Desde las décadas de 1950 y 1960 se realizaron miles de estudios de investigación científica para demostrar los beneficios de los psicodélicos (psilocibina, mescalina, LSD y DMT) como una alternativa para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión, entre otros trastornos neurológicos.
Pero en 1970 Richard Nixon en Estados Unidos presentó su Ley de Sustancias Controladas y, lamentablemente, todas estas drogas se volvieron ilegales. Durante tres décadas, la investigación se detuvo.
Sin embargo, actualmente muchos investigadores han continuado la investigación al respecto. Por ejemplo, la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU está comenzando a ver la calidad de vida como un factor en la evaluación de medicamentos y han decidido probar con la psilocobina.
Esta administración aceptó estudiar estas sustancias y acelerar el proceso de desarrollo y revisión de fármacos. Y otorgó la designación de terapia innovadora al uso del MDMA para tratamiento del trastorno de estrés postraumático. El MDMA también es conocido como “éxtasis”.
Israel acaba de unirse a estos esfuerzos en investigaciones al respecto. A principios de este año, Nextage, empresa farmacéutica israelí, firmó un acuerdo con MindMend, que se caracteriza por ser innovador en esta nueva ola de investigaciones que se está centrando en el desarrollo farmacéutico psicodélico, para utilizar su tecnología de administración patentada “Brain Targeting Liposome System” (BTLS), con la intención de mejorar la administración de productos farmacéuticos basados en noribogaína y otros derivados de ibogaína.
La ibogaína es extraída de las raíces de una planta nativa de Gabón, en África central. Y se está estudiando por ser funcional en el tratamiento de la adicción a los opioides.
Un punto no tan positivo de esta cuestión es que tiene efectos secundarios. Un comunicado de MindMed, dice:
“en la actualidad la ibogaína y la noribogaína administradas por vía oral presentan riesgos de seguridad inaceptables debido a sus efectos torsadogénicos a altas concentraciones sistémicas”.
En otras palabras, puede causar ataques cardíacos. Pero los investigadores creen que si se reduce la dosis administrada mientras se mantiene la misma cantidad del fármaco que llega al cerebro, en comparación con el resto del cuerpo, incluido el corazón, “es entonces el billete de lotería [ganador].”
Todo esto deja un desafío grande para los investigadores y las empresas farmacéuticas inmiscuidas porque cualquier fármaco que se utilice para tratar un trastorno neurológico, o incluso el cáncer de cerebro, es que la barrera hematoencefálica, en su esfuerzo por proteger el cerebro, evita el paso de alrededor del 95% de las moléculas dañinas.
En la medicina tradicional, la mayoría de las terapias farmacológicas se dirigen al cerebro y al sistema nervioso central y se dan a los pacientes en dosis extremadamente altas para que lleguen las cantidades suficientes a donde se necesita. Pero tiene la desventaja de que todo lo que no atraviesa la barrera se dispersa sistémicamente por todo el cuerpo, y esto en muchas ocasiones causa efectos secundarios graves.
La plataforma BTLS, licenciada por el Technion-Israel Institute of Technology, desde hace cuatro años utiliza un vehículo liposomal con un complejo de focalización que permite la penetración de la barrera hematoencefálica y la administración específica del cerebro de todo tipo de agentes.
Un dato curioso es que las vacunas Pfizer como Moderna para el COVID-19 se administran a nuestro cuerpo usando estas cápsulas de ácidos grasos o liposomas.
Nextage, ha adjuntado una “flecha pequeña” de siete péptidos de aminoácidos, esencialmente una proteína muy pequeña, que forma parte de una proteína mucho más grande que es natural del cerebro y tiene una forma de transportar activamente la cápsula liposomal por la barrera hematoencefálico.
Una vez que la cápsula se introduce en el cerebro con la flecha, se aloja en ese lugar y empieza a disolverse, lo que ayuda a la liberación del material activo: el fármaco.
Lo cual permite a las empresas farmacéuticas reducir sustancialmente la dosis necesaria y, por tanto, los efectos secundarios. “Es realmente un atisbo de esperanza en el mundo farmacéutico”, declaró Dreazen.
La empresa ya realiza diversos trabajos preclínicos que demuestran la eficacia y universalidad de la tecnología con la que cuentan.
Incluso hace un mes, terminó un primer estudio de toxicidad de seguridad con cannabidiol y ahora se encuentra en el proceso de planificación de un ensayo clínico de Fase I / II para la administración y el uso de CBD para ciertas afecciones.
Nextage, con sede en Ness Ziona, es parte de un grupo que ha estado en el negocio de la distribución de medicamentos por 14 años. Su empresa filial, IMIO, se centra en los psicodélicos. La compañía completó una ronda de financiación de 2 millones de dólares hace un par de meses.
Otro compuesto que la compañía espera analizar es la dietilamida del ácido lisérgico, conocida como LSD. Dreazen señaló que el LSD “es una droga realmente prometedora”.
Dreazen, declaró:
“Creo que los psicodélicos en Israel están emergiendo, y somos la primera empresa pública que realmente pone nuestros dientes en ello. Israel siempre ha estado a la vanguardia de la investigación y el desarrollo y estamos comprometidos a encabezar esta industria. Israel siempre ha estado a la vanguardia de la investigación y el desarrollo y estamos comprometidos a encabezar esta industria”.
Se espera que pronto más empresas farmacéuticas comiencen a investigar más sobre este tipo de cuestiones para brindar alternativas de tratamiento a sus pacientes, con afecciones neurológicas.
Con información de Enlace Judio