Los consumidores de marihuana son víctimas del prejuicio constante de la sociedad. Sin embargo, los usuarios de las otras sustancias también son víctimas de esto, a veces incluso por los propios pachecos. ¿Cómo es que un usuario de droga (que sufre estigma) ataca a otro usuario de otra droga? Veamos:

El virus de la desinformación

El estigma hacia la marihuana sólo puede entenderse cuanto observamos la generación de mitos y hechos falsos. Algunos son: “es la puerta de entrada hacia otras drogas”, “genera dependencia inmediatamente”, “te vuelve un perezoso”.

Y dado que en el pasado era difícil acceder a información que probara lo contrario, estos mitos persisten. Afortunadamente hoy en día hay un poco más de acceso a la información, por lo que esto comienza a cambiar.

Sin embargo, la mayoría de los consumidores constatamos que esto no es así simplemente por nuestra propia experiencia. Pero eso no nos hace inmunes a la desinformación y los mitos que rodean a las otras sustancias.

Recordemos que la prohibición de estas nos afecta a toda la sociedad al alejarnos de los hechos científicos, y por ello, todos podemos ser víctimas del “virus de la desinformación”.  Incluso los marihuanos.

No por ser “natural” es bueno.

Un mito que rodea al consumo de marihuana es que por ser una planta carece de riesgos a la salud. Pareciera que en la naturaleza no hay sustancias dañinas, lo cual es totalmente falso.

Podemos pensar que esto se da en respuesta a otra mentira: “la marihuana es sumamente dañina”. Pero el objetivo es acercarnos a la verdad, “existen riesgos pero son menores a los del alcohol y el tabaco”, por ejemplo.

La marihuana SÍ es una droga y eso no tiene nada de malo

Un derivado del mito anterior es que la marihuana para nada es una droga. Según la Organización Mundial de la Salud una droga es: “toda sustancia que introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce de algún modo una alteración del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y además es susceptible de crear dependencia”.

Y eso es precisamente lo que ocurre con los cannabinoides como el THC. Lo cual no implica que necesariamente sea malo. Después de todo, en esa misma definición encontramos al alcohol, el café, el azúcar, y muchas otras sustancias con las que convivimos diariamente sin mayores repercusiones.

Luchamos por los derechos

Lo que nos lleva al meollo de todo esto: el derecho de consumir marihuana en realidad es el derecho de decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra persona. Esa es una forma muy simple de describir el “libre desarrollo de la personalidad”.

No se trata de cuidar nuestra salud de sustancias dañinas, o de escoger un camino moralmente recto, ni “natural-orgánico-glutenfree”. Si no aplicar la enseñanza popularizada por Beni Juárez: “Entre los individuos, como en las naciones, el derecho al respeto ajeno es la paz”.

Después de todo el objetivo para todos es construir una sociedad que pueda convivir de la manera más sana con las sustancias (legales e ilegales) y sus usuarios, algo que ciertamente no ocurre.

Por ello los invitamos a ejercer su derecho y respetar el de otros, sin importar la droga de su preferencia.