El panorama respecto a las políticas de drogas está cambiando tanto a nivel nacional como a nivel global. Basta revisar el Plan Nacional de Desarrollo 2019 - 2024 y leer las intenciones del gobierno federal para cambiar la estrategia punitiva por una que privilegie el derecho a la salud. O el interés por recuperar la dignidad de las plantas y sustancias utilizadas por las comunidades tradicionales expresado tanto por la secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, como de su suplente en el senado Jesusa Rodríguez.
Por otro lado la inminente regulación del cannabis levanta preguntas como: ¿qué otras sustancias ilegales son próximas a seguir el mismo camino? ¿cuál es la próxima? La respuesta no se hace esperar, pues hay gente que ya señaló y puso manos a la obra para despenalizar los hongos psilocibes.
¿Por qué despenalizar los hongos?
Eduardo Alberto López Vázquez es ingeniero agrónomo. Trabaja en el Gobierno Federal administrando apoyos al campo y a los campesinos que buscan industrializar su producto. También es usuario de hongos psilocibes, los cuales le ayudaron a sobreponerse de una depresión severa. Su apuesta, la idea que ocupa su mente en estos días, es organizar un movimiento similar al que empujo el tema de la legalización de la marihuana, pero esta vez enfocado al de los “hongos mágicos”.
“La regulación de los hongos responde a la necesidad de una alternativa a la oferta actual de fármacos para algunas enfermedades mentales como la depresión” explica en entrevista a La Dosis. “Los medicamentos que ofrecen resuelven un problema pero causan otro. Por otro lado están las sustancias en la naturaleza, que crecen en los bosques, en los campos. Y son de un solo uso, no requiere de uso continuo, no requieres de gastar tanto dinero y lo principal: no tiene efectos secundarios”.
No hay números, pero él asegura que esta necesidad afecta a todo tipo de personas.
“Los usuarios de hongos pueden ser muy variados ya que toda la población en general tendemos a padecer depresión o ansiedad en algún momento de nuestra vida. Todos podemos darle un uso: personas con recursos, personas sin recurso, gente con estudios, gente sin estudios. La diferencia está en cuál es el uso que les queremos dar”.
Después, apunta a investigaciones recientes que han encontrado en sustancias como la psilocibina un gran potencial de tratamiento para otras enfermedades.
“Por ejemplo. Hay investigaciones que demuestran que puede reducir la adicción a la heroína, o la depresión. Y sobretodo el estrés postraumático de cuando las personas tienen accidentes o sufren de algún evento traumático.”
El camino
Eduardo remarca: consumir hongos no sólo cambió su vida, sino que le dio sentido.
“Hace como 10 años yo padecí depresión muy severa. Prácticamente me abandoné a mi mismo. No tenía para comer, no tenía dinero, no tenía nada, tenía deudas. Era un fumador tremendo, tenía una adicción a la nicotina. Me dije “sé que tengo depresión, hay que buscar terapia”. Pero ahí solamente me recetaron medicamentos que me relajaban o disminuían la sensación pero no resolvían el problema.
"De repente tengo esta alternativa de consumir hongos. Me acerqué a ello y en una sola noche pude resolver muchísimos eventos de mi vida. Como si hubiera tenido 300 horas de terapia en una sola noche, cambió mi vida. Me di cuenta que había funcionado. Me puse a investigar de eso y vi que había otras personas a quienes les había funcionado también.
"Agradezco esa experiencia trascendental que tuve, donde no hay más psicólogo que uno mismo. Donde no te puedes esconder. Tú eres tu propio juez, tu propio verdugo, tu propio enfermero. Tú sabes mejor que nadie lo que has hecho y tienes la posibilidad de resolver esas situaciones de manera vivencial.
"Y al final, viene el apapacho. Es lo característico de los hongos, al final te apapachan y te dicen “todo va a estar bien”.”
