El pasado domingo 17 de agosto marcó el primer día de operación de la nueva zona de tolerancia para el consumo de cannabis en la Plaza Tlaxcoaque, ubicada cerca del metro Pino Suárez en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Esta reubicación fue decidida tras la inconformidad vecinal con el sitio anterior (Plaza de la Concepción).
Norma, vocera del colectivo “Hijas de la Cannabis”, comentó que durante la mañana, trabajadores de la Secretaría de Gobierno acudieron al lugar y se informó que su presencia sería permanente; sin embargo, no estuvieron presentes en todo momento. A pesar de ello, el aforo no rebasó las 100 personas que indican las normas de convivencia.
La joven solicitó que no se criminalice el consumo de mariguana y explicó que las autoridades capitalinas asignaron una franja peatonal “actualmente en obra” como espacio temporal. Además, aseguró que la nueva ubicación no afectará a los peatones ni a los niños que juegan en la fuente de la plaza.
Hubo opiniones a favor, como la de una familia que consideró que la zona de tolerancia no afecta a los paseantes. Sin embargo, también surgieron reservas: Gabriel Alvarado, un transeúnte pidió más vigilancia para evitar situaciones como las registradas en otros puntos, donde aseguró que llegaban motocicletas para vender sustancias. Por su parte, los encargados de la cafetería “8 gramos”, vecina de la Plaza Tlaxcoaque, señalaron, por un lado, que es necesario reinstalar la carpa policial retirada hace unos meses de la plaza, y por otro, que esperan que la nueva zona de tolerancia impulse sus ventas.
No obstante, también hubo críticas: Zaira Mendoza, quien acude con su grupo a bailar todos los sábados, expresó su rechazo al nuevo uso del espacio, señalando que “este es un parque donde vienen los niños”.
Eduardo Cruz, residente de Álvaro Obregón, opinó que, aunque respeta el consumo, eso no debe hacerse en espacios familiares: “Aquí traigo a los niños a la fuente y el olor se viene para acá, ¿dónde quedan nuestros derechos?”
Cecilia Hernández, quien trabaja cerca, apuntó que la presencia del olor y posibles riesgos podrían aumentar la inseguridad, además de que el aroma le resulta desagradable mientras come en la plaza.
Por lo tanto, el futuro de Tlaxcoaque como zona de tolerancia dependerá de si logra equilibrar el derecho al consumo con la convivencia vecinal. El tiempo definirá si se convierte en un ejemplo de regulación pacífica o en un nuevo foco de conflicto en la ciudad.
Fuente: La Jornada