Decálogo del consumidor de cocaína:
1.-Si alguien alguna vez te invitó una raya, tarde o temprano tu tendrás que corresponderle.
2.-Aquellos que se niegan a cooperar para la vaca cuando comienza la fiesta, son los primeros que te piden cuando ya están pedos.
3.-Nunca le confíes la bolsita a un primerizo (la puede tirar).
4. Nunca le confíes la bolsita a un experto (se la puede acabar).
5.- Nunca le confíes la bolsita a una mujer (la quieren toda). Es mejor prepararle su rayita, de preferencia en un lugar discreto del baño, cubierta con un pequeño trozo de papel.
6.- Antes de regresar reanimado a la fiesta después de ir al baño, primero checa tu nariz en el espejo, no seas el payasito de la noche.
7.-Aunque usted no lo crea, cuando un cocainómano va al baño, a veces también es para cagar.
8.-La mejor forma de confirmar que no eres adicto, es guarda un cachito e irte a dormir, deja pasar un par de días con la conciencia de que aun tienes para una hermosa raya esperándote.
9.- Si sólo quedan dos rayas y alguien te ofrece un jalón, no seas hipócrita y métete la más grande.
10.- Cuando estás durmiendo y de pronto sueñas con cocaína, no te preocupes, hay quienes ya no duermen.
Dos breves historias para creer en el dios Maradona:
1.-Estabas en el legendario after cultural “El Mestizo”, eran como las cuatro de la mañana y al parecer nadie traía perico. Sólo había un baño mixto (eran dos, pero el otro siempre estaba descompuesto) y tenías que hacer largas colas. Ya te sentías pedo y sólo querías orinar y largarte a tu casa. Cuando te tocó tu turno, la puerta corrediza del pequeño baño se abrió como se abre el horizonte de un bello día, apareció una hermosa mujer de cabellera dorada y alborotada como una medusa. Creo que advirtió tu emocionada sorpresa, te miró a los ojos y te preguntó, sin importar que tu fueras un desconocido borracho: “¿Quieres coca?”, apenas pudiste responderle afirmativamente: Siiiii. Te invitó a entrar y cerró la puerta, sacó un papel muy bien doblado y dejó sobre la tapa del mingitorio una generosa cantidad, te regaló también una sonrisa traviesa y salió corriendo antes de que pudieras darle las gracias y declararle tu amor. Esa madrugada creíste en la diosa blanca.
2.- Aquel domingo amaneciste para variar crudísimo. Tu mujer te recordó que habías quedado de llevarlos, también a tu hijo Emiliano, a un concierto de cámara de un cuarteto muy famoso que tocaría al medio día en el Centro Cultural España. Trataste de aparentar tu destrucción, pero ella siempre te descubría de inmediato. Te portaste como un héroe, saltaste a la regadera y llegamos justo a tiempo para el concierto. Fue todo un reto no quedarte dormido ante un espléndido concierto no apto para crudos. Salieron del auditorio y tu hijo pidió algo de beber, recordaste que traías poco dinero y le sugeriste mejor comprar algo en el puesto de la esquina. Tu considerada esposa se apiadó de ti y te dijo: “Ya sé que estás crudo, los invito a comer y unas chelas en la terraza”, te sentiste más aliviado y antes de llegar a la amable terraza, pasaste al baño, obviamente tenías diarrea y hasta ganas de guacarear. Pero al sentarte en la taza, algo cambió tu domingo: en el cenicero de metal que había frente a ti, advertiste un montoncito de polvo blanco que brillaba de manera mágica. Sacaste una tarjeta y formaste una raya gruesa como las que le gustan a tu amigo JM Servín. A falta de dinero, doblaste una tarjeta de presentación e inhalaste con toda enjundia. Al salir, había un joven que te miró desconfiado, tu estabas tan feliz que lo saludaste muy amablemente y casi le das las gracias, te encaminaste a la terraza a compartir una bella tarde de domingo en familia.
Todas las mujeres marihuanas son golosas
La tarde de ayer me encontraba en mi recamara concentrado en reflexiones existencialmente profundas, acompañado de Chuvaka. De pronto se escucharon unos gritos: "¡Señor, señor, ya me voy, no sé qué me pasa!", el pinche perro comenzó a ladrar como loco y yo me levanté asustado. La señora que viene cada miércoles a hacer el quehacer (aunque no lo crean sí hacemos el quehacer), me miraba entre aterrorizada y traviesa, se llevaba la mano a la boca: "Se me durmió la lengua, ya me voy". le serví un vaso con agua y le pregunté si había comido algo. Me señalaba una pequeña bolsa que un día anterior había olvidado una amiga mía. Confesó su atrevimiento: "Se cayó de la bolsa un chocolate y me lo comí", no pude evitar una carcajada, resulta que mi amiga Nancy Galletas me había regalado un chocolatito horneado con mantequilla de THC y a mi vez, se lo obsequié a mi amiga de la bolsa que se abre sola, jajaja. Señora y por qué anda usted esculcando mis cosas, le reclamé sin dejar de reír. "No sé señor, ya me voy, no puedo hablur". No se preocupe, usted se acaba de comer un chocolate con marihuana, no le va a pasar nada, siéntese. "No, ya me voy", le pagué y salió casi corriendo, Chuvaka le dedicó una sonrisa perruna. ¡Ah que señora tan golosa y además marihuana!, jajaja.