Contra el prejuicio
A pesar de la evidencia científica y la historia de su propia recuperación, el movimiento psilocibe se enfrenta a un sin fin de obstáculos: comenzando con el prejuicio. Eduardo comenta que:
“Yo sí considero que hay muchas personas que lo requieren pero se debe encontrar la manera de incidir en la población porque aún hay mucho desconocimiento. Si en el caso de la cannabis el desconocimiento era muchísimo, en cuanto a los hongos es mucho mayor, sobretodo sus usos medicinales.
“Todos saben: “la gente come hongos y se vuelve loca”. Pero no saben: “ la gente come hongos y se cura”. Se necesitan herramientas y mucha educación. Difusión de las investigaciones y casos de gente que ha sido curada por el uso de esta sustancia”.
En esta titánica labor, el conocimiento y prácticas de las comunidades que han usado estas sustancias desde tiempos milenarios juega un papel central.
“Hay una tendencia a recuperar las tradiciones de nuestros antepasados. Sin embargo en este caso sería más que nada una reintroducción para hacer una amalgama entre la forma de trabajar de ellos con el ritmo de vida actual de la sociedad”.
Esto asegura, para darle balance a un proceso de por sí complejo. Afortunadamente, de una u otra forma el camino ya se va pavimentando.
“Se tendría que buscar un punto medio en que se logre usar su conocimiento y adaptarlo a las necesidades actuales, tal vez por el medio de terapia. Hoy en día ya hay hospitales de medicina tradicional donde algunas personas trabajan con hierbas y cura a la gente. Es un muy buen acercamiento”.
¿Cuál es el uso correcto?
El consumo de hongos psilocibes se percibe como algo muy arraigado en las cosmovisiones ancestrales. También se piensa como un escape de la realidad para divertirse y pasarla bien. Y poco a poco se está reivindicando el uso medicinal. ¿Cómo encontrar un balance entre estos úntos?
De acuerdo a Eduardo, el uso más conocido es el ‘lúdico’. “Los que van a consumir para divertirse, para tener una noche entre amigos. Las personas buscan relajarse de su vida cotidiana y toman hongos para tener una noche divertida.”
Sin embargo, asegura que el uso tradicional conlleva necesariamente el uso medicinal.
“Estos van juntos siempre. Cuando una persona toma de manera medicinal los hongos, lo que sucede es que se regulan ciertos neurotransmisores que están encargados del ánimo.
“Por ejemplo, la serotonina. Cuando ésta disminuye también nuestro ánimo y así empieza la depresión. Igual con la dopamina. Pero cuando se toman hongos se regulan tanto los niveles de serotonina como de dopamina. Y bajan los niveles de cortisol y adrenalina, hormonas que producen el miedo y el nerviosismo.”
Eduardo apunta a que la clave está en la regulación de la tranquilidad para que uno se sienta en paz. "Muchas visiones espirituales lo que buscan es la tranquilidad del individuo, estar en paz con uno mismo.
“Luego está el efecto alterador de la percepción de los hongos, en el que alguien puede ver fractales, tener distorsión visual, o alucinaciones (ya sea con los ojos cerrados o abiertos). A causa de esto, junto con la regulación de los neurotransmisores y el mejoramiento emocional de las personas se genera una sensación de comunión con su entorno. Esto la gente lo reporta como una comunión espiritual. Algunas personas religiosas se lo atribuyen a dios, otras personas no creyentes se lo atribuyen a la parte espiritual de los hongos.
"Así es como la parte médica se conjuga con la parte mística y hace que muchas personas cambien su forma de pensar después del consumo de hongos."
¿Cómo lograr el cambio?
El entusiasmo de Eduardo no merma al decir los siguiente sobre el futuro de la legalización de los hongos psilocibes.
“Desafortunadamente somos dependientes de Estados Unidos. Ellos tienen que dar el primer paso para una verdadera legalización en México”. Esto, por las mismas cuestiones que por años frenaron el debate de la regulación del cannabis en México: los tratados internacionales. Aún así, hay esperanza.
