Sin una directriz clara en materia de cannabis en la administración federal actual, la instantánea del cannabis en México se enfoca en la sociedad civil y en la información vertida en los medios de comunicación.
Por parte de la sociedad civil, desde la primera semana (3 de julio), el Movimiento cannábico mexicano (MCM) se manifestó por la habilitación de espacios para el consumo responsable de cannabis. Y, aunque la postura de este colectivo de colectivos es de apertura total al cultivo -sin necesidad de permisos, informó que se movilizará este 28 de julio a las sedes de Cofepris en varias ciudades del país para demandar respeto al libre desarrollo de la personalidad y a la privacidad para aquellas personas que deseen tramitar la autorización, la cual ya no podrá negar la dependencia de salud pero implica un registro cuyas consecuencias no son claras a mediano y largo plazo. Entre las ciudades que se manifestarán se encuentran Mexicali y Ensenada, en Baja California; Mérida, Yucatán; Atizapán, Estado de México, y Xalapa, Veracruz, y las que se sumen en estas horas a la demanda de que la autoridad reconozca sus límites ante el individuo y garantizar que quienes decidan solicitar autorización lo hagan bajo la protección de sus derechos humanos.
Aparte de la movilización política, y a pesar del desencanto más o menos generalizado con el tono de que una vez más “nos dieron atole con el dedo” entre ciertos sectores de la comunidad cannábica nacional, continúan realizándose encuentros, competencias, rodadas, charlas y seminarios con diferentes finalidades y con la cannabis como tema central, una señal de que la cultura cannábica tiene ya un público relativamente estable en varias ciudades del país. En muchas de estas actividades es notoria una inquietud porque el consumo de cannabis adquiera un estatus que permita comercializar productos destinados a diferentes tipos de consumidores, desde personas en busca de alimentos saludables hasta pacientes de diversas condiciones y, por supuesto y no menos importante, el consumo individual más allá del cultivo de autoconsumo.
La pelota, sin embargo, se encuentra del lado de un Congreso que, ya sin presión de la Corte, podría o no abordarlo en el próximo período de sesiones que inicia en septiembre.
Los medios como actores
En cuanto a los medios de comunicación, vemos en periódicos de corte financiero notas relacionadas con “la danza de los millones”, donde ya una organización empresarial, ya otra, señalan la urgencia de abrir el mercado dado el enorme potencial productivo de México dada su posición geográfica, que lo convierte estratégicamente en productor y, al mismo tiempo, clave para el comercio en todo el continente americano (https://bit.ly/2Vg7Bkc).
También es posible detectar la incipiente respuesta opositora al avance de la despenalización en México en notas como la recientemente aparecida en Excélsior, donde se recurre a lo que parecía extinguido: mentiras, tergiversaciones y mezcolanzas sobre los efectos y consecuencias del consumo de distintas sustancias. Y en la que se llega al grado de inventar que hay “96 defunciones” por sobredosis de mariguana, cuando desde la antigüedad ha sido imposible comprobar un solo deceso por esa causa. La nota también intenta hacer pensar que el aumento en el consumo se debe a la discusión sobre un nuevo estatus legal de la planta. (Por si quieres hacer corajes: https://bit.ly/3rQ2eEV).
Pese a los esfuerzos a favor y en contra de la despenalización, la tendencia a su aceptación parece irreversible, ya que la más reciente encuesta de Mitofsky señala que 56% de los mexicanos apoya la legalización de la mariguana, mientras que 37.9% está en contra (https://bit.ly/3x8ti34), una mayoría que podría incrementarse en los próximos meses, ya que se avecinan más movilizaciones, encuentros y actividades culturales cannábicas en todo el país.