En los medios tradicionales de comunicación el uso de sustancias suele representarse como uno que lleva a la miseria, ansiedad y desesperación, entre otras emociones no deseables. Sin embargo, algunos usuarios hemos conocido el otro lado de la moneda, y hemos percibido el amor a partir de los “estados alterados de conciencia”.
NOTA: La Dosis desaconseja todo uso de drogas. El contenido de este texto no está basado en evidencia científica, sino en la experiencia del autor en un ejercicio de libertad de expresión y libre desarrollo de la personalidad.
Cannabis
Cualquiera que haya percibido los efectos del cannabis puede constatar que tu empatía aumenta. Es por ello que si vemos a alguien padeciendo de la eriza, optamos por rolar aunque sea las tres. Pronto podemos vernos en la misma situación y requerir ese toque amigo que nos haga el aliviane.
También celebramos todos los encuentros y amistades que se han dado entre humos y gallos.
MDMA
Esta molécula es lo más parecido a un tipo de “amor sintético”. En particular para los antisociales huraños como el autor, una buena dosis es la oportunidad para convivir toda la noche con la familia, colegas y amistades que no comprendes o apenas toleras.
Y es que a nivel molecular ambas experiencias activan mecanismos muy similares. Los entusiastas de las tracas incluso podrán responder cuál de las siguientes situaciones es más difícil superar: una ruptura amorosa o el “bajón” de una semana después de la fiesta.
En ambos casos se trata de una descompensación de dopamina que se aliviana con un chocolate.
DMT
La llamada “molécula espiritual” tiene la capacidad de acercarse a Dios, y dios es amor. No hay nada mejor para abrir tu corazón que sentirte en total armonía con las fuerzas de la creación mientras tu conciencia se disuelve en los límites de la existencia.
Ya sea que tu viaje te lleve con seres de extrañas dimensiones, o bien, el desfragmentar tu propia personalidad para así darte la muestra de afecto más importante: el amor propio.