La semana pasada se llevó a cabo por primera vez en la historia la revisión de evidencia científica sobre los potenciales daños o beneficios de la marihuana a la salud por parte del Comité de Expertos en Dependencia de Drogas. El trabajo de este organismo, que depende de la Organización Mundial de la Salud y de la ONU, podría llevar la discusión internacional a un plano donde la regulación del cannabis este basada en hechos y no en mitos. En pocas palabras, ser justos y congruentes con la planta.
Amy Case King, activista norteamericana (pero que reside en México), platicó a La Dosis lo que este proceso podría significar para la liberación del cannabis en nuestro país y el resto del mundo.
¿Cómo ha sido la regulación de la marihuana en el plano internacional?
R: El cannabis está clasificado por los tratados internacionales como una sustancia clase 1 y clase 4 al mismo tiempo. Lo que significa que, para ellos, no tiene valor médico y es potencialmente adictivo y dañino. Estas decisiones se tomaron sin validación científica y bajo premisas falsas de que su consumo causaría asesinatos, caos, adicción, etc.
¿Qué significa la revisión de esta evidencia? ¿Cuál es su objetivo?
R: Basado en la evidencia que encuentra el comité de expertos, se hace una recomendación a la Comité de Estupefacientes en la ONU. Entonces, ellos votan por cambiar o no la clasificación. Para el caso del CBD (cannabidiol) la pre-revisión de la evidencia se dio desde finales de 2017, y las recomendaciones para este compuesto en particular se darán en mayo del 2019.
El resto de los compuestos apenas comenzaron este proceso con estas revisiones, por lo que difícilmente alcanzará el tiempo para entregar las recomendaciones antes de la votación.
¿Cómo es que apenas se está revisando la evidencia científica? ¿Por qué tardó tanto?
R: No sabemos por qué tardó tanto. La obligación de estos organismos era revisar todas las sustancias que controlan. Lo más perturbante es que en muchos países ya se ha investigado y sus resultados nunca se han ofrecido como evidencia.
Por ejemplo, se nos ha dicho que el cannabis daña al cerebro, pero en Estados Unidos hay una investigación demostró que algunos cannabinoides pueden proteger las neuronas, algo totalmente opuesto. Esto nunca fue presentado como evidencia, ni siquiera en esta ocasión.
¿Qué podemos esperar? ¿Cuál sería el mejor y el peor resultado?
R: El mejor resultado es que la planta sea desclasificada, y el peor que no modifiquen la clasificación. Probablemente suceda algo por la mitad. Realmente no sabemos qué esperar pues es la primer vez que se revisa una substancia sin potencial letal.
Contradicciones y paradojas.
Entre las tareas de este comité, estaba revisar el reporte de la ONU respecto al cannabidiol, el THC, y las tinturas y extractos. Las críticas y señalamientos fueron varios, por ejemplo que no se hayan revisado todos los cannabinoides.
“Es interesante notar que se refirieron a la planta como una sustancia, aunque contenga más de 80 cannabinoides y 500 compuestos químicos. A pesar de ello, no hubo consideraciones para tomar en cuenta la botánica completa de la planta”.
Por otro lado, entre sus elementos a revisar encontraron enlistados “planta de cannabis” y “resina de cannabis”. “El único compuesto psicoactivo es el THC. Desde mi postura, es el único compuesto que deberíamos estar revisando. La planta de cannabis y sus resinas no deberían ser sujetos de estudio por parte del comité de expertos a menos que se incluya la botánica completa.”
“El cannabis no es una planta mono-molecular, no la podemos mirar como un farmacéutico, no funciona así. No es justo sólo investigar al CBD y al THC.” Otra de sus críticas fue el escaso tiempo que se les dio para revisar toda esta evidencia. Por lo general se da un plazo de 30 días, pero en esta ocasión tuvieron apenas 3 días para revisar más de 300 páginas de información especializada.
¿Qué significa esto para México?
La paradoja es que ninguno de estos tratados es obligatorio, son apenas recomendaciones. Podemos ver con Uruguay o países que han legalizado el cannabis con fines medicinales. Ninguno está obligado.
Necesitamos que México se involucre en la ciencia e investigación para que se pueda justificar un cambio en la política a nivel internacional sin importar los tratados. Una vez que se pueda demostrar que es seguro, tenemos una mejor posición para decir “queremos permitir el uso recreativo para adultos”.
Necesitamos llegar a ese punto, continuando la conversación, educando a nuestros vecinos, a nuestros doctores, a nuestros colegas de trabajo. No queremos esperar, no nos estamos esperando.
Amy Case King es activista desde hace norteamericana, miembro del comité de la Fundación por un Acercamiento Alternativo a la Adicción (FAAAT por sus siglas en inglés). Actualmente reside en Yucatán, México.