Un descubrimiento arqueológico dio con uno de los vestigios de uso de sustancias más antiguos del que se tiene registro. Fue en el suroeste de Bolivia donde se encontró en una pequeña bolsa con rastros químicos de DTM y artefactos para esnifar: dos tabletas talladas en madera y un tubito hueco.
De acuerdo a la publicación en la revista científica PNAS las muestras analizadas indican la presencia de sustancias como la bufotenina (N-dimetil-5-hidroxitriptamina), dimetiltriptamina (DMT), harmina, y cocaína. Este es el número de compuestos más largo que se ha recuperado de un sólo artefacto en esta área del mundo, y sugiere que eran parte de la parafernalia chamánica de hace mil años en la región.
De acuerdo a los investigadores, la tumba debió pertenecer a un miembro importante de la civilización de Tiahuanaco, una comunidad con un basto conocimiento en botánica y fitofarmacología.
El uso de sustancias psicoactivas en esta antigua civilización probablemente estuvo conectado con un complejo ritual tradicional con raíces profundas en las primeras culturas Andinas y Amazónicas.
Los chamanes actuaban como intermediarios entre los distintos reinos que comprenden su cosmovisión. Ellos entraban en estados alterados mentales y físicos para conectar a la gente viva con sus venerables ancestros. El consumo de estas sustancias, presuntamente, facilitaba la comunicación entre el chamán, los ancestros y las deidades.
Cabe mencionar que muchas de estas plantas son originarias de áreas ecológicas dispares y distantes de donde fueron encontradas. Por ejemplo, los ingredientes necesarios para preparar la ayahuasca crecen en regiones tropicales. Esto apunta que estas especies eran movidas a través de distancias muy grandes y que el conocimiento botánico era intrínseco a las prácticas rituales precolombinas.a