“México no puede dar ciertos pasos si no toma en cuenta a los demás países por los tratados internacionales en los que participamos. La buena noticia es que el mes pasado Denver se convirtió en la primer ciudad de la Unión Americana que consiguió la despenalización de los hongos. El 4 de junio Oklahoma buscará la regulación no sólo de los hongos sino de algunos psicodélicos en general. Igual Miami, California y Oregon. Países como Alemania, Australia, Londres están recorriendo el mismo camino”.
Y es que las necesidades que imperan en México respecto al uso de estas sustancias se presentan a lo largo de todo el mundo. “En muchos de estos países se están abriendo paso las terapias alternativas que busquen mejorar la calidad de vida de las personas. Ese debe ser el principal objetivo de cualquier gobierno. Tal vez haya un interés económico, pero el bienestar no debería tener cláusulas económicas”.
Otro punto clave es buscar una reclasificación de los hongos en la lista de sustancias prohibidas. Actualmente se encuentran en las que no tienen propiedades medicinales y de alta posibilidad de abuso, junta sustancias como la heroína. “Hay que moverlo de lo grupo I al grupo III, el cual sí reconoce que el potencial medicinal y que se reconozca su valor”.
Luego, se debe atender a los profesionales de la salud para que estén al corriente con las nuevas tendencias. “En la parte de educación también se debe incluir a quienes vayan a enfrentar este tipo de situaciones, particularmente médicos, psicólogos, psiquiatras… Estos últimos particularmente tienen una educación bastante rígida sobre lo que son las sustancias y los fármacos, entonces se debe trabajar mucho con ellos”.
Y como ya se mencionó, el proceso también debe contemplar a la comunidades tradicionales. “Se debe aprender de la sanación que generan las personas donde los usaban tradicionalmente. ¿Cuáles eran las maneras de usarlo? Independientemente de la religión que tuvieran, hay que tomar el método que ellos utilizaban y actualizarlo a un método que no necesariamente tenga que ver con dioses, sino con el mejoramiento de la persona. Que busque la construcción de un ser.”
Por otro lado se deben generar investigación. "En México hay mucha información “underground” pero no está avalada por ningún organismo que lo sustente. Porque en realidad sólo es la parte popular de quienes ya lo usaron. Pero no trasciende a la investigación, que es lo que interesa a los organismos federales, una institución que avale dicha investigación.”
“Hasta no tener eso no podemos hablar de una verdadera legalización.“
Entre las tareas del gestante movimiento, se encuentran la realización próxima de una Marcha por los Hongos Psilocibes y la recopilación de testimonios de usuarios a quienes haya cambiado su vida.
“Lo que buscamos ahora es reunir testimonios de personas que hayan hecho uso de los hongos y les haya funcionado. Gente para quienes haya incidido en su vida y se note el cambio. Porque me podrán decir “oye, pero es ilegal”. Pero yo te puedo decir con pruebas que hay personas que se curaron porque los usaron.
"Gente que estaba en situación de calle sin ningún tipo de porvenir tuvieron una segunda oportunidad propia para decir yo “quiero ser esa persona” y mejoran sustancialmente. O las personas que tuvieron un accidente y tienen ciertos traumas durante su vida cotidiana ya no padezcan eso.”
A final de cuentas, eso es lo que defiende este movimiento: “La reducción al miedo y a una vida plena. Que ya no tengan miedo de salir a la calle.
“Porque todos tenemos o conocemos a un familiar con dependencia al alcohol o sustancias más duras. Y hay una posibilidad para ayudarlos. Tenemos que enseñar a la gente que se puede usar de esa manera. Para la ansiedad, para la depresión, para el estrés postraumático o para el estrés que se genera en la vida cotidiana. Decirles “hay algo natural que no te va a causar daño”.”
De algo no hay dudas, las primeras fichas están cayendo y el movimiento por la legalización de los hongos crecerá hasta alcanzar su objetivo.