En muy distintas partes del mundo, y en todo el Continente Americano, la reforma de la planta de la cannabis se ha convertido en un fenómeno social cada vez más extendido e importante. Desde hace una década y media al menos, el activismo en toda Latinoamérica ha realizado marchas y demostraciones públicas cada vez mayores, y en más lugares, para visualizar los derechos de los usuarios de mariguana, tanto como para advertir del potencial de desarrollo que para la región tendría una industria legal de la planta.

Para ello, y ante sociedades aún altamente prejuiciadas o desinformadas, la rebelión de la cannabis se ha amparado en los derechos humanos y en especial en el derecho universal a la salud; así como en el reconocimiento jurídico de la autonomía personal y el libre derecho a la personalidad.

Pese al terreno ganado, sin embargo, lo cierto es que muchísimos prejuicios prevalecen, y la brutalidad de algunas autoridades ante las distintas expresiones del cannabis siguen siendo una realidad para muchos de los activistas en el continente. Nuestras autoridades siguen discriminando a los usuarios sin distinción, y las políticas ignorantes y represivas siguen siendo moneda común y corriente contra el movimiento. El caso de la marcha por la regulación de la mariguana en Perú, este 2017, fue no solo un ejemplo de ello, sino el retrato mismo del abuso de poder indiscriminado, así se tratara de niños y personas enfermas.

El sábado 6 de mayo, día mundial por la legalización de la mariguana, miles de personas nos alistábamos para marchar, coordinadamente, como cada año, en Argentina, Chile, Uruguay, Colombia, Brasil, México, Ecuador.

Perú no era la excepción. El primer contingente se aglutinó esta vez con los miembros de Perú Cultiva, organización de activistas y pacientes que desde hace algunos años ya ha hecho visible la realidad de las personas que necesitan terapéuticamente de la planta, pero que carecen de opciones para obtenerla de forma segura y legal. Perú Cultiva ha sido, en este sentido, un punto de intersección entre los cultivadores y activistas de ese país, con los pacientes que necesitan la planta.

Conocidos de las autoridades, Perú Cultiva ha sido asediada de distintas formas, incluyendo allanamientos a los cultivos medicinales que tan necesarios son para todos los pacientes que recurren a ella. En esta ocasión, sin embargo, la agresión artera contra gente enferma e indefensa, familias pacíficas que solo piden alivio, demuestra que el prejuicio contra la planta y contra sus usuarios se encuentra más motivado por el odio y la ignorancia, que como un tema de salud y derechos cuyo debate en cualquier democracia es ya inaplazable.

Durante esta cobarde agresión, el compañero Luis Gavancho (en la foto) fue aprehendido por las fuerzas del orden, mientras llamaba al público asistente a la temperancia, y a no responder a las provocaciones y agresiones de la policía. Como resultado de ello, Luis debe enfrentar un proceso judicial injusto y violatorio por completo de sus derechos.

La reforma del cannabis en América Latina no puede dejar solo a Luis. Desde México, estaremos atentos al proceso que siga su caso, y llamamos a todo el movimiento en México a pronunciarse, de un modo u otro, contra esta injusticia que ahora sucedió en Perú, pero que sabemos nos puede pasar a cualquiera de nosotros, en nuestra propia tierra. Defender a Luis es defendernos a nosotros mismos.

 

Imágenes: Redes de Luis Gavancho