La Fundación Luna Valentina es un faro de buenas prácticas en torno al uso de mariguana en un barrio conocido en Medellín por el tráfico de drogas ilícitas existente en sus calles.
Fundaluva tiene 2 años trabajando por el bienestar de las personas que requieren cannabis terapéutico para mejorar la calidad de vida de sus seres queridos. Y con la esmerada dirección de Inés Cano ha logrado facilitar el acceso legal de mariguana parar usuarios médicos, a la vez que ha ayudado a disminuir el estigma hacia el mariguanero común a través de articularlo con base en acciones de reducción de riesgos y daños.
Del barrio Antioquia se cuenta que creció su fama en tiempos de Pablo Escobar. Su ubicación es estratégica debido a que colinda con uno de los aeropuertos de la ciudad, por ello en el barrio caían paquetes de cocaína que eran soltados desde avionetas momentos antes de su aterrizaje; de forma que evitaban que las autoridades que custodiaban el interior de la instalaciones encontrasen los paquetes. Actualmente, este barrio tiene fama por la plazas -puntos de venta de drogas- ubicadas en varias de las casas que lo conforman.
En este entorno las prácticas de la Fundación tienen doble valor. Entre las diversas prácticas que realizan se encuentra la capacitación de padres de familia y colectivos que cultivan mariguana para uso terapéutico, labor en la que ayuda el jardinero Juan Pasko, también asesoran jurídicamente a las agrupaciones que se quieren constituir legalmente para obtener la medicina cannábica y ofrecen conferencias sobre el derecho a la salud. A su vez, el personal de Fundaluva transmite información y prácticas de reducción de riesgos y daños a las personas que hacen uso personal de drogas.
Esta ocasión y como parte de las actividades satélite de la ExpoMedeWeed, Fundaluva y la Comunidad Cannábica Colombiana convocaron a una cata pública en una de las canchas del barrio. Esta fue todo un éxito dado que convocó a casi un centenar de usuario de éste y otros barrios que compartieron las flores cultivadas por varios de ellos y lo cual, sin duda, modificó las costumbres de un barrio donde el consumo de drogas suele ser permitido sólo para los vecinos.
Después de la cata, Fundaluva invitó al público a sus instalaciones para un taller sobre producción de alimentos de alta nivel nutricional y bajo costo, los cuales fueron disfrutados por usuarios y no usuarios. Que mejor bajón que comer algo nutritivo, o como dicen los paisas, antes que te llegue “la cometrapo”.