En días pasados, la activista y directora de la fundación Daya, Ana María Gazmuri, dedicó en su página web unas líneas, donde analiza y comparte información, de manera especial hacia el doctor en economía y profesor de la universidad de Chile, Eduardo Engel, que en su columna, titulada “Consumo de marihuana: experiencia vs. evidencia” presentó argumentos a los que les dio respuesta.

“Reconociendo el derecho del Sr. Eduardo Engel, Presidente de Espacio Público, a manifestar su opinión sobre Políticas de Drogas, me siento obligada a arrojar luz sobre los puntos que toca de manera confusa y poco rigurosa.

Reconozco que cuando se trata de temas relacionados a la probidad, transparencia y políticas de anticorrupción, Eduardo Engel es una voz al que hay que escuchar para conocer una mirada que, muchas veces, disiente de las voces oficiales, lo que permite, a quien no está informado, tener una perspectiva más amplia de este tema. Eché de menos que, para escribir su columna sobre “Marihuana”, él no hiciera lo mismo con quienes trabajamos hace años en política de drogas, en general, y en el ámbito del cannabis, en particular, e incurriera en el error de aceptar, a ojos cerrados, una visión sesgada, que adolece una grave falta de rigor científico. Cuesta responder a sus dichos, que recuerdan a discusiones pretéritas, pero es necesario despejar los errores e imprecisiones que contienen"  enfatizó la activista.

Eduardo Engel en su columna externa:

“La cannabis que se consume hoy en día es siete veces más potente que la que consumimos cuando fui estudiante universitario a fines de los 70. Bastante menos inocua de lo que creía. Tal vez por eso es tres veces más probable que un consumidor de marihuana termine con problemas serios de adicción que uno de alcohol.”

Ana María comenta:

“El primer punto que toca es la alta concentración que tienen las plantas de cannabis hoy, respecto de lo que consumía en sus años de universidad en los años 70.  Tal como ocurrió en la época de la ley seca en Estados Unidos, la prohibición empujó a los productores clandestinos a producir solo destilados para lograr el efecto embriagador con el menor volumen posible de las bebidas. Demás está decir que la calidad de las mismas, provocaron consecuencias devastadoras en la salud de la población, ya que su producción y distribución estaban en manos del inescrupuloso mercado negro, sin regulación alguna.

Algo parecido pasa con el cannabis. Si bien estamos hablando de una planta y no de un proceso de destilación, se realizaron cruzas que generaron que cada planta tuviera mayor concentración de THC, permitiendo consumir menos y obtener el efecto buscado por los usuarios. Cabe destacar que, para fines medicinales, esas concentraciones logradas son una ventaja para la producción de fitofármacos en base a cannabis para ciertas patologías que así lo requieren. Respecto al consumo personal, también se ha transformado la manera de hacerlo, es decir, mientras en la década de los 70, una persona se fumaba un cigarrillo entero, hoy solamente son un par de caladas, al igual que hoy nadie consume whisky llenando un vaso de cerveza. La educación pasa por conocer los límites y los potenciales daños al momento de consumir cualquier sustancia. La sustancia en sí no es, necesariamente, el problema”

Otro tema a destacar es la situación de la planta en Chile, a lo que el doctor en economía cita:

“Las políticas que discute el Congreso para facilitar el consumo de marihuana ilustran el peligro de legislar en base a experiencias propias más que la evidencia disponible. Nunca es buena idea legislar partiendo de lo que uno quisiera para sí mismo y su entorno, menos aún en un país tan segregado como Chile. El mensaje que se entrega legislando para facilitar el consumo va en la dirección opuesta a lo que quieren los sectores más vulnerables y los ciudadanos de a pie.”

La activista refuta:

“Vuelve a incurrir en la misma práctica cuando se refiere a los parlamentarios que al “facilitar el consumo de marihuana ilustran el peligro de legislar en base a experiencias propias más que la evidencia disponible”. Evidencia hay y mucha, y resulta ir en la dirección contraria: una regulación responsable es la manera correcta de velar por la salud pública, bien jurídico a proteger por las políticas de drogas. En este tema, así como en otros vinculados al ámbito de los derechos, como el matrimonio igualitario y el aborto, no es necesario estar personalmente implicado para tener una postura, no se trata aquí de experiencias propias necesariamente, sino, justamente, de utilizar la evidencia disponible.

Respecto a lo que quieren “los más vulnerables y los ciudadanos de a pie”, se ve reflejado en encuestas donde más del 50% de la ciudadanía considera que regular el cannabis para todo uso es lo deseado y el 86% apoya el uso del cannabis medicinal.”

El escrito termina con una invitación para el profesor Engel:

“Son muchos los puntos que ha tocado el Sr. Engel, pese a lo corto de su publicación. Solo deja para el lector una lista de afirmaciones y juicios con poco sustento y sin fuentes que permitan investigar su contenido.

Por nuestra parte, dejamos  cordialmente invitado a Eduardo Engel a acercarse a Fundación Daya, para que conozca la realidad de los miles de chilenos que hoy, ejerciendo su derecho al autocultivo con responsabilidad y orgullo, han logrado aliviar su sufrimiento y mejorar sustancialmente su calidad de vida”

Con Información de: Fundación Daya y La Tercera

Para ver la columna de Eduardo Engel

http://www.latercera.com/voces/consumo-marihuana-experiencia-vs-evidencia/

Para ver el escrito de Ana María Gazmuri

http://www.fundaciondaya.org/ana-maria-gazmuri-responde-a-columna-de-eduardo-engel-consumo-de-marihuana-experiencia-vs-evidencia/