El uso de filtro en el porro es una práctica relativamente nueva, al menos en su uso generalizado. Ésta es promovida en ocasiones como un método para cuidar la salud y reducir algunos daños de fumar cannabis. ¿Qué tiene esto de cierto? Veamos:
¿Filtro o boquilla?
Para empezar cabe hacer una esencial distinción entre una boquilla y un filtro. Una boquilla es lo que te armas con una tarjeta de presentación, costillar del metro o los cartoncitos cortados a la medida que vienen en los empaques de algunas marcas de papeles para liar. Por otro lado, un filtro separa una cierta cantidad de partículas para “purificar” un poco el aire que inhalas. Un ejemplo claro es el que usan los cigarrillos de tabaco, aunque también hay filtros de algodón para pachecos.
Hoy en día la efectividad de estos filtros es duramente cuestionada, e incluso se señala que la idea detrás era el intento de las compañías tabacaleras por reducir la percepción de daño producido por el uso de tabaco. “A mediado de los 60 los diseñadores de cigarrillos se dieron cuenta de que su problema era el resultado de un simple hecho: que aquello que es dañino en el humo y eso que provee la satisfacción son lo mismo”. Escribe Bradfor Harris en un artículo llamado El intratable ‘problema del filtro’ de cigarrillo.
“Sólo al darse cuenta de ello cambió la agenda de los diseñadores de cigarrillos, y pareció transicionar lejos de la idea de mitigar los daños a la salud de fumar y hacia la perpetuación de la noción de que los filtros son efectivos en reducir los riesgos. Los filtros se convirtieron en una herramienta de marketing diseñada para mantener y reclutar fumadores como consumidores de estos productos peligrosos”.
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Dicho eso, vale la pena señalar que el filtro de algodón ‘aligera’ la densidad del humo, por lo que es más noble con la garganta que las boquillas de cartón o incluso de vidrio. Sin embargo, también es posible que en él queden atrapados cannabinoides y terpenos tan preciados para la experiencia psicoactiva.
¿Cuida tu salud?
A diferencia de la industria del tabaco, los entusiastas del cannabis promueven el uso de filtro con la intención de aumentar la distancia entre la fuente de calor y la garganta. De hecho, múltiples pipas y bongs están diseñados y son promovidos con ese mero fin: enfriar el humo. Sin embargo, esto podría conducir a resultados inesperado.
La publicación Estudio de vaporizadores y pipas de agua de marijuana a cargo de la Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos (MAPS por sus siglas en inglés) se centró en analizar el humo de distintas fuentes: un porro sin filtro, un porro con filtro de cigarrillo, tres bongs y dos vaporizadores.
En la investigación se enfocaron en dos componentes principales del humo: (1) total de partículas sólidas o “tar”, que son residuos nocivos de subproductos de la combustión o tar… (2) cannabinoides.
“Sorpresivamente, el porro sin filtro tuvo el mejor desempeño excepto por los vaporizadores, con una proporción de 1 parte de cannabinoides por 13 de tar. Decepcionantemente, los bongs se desempeñaron peor que el porro sin filtro. El bong ‘menos peor’ produjo 30% más tar que cannabinoides. Esto sugiere que la filtración con agua es contraintuitiva…”.
Cabe señalar que el estudio es deficiente en el sentido que usó marihuana provista por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIDA por sus siglas en inglés), y la cual suele contener bajo nivel de cannabinoides (aproximadamente 2%).
Sin embargo, cuando miramos solamente las proporciones parece ser que el porro sin filtro es capaz de suministrar una cantidad mayor de cannabinoides. Uno solo puede suponer que es mejor para la salud de la garganta si se logra ingerir más cannabinoides con menos toques. Pero reconocemos que es un tema complejo del cual hace falta mucha investigación.
Recordemos también que el filtro tiene otros usos en la cultura cannábica entre ellos disfrutar hasta la bachita sin quemarte los dedos o conservar un sabor más puro de nuestros preciados cogollos.