La Suprema Corte discutió por rimera vez la solicitud de un amparo para uso de enteógenos en México, particularmente hongos con psilocibina y peyote. El proyeto fue rechazado, por lo que volverá a ser discutido en días siguientes. Pero más allá de sus efectos prácticos, la relevancia de este hecho es el impulso que se da a la discusión en la materia. Así lo aseguró Sergio Morales, miembro de la organización Latinoamética por una Política Sensata de Drogas y el abogado que genero esta demanda.
De acuerdo a Sergio Morales, esta discusión en la Suprema Corte “involucra muchos pesos y contrapesos en materia de derechos humanos”. Señala que el objetivo es generar una discusión que nos permita avanzar en este tema. “En principio vale la pena mencionar que seguimos una ruta muy similar a la de la cannabis, a la jurisprudencia que se formó. Hemos visto que la vía jurídica ha permitido que se forme un debate público hacia ciertos temas”.
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Sobre el proyecto y la resolución de la Corte, indica que el asunto es mucho más complejo para calificarlo simplemente como “negativo” o “positivo”. Sin embargo, señala que era bastante superficial el nivel de discusión:
“En su momento cuando leí el proyecto lo que criticaba era que la visión del ministro era no abordar de fondo el asunto, sino quedarse un paso antes para no poner en la mesa el uso de estas sustancias y la relación que tenemos con ellas. Aunque respeto los puntos de vista diversos, todos pueden ser muy validos”.
Y es que, según él, lo importante es tomar en cuenta que se involucran muchos derechos vitales para el desarrollo de muchas comunidades usuarias de estas sustancias. “En la demanda de amparo hacemos valer el derecho de la identidad de las culturas, y el libre desarrollo de la personalidad”.
Para él, fue muy importante identificarse como usuario, pero no necesariamente como miembro de alguna comunidad tradicional: “Yo hace 6 años use por primera vez peyote, en el desierto de San Luis. Menciono esto porque es la forma en que me asumo en esta demanda. No hago un señalamiento directo de pertenencia a cierta cultura, que es lo que el ministro notó que hacía falta”.
A pesar de ello, esta fue la principal condicionante que planteó el ministro en su proyecto: “Según su punto de vista, decía: "es que para estos argumentos necesito que me pruebes más allá de de tu dicho esta circunstancia." Repito, es un punto de vista válido a mi parecer.
“Sin embargo, dentro de todo el andamiaje jurídico en materia de derechos humanos, no era tan compatible porque hay muchos criterios que te hablan de la libertad de las personas, de la autonomía, y es una cuestión muy interna. Es difícil de probar, ¿cómo le pides a una persona que pruebe su pertenencia a cierta religión? Con su dicho, no tiene otra forma de manifestarlo”.
“Por eso no manifesté pertenecer particularmente a cierta cultura. Ese es un tema mucho más complicado. Por eso se abordó el tema en general”.
Peyote y hongos, mundos de diferencia
El proyecto de amparo se refiere específicamente a dos sustancias: el peyote y los hongos psilocibes. Pero incluso Sergio Morales reconoce que se necesita discutir ambas por separado y realizar análisis independientes para cada una.
Sobre el peyote, destaca la necesidad de conservación ambiental y protección a las culturas que se relacionan ancestralmente con su uso. “Hablando específicamente del peyote, al día de hoy hay un uso indiscriminado de esta planta, en algunas escalas incluso lucran con esta especie. Y esto daña más, y no se visibiliza. Pasa todos los días y no existe una cultura o una política de protección del peyote. No avanzamos.
“Si queremos una regulación es importante que se proteja a esta cultura y evidentemente yo creo que son ellos los que tienen que decidir y establecer reglas porque los involucra directamente a ellos. Este proyecto carece de este análisis. Se limita a dilucidar que si estos argumentos son válidos necesito probar a estas culturas que se identifican con el uso de peyote”.
Mientras tanto, para el caso de los hongos añade que: “creo que si se hace un análisis de la situación de los hongos tiene que tomarse en cuenta el panorama global, como lo que está sucediendo en Estados Unidos, como en el estado de Oregon donde se permite su uso en centros de salud mental. Y en otras ciudades ya no es una prioridad perseguir a usuarios de estas sustancias y las penas se han limitado para que no sea lo importante de la policía”.
Sobre las verdaderas posibilidades de que se otorgue el amparo, descarta de entrada que pretenda hacer ejercicio de estos derechos. Remarca que más allá de que cuente con el permiso, lo importante es que el Estado comience a establecer límites.
“No implica que se vaya a otorgar el amparo, incluso no vería mal que se niegue siempre y cuando la Corte haga un análisis más exhaustivo y acorde a la naturaleza del asunto. Y que sopesen los derechos que se vean involucrados.
“Es importante que la Corte establezca un parámetro más claro sobre cómo ejercemos estos derechos y cómo conviven estos derechos en la sociedad. Lo que espero es que el análisis se haga entre los artículos donde se establece la prohibición a estas sustancias y los derechos humanos que son violados: el libre desarrollo de la personalidad y la autonomía.
“Lo importante es delimitar el funcionamiento y cómo convivimos con estas sustancias y los derechos de todos. Más allá de que me concedan el amparo.
“No usaría el amparo. Al final es un papel que te reconoce un derecho, pero poniendo los pies en la tierra yo no haría ejercicio de ello. Desde Latinoamérica por una Política Sensata de Drogas vamos a meter el tema al debate público, vamos a hablarlo. Para mí es preocupante que existe un uso indiscriminado que no tiene conciencia sobre todo lo que implica y pone en peligro a esta cactácea.
“También hay que ver la realidad de las personas que hemos probado estas sustancias y nos han dejado buenas experiencias porque también son vistas como medicina. Y últimamente se ha comprobado su eficacia en el tratamiento de muchos padecimientos de salud mental.
“Hay personas que la hemos usado, hemos sentido esos beneficios y sentimos que no es algo malo, además no afecta a nadie más. Creo que entra dentro de los límites de las libertades personales”.