El pulque es una bebida fundamental y sagrada en las culturas del Altiplano Central. Ya desde la Época Prehispánica sus usos eran mútiples y relacionados con mitos comogónicos; así como con diferentes deidades y rituales, algunos de los cuales integraban niños y ancianos en su ingesta.
Un hallazgo arqueológico de relevancia en el tema es el Mural de "Los bebedores de Pulque", en Cholula, Puebla, realizado entre el 200 y el 250 d.C., el cual muestra una escena de 110 personas cuya actividad central es beber pulque.
En el siglo XVI Francisco Hernández señaló que "[...] la importancia que los nahuas daban a los maqueyes productores de aguamiel se expresa claramente por los nombres específicos con los que distinguían [...]". Y hay autores que consideran "Si se quiiera definir al pueblo Mexica -en la fase que corresponde a la capa mítica del período Huitzilopochtli- por un elemento de cultura sacado del dominio etnobotánico, había de convenirse en denominarlo una 'civilización del maguey'".
La divinidad de la planta se centra en la madre dadora del maguey: Mayáhuel; a quien, en la cuenta calendárica del tonalpohualli, se le confiere el lugar de señora del octavo signo de los días tochtli, el cual está estrechamente relacionado con el pulque, así como con la luna, la fertilidad y la transgresión.
En la Historia de los mexicanos por sus pinturas, de fray Andrés de Olmos, se narra cómo la diosa es raptada por Ehécatl, dios del aire, para formar el maguey. Ocurrió cuando los dioses decidieron darle al hombre una bebida para que fuera feliz, danzara y cantara en la tierra. Ehécatl escuchó esto y enseguida pensó en Mayáhuel, quien se encontraba durmiendo con sus hermanas y su abuela. Entonces, la invitó a bajar a la tierra para formar un árbol de dos ramas. Cuando la abuela y la hermanas despertaron y vieron que no estaba, descendieron a la tierra para buscarla; encontraron las ramas que habían formado, las desgajaron y se comieron el tallo de Mayáhuel, pero no el de Ehécatl. Entonces el dios reunió los huesos de la diosa y los enterró, de allí surgió el árbol que llamaron metl (maguey).
Este es el sentido del mito de Mayáhuel, madre del maguey; en el cual destaca la acción transgresora como origen de la planta que da el pulque.
Por otra parte, Fray Bernardino de Sahagún, en su afamada Historia General de las cosas de la Nueva España, describió varios aspectos importantes sobre la sacralidad del pulque y el culto a Mayáhuel. En el capítulo “De los mexicanos”, narra cómo los dioses obtuvieron el conocimiento para perforar el maguey estando en Tamoanchan:
[…] era mujer la que comenzó y supo primero agujerar los magueyes, para sacar la miel de que se hace el vino, y llamábase Mayáuel, y el que halló primero las raíces que echan en la miel se llamaba Patécatl […]
En otro capítulo, el cronista describe una celebración en la que Mayáhuel es protagonista, “la fiesta y sacrificios que se hacían en las calendas del décimo tercero mes, que se decía tepéilhuitl”, en la cual mataban a algunas mujeres en honra de los dioses de los montes; una de las cuales era llamada como la diosa de los magueyes, lo que también revela el sentido sacrificial que residía en el octli.
Sahagún también relatar la suerte de quienes nacían en distintos días del calendario tonalpohualli; y entre ellos los nacidos bajo el signo ome tochtli, de quienes escribe: “[…]sería borracho […] Y no se acuerda de lo que será necesario en su casa […] mas solamente procura emborracharse […]”. Y en otro fragmento describe los diversos tipos de borrachos, razón por la que el vino es llamado centzontotochtin -“400 conejos”, porque existían muchas maneras de borrachera.
Por último, el cronista también escribe “De cómo se acabó la fortuna de Quetzalcóatl y la caída de la gran ciudad Tollan”, en el cual narra cómo Topiltzin Quetzalcóatl, señor de Tollan, una ciudad poderosa cuyos habitantes eran los toltecas, fue engañado por Tezcatlipoca, quien se apareció disfrazado de anciano para invitarle una “medicina”; tras mucha insistencia, Quetzalcóatl aceptó el pulque y se emborrachó. Después lloró al darse cuenta de que había sido engañado y perdido su ciudad.
Después de la conquista, los europeos trataron de arrancar la religiosidad pagana de los indios a través del control cultural y la imposición de sus creencias. Sin embargo, la bebida no perdió su sacralidad, existen registros etnográficos que demuestran que el consumo del pulque resiste como una tradición que dota de cultura propia a pueblos y comunidades, y que sigue perteneciendo al contexto de lo sagrado en fiestas y rituales.