El panorama

Desde hace pocos años se ha observado en los medios de comunicación masiva, una proliferación de cápsulas informativas, programas de debate, series y reportajes en torno al cannabis. La presencia de la marihuana se ha vuelto constante y empieza a ser  cotidiana. Al mismo tiempo, el número de opositores a la regulación ha descendido notoriamente y son cada vez más aisladas las voces que claman por mantener la prohibición total sobre la planta.

Esta presencia puede obedecer a tres factores: 1) una respuesta al interés cada vez más grande del público por el tema del consumo de marihuana y otras drogas; 2) la propagación, discreta pero creciente, de la cultura cannábica (entendida como el conocimiento que va de las propiedades del cannabis como materia prima, hasta sus beneficios para la salud y los derechos, responsabilidades y cuidados de las y los usuarios adultos), y 3) el consumo aumentó más de dos puntos porcentuales a nivel nacional de 2011 a 2016, lo que significa que muchas más personas han tenido contacto con la planta o han estado expuestas a la misma.

Es claro que el aumento en el consumo reflejado en las encuestas también podría haberse visto alterado por una mayor cantidad de entrevistados que, con la propagación de la cultura cannábica y con menos temor a un castigo injusto, reconocen ser consumidores. Toca a las instituciones encargadas de contener las dependencias a sustancias informar si este incremento en el consumo ha generado una mayor demanda de sus servicios. También sería bueno saber cuántos de estos usuarios se consideran a sí mismos usuarios terapéuticos o la utilizan por razones de salud en forma de automedicación.

Las raíces de la #InformaciónCannábica
Es de suponerse que el número de usuarios siga incrementándose, la estrategia de salud a seguir es que este aumento no se traduzca en un porcentaje incrementado de usuarios problemáticos. Para ello, una de las tácticas de prevención que se han propuesto desde el movimiento cannábico en México es la difusión de información y la educación respecto al uso, por lo que testimonios, investigaciones, datos y prácticas seguras deben estar al alcance de consumidores y potenciales consumidores. Esta información pretende ofrecer elementos para contribuir a que los juicios y decisiones que la persona tome sean razonados y fruto de la reflexión y no del mero impulso o el condicionamiento social.

De ahí la fundación de asociaciones civiles dedicadas a la investigación y la información, la creación de las Bibliotecas Cannábicas, los boletines informativos, las publicaciones de organizaciones y colectivos, o los diferentes medios digitales recientemente surgidos en las redes sociales.

Nace un género
Si bien la información para la reducción del riesgo y daño es una constante entre los esfuerzos de la sociedad civil para alcanzar mejores políticas de drogas, en los medios cannábicos resalta también la reivindicación del uso personal del cannabis como un elemento de libertad, humor, reflexión, espiritualidad y una muy particular alegría por vivir y disfrutar la vida. Es un aspecto orientado a presentar el derecho de muchas personas a acrecentar, a través del consumo de cannabis, su bienestar físico y mental.

Esta fue también la intención de las primeras publicaciones cannábicas allá por los años 70 y 80, con Yerba como la primera valiente, y La Piedra Rodante, censurada por publicar un anuncio de La Chanchomona, una maquinilla para forjar cigarros. Después vendría Generación, más identificada con la contracultura, desde donde aborda insistentemente el tema; sin duda es una de las publicaciones que más ha abordado el consumo de mariguana y otras drogas, a las que ha dedicado una docena de ediciones en sus casi 30 años de aguerrida existencia.

En los 90 se imprimió la filosofal ZigZag, cuyos editores transformaron el eslogan oficialista en Vive sin Dogmas e hicieron de la tierna florecita prohibicionista una colorida hoja de cannabis. Ya en el siglo XXI, Ameca publicó la más politizada Yerbalibre, cuyo nombre, por cierto, se debe al editor de la Gaceta Cannábica, esta última dedicada a la historia, la literatura y la discusión política y filosófica.

Tales son algunos antecedentes sobre lo que podrían considerarse publicaciones de Periodismo Cannábico en México. Lo que distingue a esta clase de periodismo es la posibilidad de narrar desde el punto de vista del consumidor de cannabis (o de cualquier sustancia, psicoactiva o no); una mirada donde la prohibición no existe, la del individuo ante sí mismo y las decisiones que lo atañen exclusivamente a él o ella.

Piedras en el camino
En la actualidad, desde el 20 de abril de 2015 circula en México la revista Cáñamo, descendiente directa de la original española fundada en 1997, con contenidos nacionales y enfocada a la cultura y el conocimiento del cannabis. En julio de 2017 la Comisión Calificadora de Periódicos y Revistas Ilustradas (en adelante CC), de la Secretaría de Gobernación, emitió un dictamen donde señala que la información contenida en Cáñamo debe ser considerada ilícita y prohibirse su publicación y circulación. Al momento de escribir estas líneas, los números 15 y 16 de la revista circulan gracias a que la juez XIII de distrito en la Ciudad de México otorgó una suspensión del dictamen de la CC, lo cual invalida temporalmente la declaración de ilicitud. El expediente se ha turnado a un tribunal de circuito, que será el encargado de otorgar o rechazar la suspensión definitiva.

Importantes figuras del debate sobre las políticas de drogas y de la cultura nacional han firmado una carta de apoyo a la revista, señalando los derechos ya mencionados. Confiamos en que los jueces darán reconocimiento legal al periodismo cannábico y harán respetar los derechos a la libre expresión, a la información y a la cultura que tenemos todas las personas.
De no ser así, las publicaciones que vengan después –como La Dosis que tienes en los ojos y que empezó a publicarse en 2015; o Mota Cómix, que apareció en 2017– corren el riesgo de ser también consideradas ilícitas. De ahí que este caso, más que tratarse de una publicación sobre marihuana, se trate de la libertad de escribir sobre cualquier tema en nuestro país, donde actualmente un grupo de cinco personas decide qué información puede ser publicada y cuál no.


El caso Cáñamo

El caso Cáñamo es importante porque representa el diálogo cannábico con el gobierno y lo interpela sobre los hechos que se presentan en la revista, todos relacionados con la realidad del cannabis en México y en el mundo, y ninguno violento o improductivo, como quisieran encasillar todo lo relacionado con la marihuana y las drogas. El planteamiento, lanzado no solo hacia el gobierno, sino a toda la sociedad, es: “estos son los hechos ¿por qué sigue prohibido el cannabis?” La Comisión Calificadora, al parecer en un exceso de celo, intenta proteger al gobierno del que depende su existencia eliminando el cuestionamiento y cualquier divergencia de pensamiento que atente contra la monolítica prohibición.