En cuanto a los aspectos científicos, la planta de marihuana es un tema fascinante. Cada día se descubre nuevo conocimiento sobre sus aplicaciones médicas. Por lo general, este conocimiento se celebra y difunde con entusiasmo entre los amantes de la planta amiga.

Pero una preocupación comienza a surgir: la pseudo-ciencia del cannabis. Esto es, mitos, falsedades, verdades a medias o interpretaciones incorrectas que podrían tener consecuencias severas. Te explicamos.

Foto grownrogue.com

Cannabis y ciencia: relación complicada

Durante décadas, la sociedad contemporánea estuvo alejada del conocimiento sobre los verdaderos efectos del cannabis en el organismo. Esto generó toda una serie de mitos, estigmas y prejuicios hacia esta sustancia, pero en especial hacia sus consumidores.

Películas como Reefer Madness o Marihuana llevaron el comportamiento de los pachecos a tales extremos que generó pánico entre la clase conservadora.

Y cuando la comunidad científica intentó demostrar con evidencia que muchas de estas ideas eran falsas, simplemente fue ignorada.

Por ejemplo, en los años 70 el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, encargó a la Comisión Nacional de Marihuana y Abuso de Drogas investigar sobre los riesgos del consumo de cannabis. Sin embargo, en su reporte los miembros de la Comisión señalaron que el uso de la planta no implicaba riesgos severos a la salud, e incluso recomendaba su descriminalización en el territorio estadounidense. Sin embargo, fue ignorada por las autoridades y se redoblaron los esfuerzos de la “guerra contra las drogas”.

Por otro lado, la marihuana está clasificada en la categoría I de sustancias prohibidas, esto significa que “no tiene aplicaciones médicas y conlleva un alto potencial de abuso”. También implica que para los científicos es difícil acceder a esta sustancia para hacer la investigación necesaria.

La salida del oscurantismo

En los últimos años la invesigación en torno a los usos medicinales del cannabis se ha incrementado de una forma impresionante. Ante ello, los activistas se han dedicado a difundir la información disponible sobre los beneficios de la planta. El surgimiento de tecnologías como el internet, los teléfonos inteligentes y las redes sociales han jugado su parte también. Sin embargo, esta nueva forma de compartir la información conlleva algunos problemas.

“La posibilidad de comunicar información rápidamente a través de internet o redes sociales contribuye a la rápida divulgación de bulos que carecen de la mínima validez científica” escribe Guillermo Velasco en el sitio de la Fundación Canna. Velasco es Profesor titular del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular I, Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Junta directiva del Observatorio Español de Cannabis Medicinal.

En el mismo texto titulado “Ciencia y Pseudociencia en el mundo del cannabis medicinal”, explica que “es bastante fácil crear una idea, dotarla de una cierta dosis de credibilidad pseudocientífica y divulgarla a través de las redes sociales como si fuese una verdad irrefutable que estaba ahí pero que nos han querido ocultar”.

Ahí mismo explica el rigor al que debe ser sometida la evidencia en la que se basan las conclusiones de la comunidad científica. Esto para “asegurar que una afirmación científica esté sustentada por evidencias derivadas de estudios que han sido revisados, avalados y ratificados por otros científicos especialistas en el campo de que se trate y que, por tanto, pueden ser asumidas con un alto grado de fiabilidad”. El problema es que este es un proceso que toma tiempo, y muchas veces tanto los medios de comunicación como la población en general replican y reproducen afirmaciones que aún no han sido comprobadas.

El peligro

Los entusiastas del cannabis tienen un problema de ciencia, o más bien uno de anti-ciencia. No es que no crean en la ciencia, sino que escuchan únicamente a la ciencia que ellos aceptan.-Potnetwork

Basar las decisiones en información errónea es muy peligroso. Como explica Velasco “uno de los ejemplos más escalofriantes es el de los colectivos antivacunas, que esgrimiendo argumentos pseudocientíficos falsos o distorsionados, han conseguido que muchas familias con niños pequeños dejen de seguir los programas de vacunación”.

Y por más desagradable que pueda parecer la comparación, el profesor remarca que  “este tipo de creencias pseudocientíficas también son frecuentes en el campo del cannabis medicinal. Se suele ir mucho más allá a la hora de dar por completamente demostradas hipótesis que carecen de una mínima demostración científica o de exagerar excesivamente las propiedades terapéuticas de los cannabinoides”.

Entre otras consecuencias, eso puede orillar a los pacientes a abandonar tratamientos o medicinas que podrían ser benéficas para su salud. Todo, por el inadecuado manejo de la información.

Recientemente el sitio especializado en marihuana potnetwork.com analizó el caso particular del cannabis como sustituto de los opiáceos. Esto después de que el activista y empresario Steve DeAngelo compartiera en un tuit una publicación que celebraba al cannabis como sustituto a otros medicamentos. Ahí se citaba el artículo llamado "El cannabis puede disminuir el uso de medicinas de prescripción, incluyendo los opiáceos".

El sitio hace ciertos comentarios al respecto. Por ejemplo, que el estudio se haya basado en el auto-reporte, así como que carecía de la confianza y validez comunes de investigaciones similares. De igual manera en un reciente artículo, los doctores Richard Saitz y Keith Humphreys cuestionaron si era válido para los médicos recomendar a sus pacientes tomar cannabis en lugar de opiáceos.  

“La sugerencia de que un paciente debería auto-sustituir un medicamento (por ejemplo, cannabis) que no ha sido sujeto a una sola investigación clínica para tratar la adicción a los opiáceos es irresponsable y debe ser reconsiderada”.

Por otro lado, un reporte publicado por la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina señaló que no hay suficientes datos duros para respaldar la mayoría de las afirmaciones que se hacen actualmente. En parte, por la dificultad que implica la clasificación actual del cannabis para los investigadores.

Entonces, resulta alarmante pensar en cuántas personas están tomando desiciones vitales para su salud basándose en información carente del sustento necesario. Al final del día cada quien decide como cuidar su vida, pero lo ideal es hacerlo con conocimiento certero y confiable.