El consumo de marihuana en universidades es algo que sucede desde hace años. De hecho, bien podría ser uno de los escenarios donde más personas se atreven a fumar por primera vez un gallo o comer un motcake.

A lo largo de los años conviví con todo tipo de marihuanos universitarios. Comparto algunas anécdotas y observaciones sin acusar a nadie de consumir o no en las instalaciones de la escuela.

Encontrar “al bueno”.

Donde hay consumidores hay dealers. Ya sea porque algún ente de la comunidad externa viera la oportunidad de negocio, o algún estudiante decidiera emprender para solventar los gastos de sus estudios. De cualquier forma, uno de los retos era encontrar a quien tuviera la mejor oferta de producto.

En principio es difícil averiguarlo, pues no es algo que se pueda ir preguntando por ahí cuando recién se ingresa. Sin embargo, con el paso del tiempo los consumidores se van encontrando entre sí, con lo que se consolida una red de gallos siempre dispuestos a rolar. Habrá quienes consigan mota de la chida, otras que promuevan su panteon kush como "hidro" o quienes simplemente gusten compartir el humo y una charla. 

Encontrar “el punto”

Generalmente este proceso ocurre en simultáneo con el anterior. Y es que un espacio cómodo y seguro para consumir es indispensable para soportar las largas y fatigosas horas de clase. Bien sabemos lo estresante que puede tornarse la entrega de trabajos finales, el trato con equipos irresponsables o profesores ineptos. Un par de toques pueden darte el ánimo que necesitas para seguir adelante.

Una vez que aparece, este lugar se convierte en un oasis de tolerancia, punto de encuentro entre pachecos universitarios y futuros amigos.

Las clases

Básicamente hay dos tipos de clases en la universidad: las que desafían tu inteligencia y llevan tu conocimiento a nuevas fronteras; o las que son una total pérdida de tiempo por la total  incompetencia del profesor

Para las primeras, el entrar pacheco puede ser una gran experiencia, pues la capacidad del cannabis para generar ideas de forma distinta es muy útil al momento de descubrir cosas nuevas. Después de todo, la capacidad de los psicodélicos para “abrir tu mente” es bastante popular.

En caso del segundo escenario, si bien entrar bajo los efectos de la mota puede hacer tolerable ese desagradable tiempo, también es posible que te provoque sueño o ansiedad. Esto varía según el tipo de cannabis que se consume y el metabolismo particular de la persona.

El profe pacheco

El código de marihuanos es algo que se habla bastante entre los pasillos y salones de las universidades. Lo curioso es cuando alguno de los profesores capta el mensaje encriptado y más aún cuando responde a éste con aire juguetón. Esto indica no solamente que el profesor en cuestión es tolerante hacia la planta amiga, sino que probablemente hasta él mismo se da las tres de vez en cuando.

Encuentros generacionales como éste dan cuenta de la variedad de los usuarios de cannabis, así como el papel que juegan en nuestra sociedad. También invita a normalizar el consumo y nuestros derechos como pachecos.

“Nah mames, ¿apoco fumas?”

Desafortunadamente aún en ambientes tan libres como las universidades existe el prejuicio, por lo que varios estudiantes prefieren esconder su consumo y mantener su gusto por la marihuana en discreción total. De ahí que, repentinamente y sin aviso alguno, nos enteramos que la persona que menos esperabas es un ávido fumador de gallos.

“¿¡Apoco tu también fumas!? Y yo que pensaba que eras “bien sana””.

En estos casos, la marihuana funge como puente. Sin importar tu origen, interés, o área de estudio el gallo brinda espacios de intercambio que de otra manera no se habrían dado.

Al menos, en lo personal, estos son algunos de los recuerdos marihuanos más frecuentes e importantes. ¿Tienes recuerdos de marihuano uiversitario? Cómpartelos en nuestro grupo de facebook.