El grafiti forma parte del paisaje urbano, se observa en las paredes y calles de todos los barrios de la República Mexicana. 

Los autores de los grafitis suelen ser jóvenes, mujeres y hombres que lo practican como una forma de expresar lo que viven, lo que sienten y lo que piensan; y que conjugan sus destrezas y habilidades artísticas para intervenir muros con sus mensajes. 

El grafiti se asocia al consumo de mariguana de varias maneras, ambas son conductas ilegales practicadas por miles de jóvenes que, a su vez, son reivindicadas por parte de quienes las practican.

Es claro que no todas las personas que hacen grafiti fuman mota, pero hay grafiterxs que la consumen y que, además, hacen grafiti con esa temática. Entrevistamos a 3 de ellos para este artículo, para conocer de viva voz qué es lo que piensan del grafiti y cómo lo vinculan con la mariguana.

¿Qué es el grafiti?

Hay aproximaciones teóricas que intentan explicar este fenómeno, aunque no alcanzan a abarcar la diversidad de vivencias y expresiones de quienes hacen del grafiti -y el consumo de mariguana- un estilo de vida.

El sociólogo Garcia Canclini, por ejemplo, encuentra en el grafiti un elemento identitario “una escritura territorial de la ciudad, destinada a afirmar la presencia y hasta la posesión sobre un barrio”. 

La importancia del grafiti en su identidad la reconoce Seis6seis, grafitero de 32 años de la CdMx, cuando relata: “lo conozco desde los 13 años y si nunca lo hubiera conocido no sabría qué haría conmigo. Es un estilo de vida que te abre la puerta a todo un mundo desconocido, devuelve la luz; pero también es algo salvaje, y está asociado a las pandillas”.

Ilegalidad y estigmas del arte grifo

La difundida idea de rebeldía juvenil asociada la práctica del grafiti también se debe a la ilegalidad de su práctica, de forma similar a lo que sucede con la marihuana. Sin embargo, las y los chicxs que se dedican al grafiti no parecen darle mucha importancia a la ilegalidad cuando se trata de dejar su huella en el espacio público.

Más allá de lo identitario, Gama y León encuentran en el grafiti un acto que expresa rebeldía y transgresión de normas, “una subcultura y un estilo de vida para quienes se dedican a él, que ven en esto un medio para buscar emociones y rebelarse de manera sutil ante una autoridad impuesta”.

Esta rebeldía ante la autoridad es compartida por los entrevistados. Paaajara, grafitera de 29 años de la CdMx, considera que el grafiti es “un lenguaje plural que se lee en la calle y que, desde sus orígenes, representa vandalismo, porque estás tomando propiedad pública, espacios del estado”.

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Seis6Seis, grafitero de 32 años de la CdMx, piensa que “el grafiti es vandalismo. Hay quienes piensan que el grafiti es bonito y decorativo, y no. El grafiti es vandálico, a la hora que sea, donde sea y con quien sea. Es libre y natural, esa es su naturaleza”. Mientras que Zekto97, radicado en San Pancho, Nayarit, comparte que “es un delito y también un arte, para mi es el arte más libre, por completo, es ser uno con la lata”.

De esto se puede observar que la ilegalidad es un componente que no se puede eludir cuando hablamos de la identidad grafitera. Aspecto central que motiva debates respecto a si el grafiti debe ser considerado un arte, o sí solo es grafiti cuando es ilegal.

Sin embargo, los grafitis también reflejan experiencias de discriminación por su estilo de vida. En ese sentido, Zekto97 relata: “me enfrento a los prejuicios, siempre llega un momento en el que se juzga la apariencia, se me ha complicado conseguir vivienda o, a veces, la atención no es buena en tiendas de servicio o lugares similares. No batallo por trabajo, trabajo para mí y me va muy bien, me buscan por el trabajo que realizo… pero cuando es al revés [él busca el trabajo], la mayoría de veces se complica mi rutina o me hacen perder mi tiempo”.

