EDITORIAL
Ya llegó la cuarta T en materia de drogas ¡ya está aquí! Se llama Estrategia Nacional de Prevención de Adicciones (ENPA). El martes la anunciaron, será una “nueva” estrategia sin los prejuicios construidos socialmente a partir de la guerra contra las drogas; eso sí, ésta considera que en “las causas de la violencias, en particular, el problema de las adicciones viene a ser central”. ¿Que qué? Ya veríamos el jueves, por lo mientras el martes nos presentaron unos video testimonios, de esos en los que las drogas arruinan vidas, pero hay una salida: dejar de usar drogas.
A pregunta de los periodistas, AMLO explicó: Antes “no había una campaña”, “si se pone en el centro del debate público, se podrá avanzar en el propósito de disminuir el consumo”; no las adicciones, el consumo. ¿Y el dinero par esta política? Del “Instituto para devolverle al pueblo lo robado”. Así mero, adiós preocupaciones.
El jueves llegó y, con él, la presentación de la ENPA. Primero unos “datos duros”, para que amarre su relevancia: 2.2 millones de usuarios de sustancias adictivas (claro, sin contar el alcohol y el tabaco); de éstos 230 mil son “niños, niñas y adolescentes”. Con los niños no se metan, ¿quién podría no estar de acuerdo?
Párrafo seguido un argumento fantástico, de esos que por repetidos hay quien los cree verdaderos, que a partir del 2001 con el ataque a las torres gemelas y un supuesto cierre de la frontera, las drogas que iban de México a USA ya no cruzaron y, por tanto, se quedaron en nuestro país, principio del fin. Ternuritas... Si eso fuese cierto, sí los USA fuesen eficientes para cerrar la frontera a las drogas ¿por qué no pueden parar el tráfico de heroína y fentanilo que los tiene sumidos en una epidemia de sobredosis de opiáceos? Todo puede tener sentido en la matrix, sin embargo uno de lo argumentos del presidente Trump, cuando habla de construir un muro, es el de detener el tráfico de drogas. Mmmm… hay algo que no concuerda.
Lo que hubo en el 2000 fue una fragmentación del poder político, como resultado de la derrota del PRI en la campaña presidencial y la llamada transición democrática. El entonces gobierno federal, sin experiencia en gobierno, dió palos de ciego en materia de seguridad y en varios estados aparecieron grupos delictivos con poder para corromper gobiernos locales y municipales y que, ya empoderados, se diverifaron en sus actividade delictivas. Todos lo hemos constatado. Sin embargo, la mayoría de estos grupos no tenían conecciones para pasar la droga a los USA; los traficantes tradicionales gestionaban la frontera. Los mercados locales se convirtieron, entonces, en el objetivo principal de los nuevos grupos criminales. El consumo creció. Pero, como se puede constatar, no porque el gobierno de USA cerrara la frontera, ¡ya quisieran!, sino porque la fragmentación del poder político en México descuidó la seguridad. Peor aún, porque el gobierno nacional ocupó a la fuerza pública para perseguir los delitos contra la salud sin distingo, y los policías prefirieron, quizás por facilidad, perseguir usuarios de drogas antes que traficantes violentos.
Lejanos aquellos tiempos, el gobierno actual dice que la estrategia será diferente: “Ya no se criminalizará a los usuarios de sustancias adictivas y se respetarán sus derechos humanos” y “se buscará que quienes lo requieran sean canalizados a centros especializados para su atención y tratamiento.” De tal forma, durante la presentación de la ENPA el vocero Ramírez explicó que consiste en: “Estrategias más inteligentes, científicas, y no la discriminación, el prejuicio y la estigmatización de quienes consumen”. “Uff, que bueno” -pensaba; pero entonces nos escupieron “las razones que sean” por las que el gobierno piensa que usamos drogas: “salud mental, salud emocional, por una cuestión familiar, por la falta de horizontes y de esperanza que, muchas veces, enfrentan las nuevas generaciones; pues se recurre al uso y abuso de sustancias en un intento de encontrar puertas o ventanas, salidas. Y, en ese sentido, es importante tomar en cuenta los derechos de la gente, de quienes usan.
¡Ah chingá! Que bueno que ya no habrá estigmatización de quienes usan drogas “por las razones que sean”, pero para quienes usamos por nuestro gusto, por placer, o incluso como parte de nuestros derecho al libre desarrollo de la personalidad, pos quien sabe... Ya veremos qué nos depara el sexenio.
Finalmente, la ENPA estará dividida en tres pilares: Educación, Salud y Comunicación. El primero de ellos, educación, contempla becas, ampliación de espacios deportivos e incluye a las escuelas primarias como “200 mil centros de acción comunitaria”. ¡Buena esa! La coordinación entre distintos niveles es algo que se practica poco en nuestro país, ojalá lo realicen con los resultados que esperamos. Con que no aumente el abuso de droga, ¡todos lo festejaríamos!
El segundo pilar, Salud, señala que hay Infraestructura subutilizada, razón por lo que la Atención y prevención corre a cargo de privados, como los CIJ y otros que “ni siquiera están regulados” y que “muchas veces se convierten en centros de reclutamiento para el crimen organizado”. Pos sí, eso dicen algunos informes de comisiones de derechos humanos, hay centros no regulados que cometen ilícitos; pero también es cierto que éstos centros brindan un servicio que los gobiernos han omitido por décadas, al no brindar servicios ni derechos a quienes decidimos usar drogas. Desafortunadamente, el plan poco habla de reducción de daños, pilar fundamental de toda política de drogas que desee una mejor calidad de vida para los usuarios, y se centra en la infraestructura y el número de unidades de atención, lo cual no necesariamente es eficiente; un ejemplo son los de 300 centros creados durante el gobierno de Calderón, los cuales no redujeron un ápice el abuso ni la dependencia a droga alguna.
Por último, el tercer pilar, Comunicación, incluye un esquema de 4 puntos; 1. Escuchemos primero, 2. Date cuenta; 3. Dialoguemos; y 4. Cuidémonos entre todos. Muy didáctico para el debate, deseamos que funcione.
Desafortunadamente, la estrategia presidencial no ha incluído a la mayoría de usuarios, quienes usamos drogas por placer y por experimentar los efectos que producen. Ni siquiera nos mencionan. Y no parece que será a nosotros a quienes escuchen o con quienes dialoguen, basta ver que la regulación del cannabis no avanza en un legislativo con mayoría de Morena. Ojalá se den cuenta. Mientras tanto, y como hasta ahora, con las leyes persecutorias que continúan vigentes pese a los fallos de la suprema corte de justicia, toca a los usuarios continuar cuidándonos de policías y autoridades que nos persiguen por usar drogas.
Clavado en la Textura
@Doc_Cannabis