El segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan fue convocado por las zapatistas del 26 al 29 de Diciembre del 2019 en el caracol Morelia. Ahí nos reunimos más de 4 mil asistentes de 49 países, para discutir un solo tema: la violencia contra las mujeres.
Con el verde de la esperanza, las zapatistas nos recibieron en sus montañas y con la hospitalidad que les caracteriza nos cuidaron, nos alimentaron y nos escucharon. Desde el primer día del encuentro, esa fue la propuesta, escucharnos y nombrar con las palabras la violencia que atraviesan nuestros cuerpos/territorios. Ante la fulminante palabra que nombra con el temblor de la voz, el sometimiento del cuerpo femenino en el orden patriarcal a la violencia más despiadada, nos escuchamos, nos enojamos, nos entristecimos, nos consolamos, nos abrazamos. Para después organizarnos, esa fue la consigna emitida por las zapatistas.
Para el segundo día del encuentro, nos lanzaron un par de buenas preguntas ¿qué hacemos? ¿cómo nos organizamos? Ante ellas, comenzaron a surgir diferentes mesas de trabajo, donde se convocaban a las mujeres de acuerdo a ciertos temas como, por ejemplo, violencia en las universidades, feminismos y artes, tren maya, medios independientes, feminismos y maternidades, entre otros.
Fue un acontecimiento inesperado comenzar a escuchar que a las 4:20 se había convocado a una reunión de mujeres cannábicas, la cual se realizó con bastante afluencia de mujeres de toda la República y más allá de nuestras fronteras, mujeres chicanas, centroamericanas, argentinas. Encuentro motivante y esperanzador fue esta reunión de mujeres cannábicas que luchan, quienes mediante el diálogo acordamos crear en ese momento un manifiesto de mujeres cannábicas, el cual está próximo a publicarse, pues las compañeras siguen trabajando en mejorar la redacción del mismo. En el manifiesto deseamos expresar quienes somos y qué es lo que queremos, pues nos dimos cuenta que nos hace falta un discurso que nombre nuestra lucha.
Así pues, acordamos que como mujeres cannábicas que luchan, somos defensoras de la vida, de la tierra, de la madre naturaleza y por ello afirmamos que ninguna planta debe ser criminalizada. En este sentido nuestra lucha es por el autocultivo, como la única vía para defender a nuestra madre naturaleza del capitalismo/patriarcal que, como nos fueron a advertir las compas chicanas, es sumamente peligroso cuando acapara el mercado del cannabis, pues la agroindustria solo provoca despojo de territorio a los pueblos originarios y la contaminación del medio ambiente con pesticidas que, como bien sabemos, no solo son venenosos para las comunidades que habitan estos territorios, sino también y, sobre todo, para los consumidores de las plantas.
También se discutió la importancia de construir espacios seguros para las mujeres cannábicas, en tanto consideramos que debido a la criminalización del consumo de la planta, nos encontramos más expuestas a la violencia machista. Pues como bien dicen las chilenas “El Estado opresor es un macho violador” y la violencia que ejerce el Estado y todas sus instituciones (la policía, la familia, la escuela) sobre los consumidores de cannabis, se transforma en las consumidoras en violencia de género. Ya sea por el policía que además de extorsionarte te violenta sexualmente, del hermano o el padre que toma como pretexto tu consumo de cannabis para violentarte física o psicológicamente, o la escuela donde puedes tener problemas si te atrapan fumando un porro. Las mujeres no estamos seguras, ni en los espacios educativos, ni en las familias, ni en el espacio de lo público, y menos aún si somos mujeres cannábicas.
Para liberarnos tenemos que terminar con la violencia machista que impera en el sistema capitalista/colonialista, como su estructura misma. Esa es la enseñanza que nos dejan las zapatistas que la lucha para que las mujeres podamos vivir libres de violencia, atraviesa también la lucha contra el capitalismo, pues “Como que lo vemos claro que el sistema capitalista y patriarcal es como un juez que ha dicho que somos culpables de haber nacido mujeres y por tanto nuestro castigo por ese delito es la violencia, la muerte o la desaparición.”
La tarea con la que nos regresamos cada quien a nuestros territorios, a nuestras trincheras, es organizarnos con otras mujeres, sin importar quién es la más feminista o la más bonita, ya que “Nadie nos va a conseguir la paz, la libertad, la justicia. Tenemos que luchar, hermana y compañera, luchar y arrebatárselas al Mandón.”
Ni la tierra, ni las plantas, ni las mujeres somos objeto de mercantilización.
Existencia, rebeldía y dignidad cannábica.
Texto: Fantasma psicodélico
Imágenes: Blanca Estrella Ruiz
Mujeres cannábicas leyendo su manifiesto ante las zapatistas y las asistentes