El uso y experimentación con sustancias psicodélicas abre la puerta a un sin fin de posibilidades en cuanto a investigación científica se refiere. Hoy exploramos los hallazgos de una revisión del Imperial College de Londres, que busca llevar la discusión a otro plano: el de los sueños.

Los sueños continúan como uno de los más grandes misterios, desde donde se decida observarlos. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, alguna vez declaró que “la interpretación de los sueños es el camino real hacia el conocimiento de las actividades inconsciente de la mente”. El psicoanálisis abrió un nuevo paradigma para la psicología, sin embargo, es difícil verificar de manera empírica (con evidencia) las aportaciones de esta rama.

De allí el interés por buscar estados donde fenómenos similares ocurren. A estos se les denominó “estados de ensueño” y el autor cita tres: estado soñador, estado psicótico y estado psicodélico.

El estado soñador se asocia con los momentos previos a un ataque de epilepsia, así como con un peculiar estado de familiaridad referido comúnmente como deja-vu. Mientras, si bien se rescatan algunos síntomas de la psicosis aguda, no se propone que todos sean relevantes para la discusión.

Sin embargo, es el estado psicodélico el que muestra una perspectiva más profunda de las actividades inconscientes de la mente, declara el artículo. Esto, gracias a que ocurre en plena conciencia y por un largo periodo de tiempo. También se puntualiza la capacidad del sujeto para reconocer su estado como resultado del consumo de la sustancia.

Entre las características que comparten los cuatro estados se destacan; las alucinaciones visuales; la aparición de ondas theta y lentas; así como distorsiones en el ego y en la identidad propia. Esta última sensación es lo que los psiconautas ávidos describen como “salirse de sí mismos”, y que se le atribuye como una experiencia trascendental y de alto nivel espiritual.

Otro rasgo que resalta el artículo, es el surgimiento de “material del inconsciente hacia el plano consciente”. Puede que a esto se deban los múltiples avances que se han logrado en el tratamiento de condiciones como la depresión, el estrés post-traumático, y las tendencias suicidas. Recordemos que muchos de estos problemas comienzan con un recuerdo o trauma del pasado y ante el cual la mente tiene dificultades para procesar.

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Y es que entre sus conclusiones, el autor plantea la hipótesis de que todos los fenómenos relativos a dichos estados de conciencia son precedidos por la “disolución del ego”. A esto se le encuentra valor terapéutico, cuando se propone que “cuando el ego es amenazado con un recuerdo que no refuerza la cohesión del mismo ego, éste puede ser asimilado de manera más favorable”.

Así es como el fenómeno del estado psicodélico parece sortear los mecanismos de defensa del ego, para que las memorias vuelvan con tanto detalle como si se estuvieran experimentando.

Es interesante notar que las antiguas civilizaciones ya perfilaban la importancia de prestar atenció, tanto a los sueños, como a las alteraciones causadas por sustancias psicodélicas. Pues en muchos casos eran considerados "puentes" o forma de comunicarse entre el plano terrenal y el plano de sus deidades. 

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