Todos hemos escuchado esa pregunta. Es la confrontación pacheca definitiva. ¿Cuál forma de consumo es mejor para disfrutar mis preciados cogollos?

Fumar.

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Parte de este encanto yace en su simpleza. Pues sólo necesitas un cogollo bien triturado una canala y cualquier fuente de ignición (de las cuales los pachecos conocemos varias).

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Dicho lo anterior, no podemos dejar de mencionar lo obvio: no es nada saludable. El humo producto de la combustión contiene sustancias y residuos tóxicos como monóxido de carbono, amoníaco, y otras causantes de algunos tipos de cáncer.

De igual manera, es la forma de consumo menos discreta. Hasta el pipazo más pequeño despierta sospechas en la nariz de quienes tengamos a nuestro alrededor. Y eso puede traer todo tipo de problemas. Desde unos sapes de tu jefita, ser sorprendido por tu patrón, o un desencuentro con la autoridad.

Vaporizar

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Los vaporizadores son relativamente novedosos e innovadores. Funciona colocando la flor en la recámara. Ahí, el calor liberará los cannabinoides en forma de vapor. Hay que reconocer que este dispositivo resolvió varios problemas de una manera sencilla y elegante.

Para empezar, la salud. Como explicamos, nada que sea producto de una combustión será nunca medicina. Ante esta necesidad e interés por parte de los pacientes de cannabis, es que se celebra la existencia de estos productos. Así, al evitar el proceso de combustión, te evitas prácticamente todos los tóxicos y sustancias dañinas.

Además, gracias a que un vaporizador te permite ajustar la temperatura con exactitud, se puede controlar el tipo de cannabinoides que se deseen consumir. Esto es esencial cuando se pretende establecer una dosis. Y también te ayuda a escoger el tipo de efecto que podrías esperar de una flor. Por ello, es considerada una de las vías de administración más eficiente.

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Por otro lado está la discreción. Pues, a pesar de que el olor a marihuana no desaparece por completo (a diferencia de un vaporizador de extracto), las nubes son casi imperceptibles. Y cualquier aroma que llegue a desprender en poco tiempo desaparecerá.

Sin embargo, lo que más se destaca del vaporizador es su alto rendimiento de cannabis. Gracias a que la planta no entra en contacto con ninguna flama o tipo de fuego, los cannabinoides se conservan en mayor cantidad. Por ello, al vaporizar tu cuerpo absorve hasta el 46% de los cannabinoides. Mientras que en la cobustión, la flor sólo libera el 25%. Entonces, te pones más pacheco con menor cantidad de marihuana.

En realidad, la única “desventaja” del vaporizador es que necesita de recargas de energía eléctrica constantes, lo cual puede llegar a ser un poco frustrante y fastidioso.

Por último, cabe mencionar que no se ha estudiado si el “vapor de segunda mano” provoca daños.

¿Conclusión?

Al final, depende de los gustos y necesidades de cada quien. Recordemos que la lucha por la liberación de la marihuana yace en los derechos de los consumidores responsables y adultos, uno de los cuales es decidir sobre su cuerpo y lo que guste consumir como lo guste consumir.

Así que no importa cómo la consumas, siempre y cuando la pases a la derecha.

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