Entrevista con Vanesa Morris, de Échele Cabeza...
El proyecto colombiano de información sobre reducción de riesgos y daños Échele Cabeza cuando se dé en la Cabeza, por su forma de acercarse a los jóvenes y usuarios de sustancias psicoactivas, ha sido uno de los más exitosos en los años recientes. Conversamos con Vanessa Morris, coordinadora de Échele Cabeza… proyecto de la organización Acción Técnica Social (ATS), quien nos comparte su visión y los motivos que la llevaron a involucrarse en la difusión de mejores prácticas de consumo de sustancias psicoactivas.
¿A qué te dedicas?
Hola, soy socióloga, trabajo en la ONG Acción Técnica Social, actualmente coordino el proyecto Échele Cabeza Cuando se dé en la Cabeza, y apoyo otros proyectos piloto en temas de prevención, reducción de riesgo y de daños con población adolescente.
¿Cómo nació el interés por dar información sobre sustancias psicoactivas?
Nació de la curiosidad y de pensar en este tema del consumo como una opción frente a la vida, la búsqueda del placer y la experimentación. Soy socióloga y este tema siempre me llamó la atención, y, al igual que mis compañeros de trabajo, teníamos mucho interés en abordar este fenómeno, digamos, desde mi ámbito personal. Había una curiosidad personal en cuanto al tema de las sustancias psicoactivas, en cuanto a sus usos y efectos; también un interés desde el enfoque de derechos humanos y libertades individuales, en cuanto a la descriminalización del consumidor como un delincuente y ser visto como una persona funcional. Eso fue algo que tenía presente: que no todas las personas que usaban drogas tenían que ser adictas o con problemas sociales.
Mi interés en este tema parte de un afición personal alrededor de la música, la fiesta, el consumo de sustancias y llegó a consolidarse y hacerse más importante. En ese momento de la vida estaba cuando conocí a Échele cabeza en 2010 y comencé a trabajar en este lindo proyecto desde 2012, con Julián Quintero director de ATS.
¿Cómo ves la participación de las mujeres en el tema de sustancias psicoactivas, reducción de riesgo y daño en Colombia?
Desde el ámbito de la sociedad civil estamos comenzando a meter este enfoque de género, ya que no ha sido mucha la población femenina que ha trabajado este tema. Lo hemos comenzado a ver en los últimos años con los movimientos cannábicos. Actualmente nuestra ONG tiene un programa de intercambio de material higiénico de inyección que se llama CAMBIE, para personas que usan drogas inyectables. Este programa está coordinado por dos compañeras muy comprometidas y muy empoderadas en brindar información y atención a todos los usuarios. Desde Échele Cabeza la participación ha sido progresiva, actualmente contamos con cuatro chicas dentro del proyecto, hemos querido comenzar a meter cosas de género y sustancias psicoactivas; actualmente estamos trabajando en una cartilla sobre mujeres y sustancias psicoactivas (SPA), en contexto con las necesidades de nuestras chicas usuarias de psicoactivos en Colombia y muy en la movida de las tendencias internacionales.
En los servicios que ustedes prestan, como el análisis de sustancias y el cambio de jeringas, ¿cuál es el porcentaje de mujeres que los utilizan? ¿Se acercan? ¿Hay un estigma? ¿Cómo es la situación de las mujeres usuarias en Colombia?
En nuestra encuesta de 2016 sobre Cambio de Comportamiento, e Intención de Cambio y Satisfacción, hicimos un análisis de cuánto era el promedio de hombres y mujeres que asistían al servicio de análisis; y el número de mujeres en comparación a de los hombres es muy pequeño, el 32% de las mujeres, frente al 67% de la población masculina, la población de las mujeres es muy poca.
Creemos que esto se debe a varios factores como la estigmatización del consumo en mujeres, pues para esta sociedad no es “bien visto” que las mujeres consuman sustancias psicoactivas, y por esta razón muchas mujeres no asumen su consumo en público y tampoco se sienten seguras al analizar solas las SPA que consumen, sino que lo hacen a través de sus amigos o pareja.
Como coordinadora de un tema tan progresista en Colombia ¿has tenido algún enfrentamiento? ¿Cómo has sentido tu participación en reducción de daños en Colombia?
Más que ser mujer o no, creo que el tema es algo extraño, sigue siendo de mucho tabú, no es mi condición como mujer lo que genera este tipo de cosas, sino más una prevención que hay hacia el enfoque del proyecto. Como mujer no he sentido que en mi trabajo sea más vulnerable, sin embargo, sí debo decir que desde mi condición de mujer el consumo sí llega a ser vulnerable, en un contexto machista, sexista, en donde muchos hombres se creen en la capacidad de abusar o maltratar a las mujeres que consumen. Existe un prejuicio moral de que la mujer que usa sustancias puede ser más dócil. Por otra parte, sí creo que el consumo de sustancias psicoactivas nos afecta de manera distinta a las mujeres que a los hombres en cuanto a nuestro cuerpo, nuestra predisposición con las sustancias cuando estamos deprimidas, cuando estamos con nuestra regla, cuando usamos medicamentos hormonales y anticonceptivos que cambian mucho nuestra predisposición con las sustancias psicoactivas.
Yo creo que cada vez nos estamos acercando a una sociedad más justa en temas de derechos para las mujeres, pues cada vez son más las organizaciones civiles que trabajan para esto y el mundo lo está viendo; sin embargo, falta mucho por hacer. En mi caso particular y el de mis compañeras de trabajo, trabajar el enfoque de la reducción de riesgo y daño en el consumo de drogas en Colombia, especialmente en Bogotá, no es una limitante ni tampoco una condición, lo que sí creo es que falta más educación frente al tema.
¿Cuál es el contexto actual del proyecto en Colombia?
Estamos atravesando por un momento duro en el proyecto, y tiene que ver con el cambio de administración pública en Bogotá; antes contábamos con el apoyo y con recursos de la administración que nos permitía llegar a diferentes lugares de la ciudad y a diferentes estratos socioeconómicos, y ahorita solo podemos ir a los eventos en donde pueden pagar el 30% de la logística de lo que vale este proyecto, porque nos cuesta mantener este proyecto.
Digamos que el año pasado y este, hemos estado sujetos a conseguir recursos desde la autogestión y eso ha sido un limitante para poder llegar a todos los barrios y eventos públicos que no cuentan con lo necesario para pagar una intervención, sino que solo hemos podido ir donde los privados, que sí pueden pagar estos servicios. Esto no debería ser así, esto lo debería pagar el Estado para poder ayudar a los que no tienen el acceso ni los medios para esta información.