El cannabis ha tenido una relación ancestral con las culturas judeo-cristianas, y en tierra santa la planta amiga siempre ha florecido para mostrar sus bondades. Aquí un breve recuento desde los tiempos de Jesu Cristo, hasta el presente.
De acuerdo a un texto en las escrituras escrito por Chris Bennet para la revista High Times, es muy probable que Jesus haya usado una forma del aceite de cannabis para realizar milagros y sanar gente. También sugiere que está práctica fue usada por sus discípulos.
Esta noción es apoyada por el profesor de mitología clásica, Carl Ruck, en la Universidad de Boston. En particular, se refiere al ‘aceite de la unción’, el cual tenía un valor espiritual sumamente importante para los ritos cristianos.
En la Biblia, se enlista como uno de los ingredientes para la preparación del aceite algo llamado kaneh-bosem’. Muchos han aceptado la idea de que esta palabra es muy similar a la palabra ‘cannabis’.
Quienes aceptan esta idea también señalan que eso explicaría algunas propiedades curativas de algunos milagros como ayudar a gente con lepra (enfermedad de la piel) y curar a los ciegos. Después de todo hoy en día se han comprobado los usos médicos del cannabis para coadyuvar en tratamientos de algunas enfermedades de la piel y los ojos.
Y más de dos mil años después, los beneficios del cannabis aún florecen en Tierra Santa.
Después de todo, hoy en día Israel es una de las entidades líder en investigación de cannabinoides para uso médico.
Faltaba menos, puesto que el investigador que descubrió tanto al tetrahidrocannabinol (THC) como el funcionamiento del sistema endocannabinoide, Raphael Mechoulam, desarrolló su principal investigación en Israel.
Y dado que en la mayoría de los demás países la investigación con marihuana estuvo prohibida, la investigación en Israel contó con una enorme ventaja.
En 1966, mientras trabajaba como docente e investigador en la Universidad Hebrea de Jerusalén, comenzó a investigar la composición química de la cannabis sativa. Junto a su colega, Yechiel Gaoni, condujeron lo que posteriormente los llevaría a aislar el principal componente activo de la planta: el delta(Δ)-9-tetrahidrocannabinol (THC).
Este descubrimiento fue trascendental por varias razones. En primer lugar, había un amplio vacío de conocimiento alrededor de la sustancia ilegal más consumida en el último siglo (una que además ha acompañado a las sociedades a lo largo de la historia de la humanidad).
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Posteriormente, Mechoulam llegó a explicar que, mientras que para el opio o la hoja de coca ya se habían investigado y aislado los principales compuestos (morfina y cocaína) desde cien años antes, la química del cannabis no se conocía demasiado bien. Las investigaciones consecuentes lo llevaron al segundo compuesto con mayor presencia en la planta, el cannabidiol (CBD).
Y apenas el año pasado, Mechoulam anunció el descubrimiento de otros nuevos cannabinoides, también con potencial uso médico.
El ácido cannabidiolico (CBDA) el cual, de mano con la compañía de biotecnología EPM, lograron estabilizar de modo que es más fácil realizar investigaciones de tipo farmacéutico. “Originalmente hay un ácido que aparece en la planta, y estos son un misterioso mundo de compuestos que son mucho más potentes que los cannabinoides” explicó Mechoulam en una entrevista a Forbes.
La innovación en este caso consiste de un método de desarrollo, llamado estratificación, que permite modificar los ácidos en una forma que los mantiene estables lo suficiente para permitir su uso a gran escala.
Según el equipo de investigación de Mechoulam, el CBDA tiene un gran potencial para suprimir la ansiedad y las náuseas, lo cual podría ser una gran diferencia en pacientes de cáncer en quimioterapia, así como pacientes con Enfermedad de Intestinos Inflamado o Psoriasis.
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Esperemos que los beneficios del cannabis continúen floreciendo en Tierra Santa y todo el mundo.
Con información adicional de theguardian.com