Según Simon G. Powell:

La biósfera terrestre (Gaia) se comunica

con los humanos a través de los hongos

 

Karina Malpica - @mindsurfing

Poco después de graduarse como psicólogo en 1986, un joven británico encontró creciendo silvestres muchos Psilocybe semilanceata en Richmond Park, en Londres. Comer un kiwi bajo sus efectos le llevó a darse cuenta de que:

La biosfera misma, la Nave estelar Tierra, ya es el Edén y realmente contiene todo lo que necesitamos para construir una cultura saludable, sostenible e igualitaria. Sólo necesitamos darnos cuenta de esto, dejar de buscar la salvación en los cielos y cambiar nuestra forma de vida aquí y ahora. (…) Me parecía claro que esta fruta era parte del ser de Gaia y estaba en mi mano. Me sentía como si hubiera sido un torpe primate toda mi vida, sin ningún sentido de realidad de la biósfera viviente. (…) Luego de morderla, la fruta reveló un interior verde luminiscente, adornado con literalmente cientos de semillas. Me maravillé ante tan imponente artesanía evolutiva. Consideré esto con cuidado. Esta jugosa configuración de materia, más exquisita y más blandamente hermosa que cualquier cosa manufacturada, se estaba transubstanciando en mi cuerpo a través del natural acto del consumo. (…) Si cada uno de nosotros pudiera sentir y experimentar el potencial de la Nave estelar Tierra, que viene cargada con más de lo que nuestros sueños pudieran imaginar, entonces el paraíso haría zoom para que veamos el horizonte del futuro como un sol naciente. Me sentí como un niño que estaba recibiendo instrucciones de un ser sabio y ancestral. (…) probablemente era una representación de Gaia. En estos días prefiero simplemente hablar de la biósfera y sus propiedades naturalmente inteligentes. (* págs. 23-27)

Powell propone clara y convincentemente que los hongos psicoactivos constituyen una herramienta para la exploración de la realidad, una herramienta tan importante para la investigación científica como el telescopio o el microscopio. En su opinión, la psilocibina es una clase distinta de “lente” capaz de hacernos apreciar -y en ocasiones incluso dialogar- con la inteligencia inherente a la Tierra. Su conclusión es que los hongos:

Permiten que escuchemos a la naturaleza (en todas sus formas), como si fuera una poderosa maestra, una noción comúnmente sostenida por los pueblos nativos. Aunque esa creencia pudiera parecer tonta, he llegado a sospechar que contiene una profunda sabiduría y percepción sobre lo que permea nuestra moderna teoría de Gaia, y más aún, los hongos psilocibos pueden ser usados para ayudarnos a recuperar esta sabiduría. (…) De hecho, los hongos apuntan hacia alguna clase de futuro paradisiaco en el que nos hemos dado cuenta del honor que es estar en este planeta, un paraíso en el que vivimos bajo la conciencia de que lo es. (*págs. 57-58)

¿Y quiénes habitan el paraíso si no son los Dioses? Otra reiteración en la descripción de los efectos de los psicoactivos de tipo visionario, incluye la sensación de que uno mismo es un dios. Esto es, de que no hay nadie a quien pedir ayuda, ni dioses, ni extraterrestres, ni nada que no seamos nosotros mismos. Y que somos nosotros quienes podemos restaurar el paraíso en la tierra si trabajamos unidos para lograrlo:

La conclusión razonable aquí es que si queremos que la vida en nuestras ciudades continúe en el futuro, no tendremos otra opción que volvernos más orgánicos y mejor sintonizados con el contexto biosférico mayor en el que éstas se sitúan. (*pág. 65)

Más información en: mind-surf.net/drogas/hongos.htm

* Simon G. Powell: Magic Mushroom Explorer: Psilocybin and the Awakening Earth, Park Street Press, USA, 2015.