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Ha pasado casi un año desde que los efectos de la emergencia sanitaria comenzaron a manifestarse en la Ciudad de México. Durante este tiempo, el uso de cannabis ha tenido sus altibajos. Un par de comerciantes de productos de cannabis nos platicaron sus perspectivas sobre el inusual año pasado y lo que para ellos significa la posibilidad de regulación de la planta.

Compras de pánico

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Al inicio de la emergencia sanitaria, hubo compras de pánico de distintos productos de la canasta básica (como el papel de baño). Lo mismo ocurrió con el cannabis. Esto pudo observarse en países con regulaciones comerciales (como Amsterdam y Estados Unidos), pero también en México donde el mercado aún opera en la ilegalidad. Sin embargo, según el primero de nuestros informantes, Ramiro, este incremento duró poco.

“Al inicio hubo pánico y se hicieron compras de emergencia. Tres meses después las cosas se normalizaron y después el volumen de compra comenzó a bajar. Quienes te compraban mucho te empezaron a comprar menos. Y quienes pagaban por cosas de calidad comenzaron a comprar cosas más ‘standard’. Antes me compraban onzas de 800, ahora pagan 200 o menos”.

Así mismo, se percibió un incremento en la competencia. “Si antes te encontrabas con 1, ahora te encuentras con 10, afirmó”.

Por otra parte, Jaime, nuestro segundo informante, aseguró que para él fue muy importante contar con una estrategia digital. “El comercio tuvo un buen auge para quienes tienen una estrategia digital. Para nosotros que hacemos principalmente venta en línea nos fue bien. El hecho de que las personas estén más tiempo en su casa incrementó el consumo de cualquier cosa, agua, comida, internet y, por supuesto, marihuana.”

Nuevas normalidades marihuanas

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Así mismo, se vieron afectadas varias partes de la esfera de vida de los usuarios de cannabis, lo cual también alteró las dinámicas de mercado. Por ejemplo, se han complicado aspectos como la entrega y sus estrategias se han adaptado: 

“Ya no usamos las estaciones de metro, por ejemplo. Esto comienza a afectar la cadena de distribución, puesto que puedes necesitar más “manos” para que el producto llegue al consumidor final. Esto eleva el costo final del producto y baja la calidad porque no todos preservan las flores en buenas condiciones. También nos ha impulsado a mejorar la calidad y encontramos incluso clientes que son más frecuentes”.

Por otra parte, la falta de eventos dificulta el encontrar conocer más posibles clientes. “En los eventos se podían mostrar los productos, hacen falta”:

Añadió que “el uso también se ha modificado. Hay gente preguntando específicamente por flores que los relajen o de plano preguntan por aceite, el cual se percibe como de un uso más terapeútico en comparación a la flor.” 

Algo similar ocurre con la falta de espacios públicos. “Antes las personas salían de sus casas para fumar. Ahora la pandemia hace que sea más difícil el consumo. Eso ha disminuido las ventas pero también ha fomentado otras formas de uso, como los comestibles”. 

Expectativas diversas ante la regulación

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Jaime compartió que, según él, “la regulación nos permitiría tener un control de calidad en aspectos de la siembra y verificación de los productos por medio de cromatografías y demás técnicas. También ayudaría a difuminar las cosas más escabrosas que rodean estos temas”.

Por su parte, Ramiro añadió que sus expectativas “son un poco negativas debido a que se sabe que no habrá una regulación justa hacia el comercio. Habrá quienes se avienten con el riesgo de que se los coman “los malos” (osea, los empresarios) o “los más malos” (que son la policía y los narcos). Está complicado. No se apoya a los pequeños emprendedores, sino que únicamente a grandes empresas y grupos con enormes cantidades de dinero."

“Para los clientes de uso médico será beneficioso, sin duda, porque habrá más profesionales de la salud. Pero la regulación tiene cosas sin sentido como el hecho de que si hay una mamá no puede consumir en la misma casa donde está su bebé. O que el vecino pueda denunciarte porque le alcanzó el olor de la mota y no le gusta.”

“También será bueno que haya espacios donde puedes ir a comprar cannabis y te sientas seguro, además de que pagues un precio justo por un producto de una calidad determinada. No como ahora que el precio lo fija el ‘dealer’ y puede variar según de cómo te veas. Por ejemplo, es costumbre que a los extranjeros se les incremente el precio, algo que podría verse como un robo.”

Lo anterior parece indicar un futuro incierto para el comercio de cannabis, al menos en la Ciudad de México. ¿Prevalecerán los comerciantes tal y como los conocemos ahora o serán desplazados por los dispensarios? Los usuarios tendrán la última palabra.