Organizaciones de la sociedad civil alertan sobre una posible “limpieza social” previa al mundial de fútbol en México para el 2026. 

Pero que es una “¿limpieza social?” De acuerdo con María Cristina Pérez Venegas colaboradora del portal Mi Valedor menciona que se refieren a “prácticas tendientes a retirar del espacio público a quienes viven en él”. 

Los actos que implican una “limpieza social” llegan desde el hostigamiento para provocar que se retiren de las vías públicas para que “no estorben”, un traslado forzado a albergues o en un caso peor una “desaparición”.

En una entrevistas para MVS Noticias, el investigador José Alberto Bucio mencionó “en las Olimpiadas y Mundiales, se hacen campañas de limpieza social brutal; esto ocurrió muchísimo en París y también fue registrado en Brasil para el Mundial de 2014 y las olimpiadas en Río de Janeiro de 2012; en Moscú hay muchos reportes al respecto y en Estados Unidos igual, y tememos que suceda en la Ciudad de México. No estamos seguros, pero quizá todo este tema de reducir los datos y la limpieza social fue un poco la preparación para el mundial”.

Las autoridades realizan esta tarea respaldándose en la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México y en sus artículos 27, 28 y 29, los que a grandes rasgos mencionan que no se puede “estorbar de cualquier forma el uso de la vía y el espacio público”.

Esto evidencia la preocupación de colectivos como Mi Valedor e inclusive la FIFA, como si la gentrificación no fuese suficiente grupos vulnerables se verán afectados por la presión al querer “liberar” estos espacios para “dar buena imagen” que se verán acaparados por el turismo que generan este tipo de eventos. 

¿Cómo afecta a los colectivos 420 esta situación?

Uno de los grupos vulnerables son la banda cannabica, el movimiento 420, que agrupa a activistas de la nueva y vieja escuela, así como consumidores, quienes han sido una fuerza impulsora en la lucha por la legalización. Sus objetivos principales son la despenalización, la regulación y la normalización del consumo. Paradójicamente, mientras se avanza en este frente, existe el riesgo de que la legalización termine beneficiando principalmente a los sectores más privilegiados, dejando a los colectivos históricamente marginados en una posición aún más vulnerable.

Muchos de los consumidores de cannabis, especialmente quienes consumen en las calles, han sido estigmatizados y criminalizados por décadas. El escaso avance hacia un intento de establecer espacios de tolerancia abre una brecha: por un lado, se podría celebrar un logro histórico para los consumidores, pero por el otro, se puede estar gestando una nueva forma de exclusión.

​Las "zonas de tolerancia", que se han propuesto como parte del marco legal, podrían convertirse en espacios de acceso restringido, donde sólo quienes tienen los recursos económicos pueden participar, pero eso no es posible ¿o si?. Dada la gran afluencia de turistas que generará el mundial, puedo decir que se podrían generar dos vertientes de las cuales la primera es, que los colectivos cannábicos sean nuevamente reubicados a un espacio en la periferia de la CDMX, por otra parte podrían resultar espacios atractivos para los consumidores extranjeros, y ellos podrían frecuentar estos espacios desplazando a los activistas quienes han estado pidiendo al gobierno en turno estos espacios. 

Esto dejaría fuera a los colectivos de consumidores más vulnerables, quienes seguirán enfrentando multas o hostigamiento por consumir en la vía pública, incluso si la sustancia es legal. La "limpieza social" que tanto preocupa a la sociedad podría, en este contexto, adquirir una nueva capa: la criminalización por consumo en el espacio público a pesar de la legalidad, lo que afectaría desproporcionadamente a los grupos ya marginados.

El "buen ejemplo" para la FIFA y el turismo

​La legalización, que en teoría busca justicia social, podría ser utilizada para fines muy diferentes. Las autoridades podrían usarla para controlar el espacio público, permitiendo el consumo solo en áreas designadas que no "molesten" la imagen turística que se quiere proyectar. La legalización, en lugar de ser un acto de libertad y justicia, podría transformarse en una herramienta más de control y gentrificación. La FIFA y los turistas verán un país "moderno" y "tolerante", mientras que en la periferia, se seguirán aplicando prácticas de hostigamiento para remover a quienes no encajan en esa imagen.

​La legalización de la marihuana es un paso necesario, pero no es la solución mágica. Si no se aborda desde una perspectiva de justicia social y derechos humanos, existe el riesgo de que termine siendo una legalización para unos pocos, mientras que los colectivos más marginados, incluido el movimiento 420 en sus expresiones más vulnerables, sigan siendo las víctimas de la criminalización y la "limpieza social". Es crucial que, en el debate sobre la legalización, se incluya una discusión seria sobre cómo proteger a estos grupos, asegurando que el espacio público sea verdaderamente para todos y no solo para quienes tienen el privilegio de pertenecer a la élite.

Aún quedan algunos meses antes del mundial, si bien puede significar una potencial derrama económica para México, falta ver qué acciones tomará la presidenta Claudia Sheinbaum y la jefa de gobierno Clara Brugada ante esta posible “limpieza social”.