Para quienes lo saben o no Sigmund Freud, mejor conocido como “el padre del psicoanálisis” fue pionero en descubrir las propiedades de la cocaína, tanto sus características excitantes y energéticas, como su uso médico de anestésico local.
Fue por junio de 1884, que Freud se dedicó a escribir un ensayo llamado Über Coca, donde se relataba el origen y uso que los indios sudamericanos hacían de la sustancia.
Este ensayo se divide en tres partes. La primera de ellas se centra en un análisis etnobotánico sobre los orígenes de la planta de coca, la historia de su uso en la Sudamérica precolombina, y la síntesis de la cocaína en Europa y sus primeros estudios. La segunda parte se basa en los efectos diferenciados de la cocaina en animales y humanos. Dónde identifica los siguientes efectos subjetivos: a) sensación de optimismo y ligereza, b) euforia, vigor y un marcado poder estimulante, y c) hiposomnia bajo sus efectos e hipersomnia cuando estos cesan. Finalmente la última parte y la que muchos consideran como la más atrevida, junta una serie de recomendaciones para el uso terapéutico de la cocaína: como estimulante, para trastornos digestivos, en la caquexia (condición médica de desnutrición extrema), para el tratamiento de la adicción a morfina y alcohol, para el asma, como afrodisíaco, y como anestésico.
Por esas fechas Sigmund estaba comenzando a consumir cocaína, se la ofrecía a sus amistades, hermanos, e incluso a su novia Martha. Después debido al abuso de cocaina por parte de un amigo se percató de sus efectos tóxicos y fue por eso que empezó a estudiar su aplicación médica.
De ahí que durante los años de 1884 y 1887 Freud realice cuatro artículos diferentes sobre la cocaína, con énfasis y contenidos diferenciados en cada uno de ellos.
Posteriormente Freud decide dedicarse a su actual relación y le pide a su amigo Koller con quien trabajaba en el Hospital General de Viena como oftalmólogo, que a partir de todo esto que él postuló en Über Coca, investigue a fondo si la cocaína puede servir para anestesiar el ojo.
Es así como Koller comienza a trabajar y primero, practica con una rana, luego con conejos, perros, con amigos y con él mismo. Para comprobar con esto que la cocaína disuelta en agua si lograba anestesiar el ojo.
De esta forma Koller escribe un trabajo que entrega al Congreso Oftalmológico y causa una gran sensación.
Este hecho desanimó a Freud, ya que todos los créditos se los terminó llevando Koller.
En aquel momento Sigmun aún no sabía que se convertiría en el padre del psicoanálisis, una de las teorías más representativas del siglo XX.