Albert Hofmann fue un químico que es considerado como el padre del LSD. El 16 de abril de 1943 había consumido por error dicha sustancia, la cual estudiaba en los laboratorios de Sandoz con el fin de crear estimulantes circulatorios a partir del hongo del cornezuelo. Ese día derramó involuntariamente una pequeña cantidad del compuesto llamado LSD-25 sobre su mano.
Después de la experiencia, escribió al Dr. Arthur Stoll, quien entonces era jefe del departamento en el que trabajaba, para decirle que había tenido que interrumpir su trabajo y retirarse a casa debido a los “efectos de intoxicación no desagradable” que había sentido tras tocar un poco de la sustancia. En el mensaje, Hofmann detalla más sobre su experiencia: “un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos”.
Esta experiencia con LSD despertó la curiosidad del primer psiconauta en probar esta droga. Tres días después, Hofmann decide probar una dosis más alta, buscando conocer con mayor profundidad sus efectos. Tras usar sublingualmente 250 microgramos el científico comenzó a experimentar un viaje mayúsculo que le produjo cuadros de temor y ansiedad. Pidió a su ayudante que le acompañara en su vuelta a casa, como por aquel entonces los vehículos a motor estaban prohibidos debido a restricciones impuestas por la guerra, utilizaron una bicicleta como transporte.
Durante el trayecto, las alucinaciones de Hofmann se hicieron cada vez más intensas. “Poco a poco comencé a disfrutar de una sucesión de colores y formas sin precedentes, aun con mis ojos cerrados. Fantásticas imágenes caleidoscópicas surgían en mí, alternantes, variadas, se abrían y cerraban en círculos y espirales, y explotaban como fuentes de color, se reordenaban y mezclaban en un flujo constante...”, detalló creyendo que el LSD le había envenenado.
Sin embargo, el médico de cabecera lo examinó posteriormente y no detectó ninguna anomalía más allá de un par de pupilas muy dilatadas; aquella profunda y brutal experiencia estaba sólo en su mente.
Es por esta experiencia que aquel viaje de vuelta a casa se conoce como El día de la bicicleta.
El día de la bicicleta
Comenzó a celebrarse en Illinois en los años ochenta gracias al profesor universitario Thombas B. Roberts, quien quiso conmemorar la experiencia vivida por Hofmann y organizó una fiesta en su propia casa de DeKalb (Estados Unidos). No sabemos si usaron LSD…
Pocos años después se propuso que esta celebración fuera más grande y envió un anuncio a sus amigos y a listas de internet para difundir la idea. Con el paso de los años el Día Mundial de la Bicicleta se ha ido popularizando y raro es el lugar del mundo en el que no se organizan actividades alrededor de este medio de transporte. Incluyendo ciudades de México y Latinoamérica.