Desde abril de 2024, Alemania dio un paso histórico con la aprobación de la Cannabis Act (CanG), una ley que regula el consumo adulto del cannabis bajo normas específicas. Entre sus disposiciones, la CanG permite cultivar hasta tres plantas en casa, poseer hasta 50 gramos en domicilios privados y 25 gramos en espacios públicos, además de formar parte de asociaciones autorizadas desde julio. Con el objetivo de medir los efectos de esta reforma, se impulsó el proyecto KonCanG, dirigido por el Instituto de Investigación sobre Adicciones de Frankfurt University of Applied Sciences y la Evangelical University of Freiburg.
La investigación, que incluyó a 11,471 personas —11,375 adultas y 96 adolescentes—, buscó conocer cómo ha cambiado el acceso al cannabis tras la legalización.
Los resultados son reveladores: el 88.4 % de los encuestados declaró haber adquirido cannabis legal en los últimos seis meses, ya sea mediante autocultivo, asociaciones o farmacias, mientras que antes de la ley solo el 23.5 % utilizaba estas fuentes. Cerca del 80% afirmó que su principal acceso proviene ahora del autocultivo o de farmacias, lo que redujo drásticamente las compras a vendedores ilegales, tanto en espacios privados como públicos. Estos datos sugieren que la legalización ha conseguido “vaciar el mercado ilegal de cannabis”, como apunta el estudio, representando un primer éxito para los defensores de un consumo regulado.
No obstante, los expertos llaman a la cautela. Advierten que aún es necesario reunir evidencia más sólida, especialmente en torno a la salud pública, la juventud, los efectos económicos y fiscales, y el comportamiento real de los consumidores. En una carta abierta al gobierno federal y a la Oficina Federal de Agricultura y Alimentación (BLE), más de quince médicos y académicos subrayan que Alemania “no dispone de una base de datos confiable sobre el consumo de cannabis, la cual es fundamental para resolver dudas pendientes sobre la protección de la salud, la juventud, el mercado ilegal y los patrones de consumo”.
Aunque los primeros datos apuntan a una reducción significativa del comercio ilícito, la experiencia alemana todavía se encuentra en fase de observación. La incógnita permanece: ¿será este modelo regulatorio capaz de garantizar salud pública y protección juvenil al mismo tiempo que debilita al mercado ilegal? Las respuestas, por ahora, aún están en construcción.
Fuente: El Planteo