En Estados Unidos, la crisis de opioides (analgésicos) ha provocado miles de muertes en las últimas décadas. Sin embargo, diversos estudios recientes muestran un hallazgo interesante: en los lugares donde se abren dispensarios de cannabis legales y regulados, las muertes por sobredosis de opioides tienden a disminuir con el paso de los años.
De acuerdo con un análisis citado por el Washington Post, los condados que abrieron su primer dispensario de cannabis registraron, diez años después, una reducción cercana al 30% en la tasa de muertes por opioides en comparación con aquellos que no cuentan con este tipo de establecimientos. Esta diferencia no solo se observó entre condados distintos, sino también al comparar la situación de un mismo condado antes y después de la apertura del dispensario, lo que refuerza la consistencia del resultado.
Los investigadores explican este fenómeno mediante la llamada “hipótesis de sustitución”. Según esta idea, cuando las personas tienen acceso al cannabis de manera legal y segura, algunas de ellas lo utilizan en lugar de opioides, heroína o mezclas peligrosas con fentanilo. De esta forma, disminuye el riesgo de sufrir una sobredosis mortal. El cannabis, al no tener la misma capacidad adictiva ni los mismos efectos letales de los opioides, se convierte en una alternativa menos riesgosa para quienes buscan aliviar dolor o relajarse.
Así mismo, en el año 2021, una investigación publicada en la revista The BMJ observó que aumentar de uno a dos dispensarios en un condado estaba asociado con una reducción aproximada del 17% en las muertes por opioides. Incluso al pasar de dos a tres dispensarios se registraba una baja adicional, cercana al 8.5%.
De manera similar, en 2025 un estudio publicado en la revista científica Cannabis encontró que la apertura de dispensarios recreativos coincidió con una reducción en la receta de opioides entre personas con seguro médico privado.
A pesar de estos resultados, los expertos advierten que hay limitaciones. Por ejemplo, los registros comerciales que se usan para identificar dispensarios pueden contener errores, y además es difícil separar completamente la influencia de otros factores, como la expansión de programas de tratamiento contra adicciones.
En conclusión, aunque el cannabis no es una solución definitiva para la crisis de opioides, la evidencia sugiere que la apertura de dispensarios legales puede ser una herramienta útil para reducir los daños y salvar vidas. El acceso regulado al cannabis ofrece a la población una alternativa más segura que los opioides, y los datos indican que esta medida puede tener un impacto positivo en la salud pública.