La microdosis es una práctica que ha ganado popularidad en los últimos años. En pocas palabras, se trata de consumir una décima parte de la dosis común de una sustancia psicodélica. Esto, para mejorar el rendimiento, concentración y motivación de una persona en su día a día, sin percibir ninguno de los efectos característicos del viaje.

Imagen: Corpina

Sin embargo, poca o nada de distinción se hace al momento de hablar de las sustancias disponibles y qué diferencias presenta escoger entre una u otra.

En este caso, las sustancias más comunes son el LSD y la Psilocibina (hongos). Para muchos, la primer gran diferencia es que, mientras la psilocibina se trata de algo “natural”, el LSD es un compuesto sintético, lo que podría interferir con las creencias personales y alterar la experiencia.

Por otro lado, están los efectos en sí. Los hongos promueven una introspección profunda y meditación, llevando al usuario a la inmersión de su alrededor. En cambio, el LSD se caracteriza por ser más vigorizante y “flexible”.

El sitio especializado en microdosis, The Third Wave, recomienda al LSD para quien tiene pensado pasar el día en su trabajo, socializando e interactuando con colegas, o en lugares conglomerados; y la psilocibina para estar al aire libre o en lugares abiertos, en un ambiente de meditación e introspección.

También cabe señalar que la mayoría de esta evidencia proviene de reportes anecdóticos, por lo que a final de cuentas el resultado podría variar de persona en persona.

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