Hace dos años salió a la luz la historia de Grace Elizalde, la primer mexicana que consiguió permiso para importar medicamentos con derivados de la marihuana para tratar su epilepsia. Hace un año que se aprobaron los cambios a la ley que hacen del acceso a algunos de estos medicamentos un derecho constitucional. Tiene cinco meses de retraso el reglamento que guiará el acceso a estos medicamentos, a cargo de la Comisión Federal para Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS). 

Hoy la situación de los pacientes y sus médicos continua incierta. Para aclararnos la cabeza, el doctor Gady Zabicki, de la Asociación Mexicana de Medicina Cannábica, nos concedió una entrevista. Aquí lo que platicamos:

Los doctores Gady Zabicky y Luis David Suárez, de la Asociación Mexicana de Medicina Cannábica

¿En que situación se encuentra en estos momentos la medicina cannábica?

Es una situación muy anómala. Está de la chingada. Hay muchas personas que tienen padecimientos muy serios, están sufriendo y no tienen acceso a sus medicamentos. Por otro lado, nosotros los médicos estamos bastante frustrados y ocasionalmente desesperados para acercar el tratamiento a la gente sin poder hacerlo.

Ya la autoridad ha incumplido en términos de tiempo en varias ocasiones. Esta ley ya ha sido discutida, ha sido votada, ha sido aprobada, ha sido publicada pero no tiene un reglamento. Es como si nos dieras computadoras pero no corriente eléctrica. De qué sirve.

Afortunadamente la actitud de las autoridades ha sido benévola, ya que no están tratando de perseguir a los médicos que ejercemos esta práctica. Porque honestamente a mí ya no me interesa lo que digan o no digan. Yo estoy tratando a los pacientes como veo que más les conviene. Y, hasta ahora, no ha habido una actitud agresiva por parte de la  COFEPRIS, ni la Procuraduría de Justicia.

Pero sí necesitamos claridad y una norma para hacer esto de manera seria, como con cualquier otro medicamento.

¿La apertura ha fomentado el ánimo por parte de los profesionales de la salud para adentrarse en esto?

Hasta hace unos años todo esto era una "marihuanada". Había pocas bases, pocos médicos interesados. Yo me interesé por el tema y la planta hace 25 años y la gente no comprendía por qué me metía yo en esto.

Pero en la medida en que la medicina mainstream (o convencional hegemónica) se ha percatado que los pacientes que son atendidos (por su propia cuenta) con medicina cannabinoidea, pues de pronto llegan a la consulta y están mejoradísimos.

Si llega el paciente número cien y le dice lo mismo al médico, a menos que estés tarado te cuestionas qué tanto tu verdad lo es, y qué tanto debes buscar por otros lados.

Quiero pensar que los médicos somos de naturaleza curiosa, y he visto que una parte importante de mis colegas están empezando a sentirse muy atraídos e interesados por esta idea.

Y esa misma presión proviene tanto de la sociedad, como de las familias, como del gremio médico. Este último es un cabildeo muy poderoso. A final de cuentas sí están generando cambios.

¿Qué cambios se han dado de un año para acá en este respecto?

Probablemente el más significativo de todos es el de la descriminalización. Si hace un año le hubiera prescrito a una persona algún compuesto de la planta hubiera ido preso. Además, yo por ser doctor, la ley contempla que mi pena es más grande. Entonces los médicos trabajabamos clandestinamente porque nuestra práctica y nuestra libertad estaba en riesgo. El día de hoy esto ya no sucede.

Si usamos productos cannábicos con menos de 1% de THC, lo estaríamos haciendo fuera de norma, pero ya no estamos cometiendo un delito. Es más una falta administrativa.

A las familias les importa muy poco si es legal o ilegal. Les gustaría que fuera legal porque les saldría más barato. Pero, sabemos que un padre o una madres es capaz de hacer lo que sea por su hijo.

¿Qué paso sigue en la discusión? Ahora que la medicina cannábica es más aceptada.

Yo veo tres ejes

El más importante, el más delicado, el que no sabemos cómo se va a resolver, es el cultivo. Cuando cada quien puede cultivar su planta, aprender a derivarla, obtener los productos que necesita, y consumirla, en ese momento se acaban muchos problemas. Probablemente surjan otros, pero muchos ahí acaban.

Segundo, el limitar los componentes cannábicos a compuestos que tienen menos de 1% de THC tiene sentido desde el punto de vista legislativo, pero no desde el punto de vista médico. Porque no hay ningún motivo para restringirte a esta dosis, que aparte es muy poco efectiva, y que muchos pacientes con dosis mayores pudieran tener un mejor efecto.

Por último, contemplar otras substancias. La cannabis ha sido la punta de lanza que ha abierto el camino para que el uso sea difundido y profesionalizado. Ahora, estamos en el umbral de que esto comience a suceder con derivados del opio, la amapola. Con algunas sustancias como el ácido, la psilocibina, o el MDMA.

Son substancias que indudablemente tienen efectos terapéuticos, pero que por cómo se ha descompuesto su imagen, se ha vuelto difícil utilizarlas en este contexto.

Reglamento de marihuana medicinal: sin autocultivo hasta el momento

¿Qué expectativas hay respecto a la publicación del reglamento?

A mi parecer, no va a salir hasta que cambiemos de gobierno. La semana pasada tuvimos oportunidad de revisar la normativa. Está bastante chafa. Pero soy de la idea de que es mejor que nada.

Lo que sí abre un rayo de esperanza es que el discurso que está manejando la ex-ministra Sánchez Cordero y algunos de quienes rodean al presidente electo, parece tener apertura y ganas de hacer cambio.

No creo que valga la pena moverle demasiado hasta que entre en funciones la nueva administración.

¿Qué expectativas hay frente a la entrada del nuevo gobierno?

No lo sé. Porque estos tiempos no se están dando por cuestiones científicas o epistemológicas. Obedecen 100% a tiempos políticos y a intereses económicos. Hay mucha presión por parte de la industria farmacéutica, tabacalera, alcoholera, las asociaciones médicas, etc.

A mí me gusta el modelo del autocultivo con un número limitado de plantas por cada ciudadano adulto responsable, sin capacidad para vender a menos que haya un permiso específico. Y con acceso para que, tanto los productores, como los usuarios sepan lo que están consumiendo.

 

Foto de portada: Bloomberg.