Un estudio longitudinal con una duración de 35 años, analizó a 4,328 jóvenes adultos en Estados Unidos sin diagnóstico previo de hipertensión. El objetivo era determinar si el consumo acumulado de cannabis podría estar asociado con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
Los investigadores usaron una medida llamada “años de cannabis” (cannabis-years), que combina la información sobre el consumo reciente y a lo largo de la vida, actualizada en cada visita de seguimiento. Durante el estudio se registraron 2,478 nuevos casos de hipertensión, pero no se encontró una relación estadísticamente significativa entre el consumo acumulado de cannabis y el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Este resultado se dio tras realizar análisis de sensibilidad que incluyeron diversos factores, tales como sexo, raza, consumo de alcohol o tabaco, así como al utilizar medidas alternativas de exposición, como los días de uso reciente.
Los autores también reconocieron algunas limitaciones del estudio. Por ejemplo, que los datos dependían de lo que las personas reportaban, que no se especificaron las formas de consumo (fumar, vapear o ingerir), ni la potencia de los productos (THC o CBD). Además, la mayoría de los participantes tuvo un consumo bajo (mediana de 0,2 años de cannabis al año 35) lo que invita a ser cautelosos al querer aplicar estos resultados a contextos de consumo mucho más intenso.
El consumo frecuente de cannabis.
Aunque algunos estudios han señalado que, justo después de consumir cannabis, la presión arterial puede subir de manera temporal, las investigaciones a largo plazo no han encontrado una relación clara entre su uso y el desarrollo de hipertensión crónica. Sin embargo, otros estudios epidemiológicos sí han identificado que el consumo frecuente de cannabis, sobre todo al fumarlo, podría aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares graves, como infartos o derrames cerebrales. Esto es distinto al riesgo de padecer hipertensión.
Los resultados más sólidos hasta ahora muestran que, en este grupo de personas seguido durante 35 años, el consumo acumulado de cannabis no se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar hipertensión.
Aun así, los investigadores aclaran que estos hallazgos no cierran el debate sobre la seguridad del cannabis para la salud del corazón. Por eso, destacan la importancia de crear políticas públicas basadas en evidencia y de promover estrategias de reducción de riesgos, en lugar de recurrir a campañas de miedo que confunden efectos inmediatos con riesgos a largo plazo.