La biotecnológica InterveXion, en colaboración con la Universidad de Arkansas, está poniendo a prueba con voluntarios la eficacia de un anticuerpo en forma de vacuna contra la adicción a las metanfetaminas.

Al mismo tiempo lo está haciendo la compañía norteamericana Cessation Therapeutics, solo que ésta ya ha recibido el visto bueno para las pruebas clínicas en humanos de su vacuna.

Anteriormente la ha probado con éxito en ratones, como parte de ensayos preclínicos, mostrando signos alentadores. Pero con los primates los resultados no fueron los esperados. Un experto en inmunología mencionó: “los ratones mienten y los monos exageran. Esto significa que no te puedes fiar de los resultados de los ensayos con animales. Es la efectividad y la seguridad en humanos la que marca el éxito o el fracaso”.

Pero ¿cómo funcionan estas vacunas? y ¿qué es lo que hacen?

Los anticuerpos apoyan al sistema inmune a detectar y destruir moléculas invasoras y nocivas, vigilan todo tipo de virus, bacterias y compuestos químicos. Sin embargo, en los laboratorios se pueden crear anticuerpos monoclonales, una especie de cuerpo policial, para las moléculas de las metanfetaminas. De esta forma la inmunoterapia tiene dos tácticas: una es inundar el organismo con una inyección de estos anticuerpos monoclonales y la otra es estimular al propio cuerpo para que nuestros linfocitos los fabriquen. 

En ambos casos, el anticuerpo localiza la molécula y se aferra a ella, como si la sujetara con unas esposas, negando así que ingrese en el cerebro. Y si la droga no atraviesa la barrera hematoencefálica, no puede causar efectos psicoactivos. Así que vuelve de nuevo al torrente sanguíneo y es acompañada de los anticuerpos hasta su filtración por los riñones y el hígado.

Kim Janda, del Instituto Scripps de Investigación en La Jolla (California), menciona: 

“La adicción es una enfermedad del cerebro. La complejidad de la química cerebral hace que sea muy difícil abordarla con un fármaco. Pero si tienes un anticuerpo lo suficientemente bueno actúa como una esponja. Absorbe la droga y la mantiene fuera del cerebro”.

Por su parte, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Investigación sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, dijo a la revista Newsweek:

“Cuando vacunas y anticuerpos interfieren con el 'viaje', lo que hacen es crear una memoria. El cerebro aprende que la sustancia que antes causaba un subidón ya no lo hace. En otras palabras, elimina la asociación con el placer. Y luego la exposición repetida permite superar los recuerdos iniciales hasta extinguirlos”.

Se pretende que si todo sale bien en unos 4 o 5 años se empiecen a comercializar estas vacunas. Aunque en un principio, no estarían señaladas para la población en general, serían solo para los adictos que tienen dificultades para sobrellevar la abstinencia.

Pero se debe resaltar que la vacuna como tal no es una cura, sino una herramienta más que debe acompañar de una terapia psicológica y de seguimiento.


Con información de XL.