no eran las mismas que en los 90s, vinieron ensayos y errores tratando de imitar a Dios, vino un proceso de aprendizaje y apropiación del conocimiento a través de la misma planta y largas platicas con homónimos.
Después vino la cultura 420 y la kush californiana, como olvidar la capital mundial de la marihuana: Santa Rosa, El Triángulo Esmeralda, Mendocino, Triniti, Humboldt. Con ellos aprendimos a preparar el sustrato, a cruzar y estabilizar semas, a seleccionar plantas madres y clonar, también a engordar la cola o potenciar el olor y sabor, controlar la temperatura, humedad y PH. Todos los procesos aprendimos, desde regar hasta trimear. Allá nadie habla de semillas, se evitan la germinación porque muchos ya practican la clonación; y como no pueden robarse la luz, crecen y vegetan en led para luego sacarlas y crecerlas en exterior.
A partir del primero de enero de este año en toda California es legal el uso recreativo y cada persona tiene derecho a plantar seis plantas sin permiso, los ciudadanos mayores de 21 pueden portar una onza con ellos y están viendo si liberan a todos los presos relacionados con detenciones por cannabis, así las cosas. Mientras tanto en CDMX se están gestando movimientos interesantes alrededor de la planta, este año en mayo la marcha de la liberación de la María cumple la mayoría de edad, la Santa Rosa Green Seeds se consolidará como el primer banco mexicano y muchos, muchos más aprenderán el cultivo en indoor y nadie lo podrá parar, sería contradictorio.
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