Autor: Aldo Contró

Mucho se ha señalado últimamente en diferentes foros de discusión, artículos de opinión, congresos académicos y otros espacios, que el actual paradigma prohibicionista de las drogas está viviendo sus últimos tiempos. La reciente regulación del cannabis en Uruguay así como en distintos estados de Estados Unidos, el creciente debate en cada vez más países del mundo que discuten iniciativas de ley y distintas opciones de reforma, el ya muy evidenciado fracaso del sistema internacional de fiscalización, así como los costos de una absurda guerra inventada hace medio siglo, hacen inviable la continuidad de esta visión carente de sentido. Sin embargo la estructura de la prohibición, que vale mucho en términos económicos, aún se defiende.

En la agenda de este año se tenían programados dos foros multilaterales sobre políticas de drogas: el 59 periodo de sesiones de la Comisión de Estupefacientes (CND por sus siglas en inglés), y la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS por sus siglas en inglés). Sobre la CND, se trata del principal organismo de la ONU encargado de tomar decisiones sobre la política de drogas a nivel mundial. La CND sesiona una vez al año en el mes de marzo, en esta ocasión del 14 al 22 (acaba de concluir); esta comisión está conformada por 53 estados miembros con los que se pretende dar representatividad a las distintas regiones del mundo. En las sesiones recién concluidas quedó acentuado el papel reformista que juegan actualmente los estados latinoamericanos, como puede entenderse tras lo manifestado por los representantes colombianos e incluso los mexicanos (más en el discurso que en la práctica, como acostumbra el actual gobierno nacional en este tema); como ha venido sucediendo en los últimos años, los colombianos, representados por su Ministro de Justicia, Yesid Reyes, se mostraron progresistas en el debate. En el caso de la representación mexicana, podemos señalar que además de utilizar las desgastadas muletillas de la salud y los derechos humanos, propuso una resolución junto con Brasil y Costa Rica que fue aceptada, sobre incorporar una perspectiva de género en la construcción de las nuevas políticas. No mucho más que destacar del papel mexicano.

Este 2016 las sesiones de la CND no representan la discusión multilateral más importante del año sobre política de drogas, pues fungieron más como preparativo para un evento mayor: UNGASS. No es exagerado señalar que se trata de un evento histórico, pues discutirán todos los estados miembros de la ONU. Para que se den sesiones especiales de este tipo, sobre cualquier tema, tres estados miembros tienen que solicitarlas; la de este año fue solicitada por los gobiernos de Colombia, Guatemala y México, lo que añade interés para nuestro país y toda la región latinoamericana. La última UNGASS que se realizó sobre el tema de las drogas fue en 1998, en un contexto abismalmente distinto; hace 18 años la comunidad internacional se propuso la utópica (¿o distópica?) meta de lograr un mundo sin drogas. Nada más lejos de la realidad. Este año la UNGASS se realizará en un contexto muy distinto, de creciente crítica hacia el actual sistema.

De lo discutido en las sesiones de la CND se redactó un documento que no satisface a los que esperamos pasos seguros hacia la reforma. Si bien es cierto que se incorporan nuevos elementos como la perspectiva de género que defendieron los representantes de la región latinoamericana, la crítica a la pena de muerte por delitos de drogas y algunos otros temas relacionados a los derechos humanos, la realidad es que no vemos que haya un nuevo enfoque, pues no se plantea modificar ningún aspecto sustancial del sistema de fiscalización, como se esperaría en un contexto como el actual. Sin embargo no sorprende, pues hay un fuerte grupo de estados encabezados por Rusia, China y Egipto, que defienden la prohibición y sus formas más punitivas; estos estados han bloqueado las reformas importantes. Es difícil esperar algo diferente de UNGASS, pues aunque el debate garantiza pluralidad, lo sucedido en la Comisión de Estupefacientes es un claro síntoma de que no hay un consenso unánime sobre cuál debe ser el futuro del control de drogas. Hay un bloque que empuja hacia la reforma y otro que se resiste.

De esta forma, a pesar de la expectativa creada por la coyuntura actual, posiblemente los usuarios tendremos que seguir esperando que nuestros derechos, protegidos por las convenciones regionales y universales en materia de derechos humanos –como el del libre desarrollo de la personalidad, recientemente defendido por la SCJN en México-, sean reconocidos y garantizados.

Autor: Aldo Contró - @AldoContro