En el mismo sentido, de la discriminación por su estilo de vida, Paaajara relata: “En el ámbito de la autoridad me ha pasado varias veces que, como salgo con hombres, cuando nos detienen pintando, nos separan y pues esta culero, porque a ellos los mandan por un lado y a ti por otro y te terrorean. Y pues no está chido porque ya no confías en la policía y estás con la angustia. Por eso también las morras empezamos a tener nuestros propios crews, yo pertenezco a MAR, que significa Mexicanas en Acción y Resistencia, nos unimos diferentes morras de la república por el grafiti y el street art desde el tema de las mujeres y el feminismo.” Aunque también observa discriminación de género entre sus compañeros de práctica, “una cosa muy frecuente es cuando los hombres te buscan para pintar y en realidad quieren salir contigo. Usan eso como un método de ligue y, de pronto, sacan la doble intención.”

Sentido del Arte Grifo

Por otro lado, está la cuestión de cómo estos jóvenes, que tienen en el grafiti parte de su estilo de vida, se relacionan con la mariguana.

Una forma en que se relacionan simbólicamente es que ambas prácticas se encuentran en un proceso de reivindicación. Vivero reconoce este aspecto cuando en el grafiti cuando señala que “es una expresión que va más allá de una representación gráfica y es al mismo tiempo una acción reivindicativa de lucha social de carácter simbólico. Es una forma de ocupar un espacio, de manifestarse y explicitar una presencia y una existencia en la realidad concreta”. 

Esto lo expresa Paaajara, quien encuentra en el grafitti una manera de reivindicar el consumo femenino de mariguana: “me parece que la cuestión de que la mariguana es algo cotidiano entre las mujeres jóvenes, lo hace narrable. Entonces la gente se identifica y deja de ser un tema tabú. Y pienso que hay que normalizarlo desde el grafiti”. Esto es no solo reivindica el graffiti como práctica, sino el consumo de mariguana a través del grafiti.

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Otra forma relacionarse con la mariguana es la que relata Zekto97, quien encuentra en su consumo un factor de cambio en su práctica grafitera “de donde yo vengo el grafiti es violento, es una pelea de egos, hay hasta muertos por pisar una pieza de alguien más… [Pero] desde mi propia experiencia, cuando me di cuenta de esto, decidí olvidarme del ego y empecé a pintar lo que hago en tatuaje y convertirme en un artista del aerosol”. Lo cual, según cuenta, se ha dado en paralelo al consumo de marihuana, que descubre como positivo para su proceso creativo, “llevo siendo consumidor casi a diario desde hace 1 año, aunque conocí la mariguana desde los 13 años. Desde que conocí el grafiti y el hip hop, una que otra fumadita y así, pero desde hace un año la mariguana ha cambiado mi vida por completo… Gracias a ella pude conocer a otros artistas que también son mariguanos y cambiar un poco la intención que le daba a mi grafiti, pues me intrigó a buscar un resultado distinto y me ayudó a darle forma a ciertos personajes que pinto”. 

En su relato, Zekto97 encuentra en la mariguana un elemento que le inspira, pero que además le ayuda a forjar relaciones especiales con otros grafiteros, como un elemento de identidad colectiva.

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Seis6Seis comparte que el consumo también le da cierta inspiración, pero sus relaciones con más consumidores le dieron pie para innovar en la parafernalia pacheca con su arte: ”[En FlowShop] yo hice el grafiti 420, y pronto vamos a sacar una línea de charolas para ponchar con las obras que hago en lata. Entonces digamos que el acercarme a la mariguana desde el grafiti me ha permitido tener nuevas experiencias de creación y reconocer que tanto la mota como el grafiti no son nada malo”.

Es así como, a lo largo de las narraciones de estos jóvenes grafiteros, podemos observar distintos elementos que relacionan el arte del grafiti con el consumo de mariguana, como son la ilegalidad, el anonimato y también la reivindicación como estilo de vida. Elementos que resultan fundamentales para entender a los jóvenes que, más allá del debate académico entorno a ellxs, se apropian del espacio público y lo transforman con sus prácticas, dándole color y vida a muros y paredes mientras reivindican el grafiti y a la mariguana y luchan por su normalización en la sociedad.