Por Emma Rodríguez y Sharon Osornio

Soy periodista, me dedico al periodismo gráfico y a la investigación. Desde hace nueve años soy editora y redactora en la revista THC en Argentina, que es una revista específicamente sobre cannabis, pero también sobre sustancias psicoactivas, y que fue la primera revista en Argentina que tuvo como trabajo estos temas.

¿Cómo fue tu acercamiento con las sustancias psicoactivas?

Creo que como casi la mayoría de la gente, primero conocí el alcohol cuando era adolescente, pero tenía un gran amigo en la secundaria y un día me contó que él fumaba marihuana habitualmente, que me gustaría, que estaba buenísimo. Para mi cumpleaños me trajo un porro de regalo, ese día había tomado alcohol, pero también fumé marihuana con una amiga, en ese momento tenía un grupo de amigas medio conservadoras, entonces fumamos las dos a escondidas y así pasó la noche. Al día siguiente, como tomé alcohol, no te puedo decir que efectos me hizo la marihuana exactamente, lo único que recuerdo fue que el tiempo se pasaba muy lento y estaba muy contenta, eso claramente fue la marihuana. Ese fue mi acercamiento, muy inocente. Después con ese mismo amigo siempre fumé.

¿Cómo fue que te decidiste a ser periodista psicoactiva en THC?

Fue una circunstancia muy linda, no sé si lo decidí o fue algo que llegó, de una forma bastante extraña. Yo estaba estudiando en la facultad de sociales, tenía un conocido que estudiaba ciencias políticas y nos cruzábamos mucho en el bar de la facultad, me cuenta que con unos amigos querían hacer una revista de cultura cannábica, yo al principio le dije: “¿en serio, una revista de porros?”, y me dijo “sí”; yo ya tenía experiencia porque había hecho una revista con otra gente, en esta revista la verdad no trataba ese tema, pero teníamos una sección de juventud y consumo de sustancias atípicas. En ese momento había muy poca cultura psicoactiva.

Y bueno, cuando me cuentan lo de la revista de la cultura cannábica, dije “me encanta la idea”, me parecía revolucionaria. La primera sensación que tuve fue que la revista no se iba a poder sostener temáticamente, ¿cuántos podemos realmente hablar del tema?, como que era algo más de un hábito. Pero ahora pienso que es la mejor idea que se les pudo ocurrir.

¿Cómo lo tomó tu familia y tus amigas conservadoras?

Las amigas conservadoras medio que las deje de ver, porque en la facultad tenía nuevos amigos y a todos les parecía bien el proyecto editorial. Mis padres como que nunca se pronunciaron al respecto, con el tiempo la revista fue creciendo y entendieron que trabajamos seriamente y fue algo importante, después una de mis notas salias premiada en un concurso que hace Intercambios A. C., y ahí ellos hicieron cierto clic de decir esto es importante. No están de acuerdo, pero respetan mucho, son de otra generación y cuesta mucho no solo con esto, sino con otros temas también

¿Cuál es tu psicoactivo favorito?

El MDMA. Estoy leyendo un libro con el que no estoy de acuerdo, se llama “Historias de éxtasis”, es de un francés. Tiene primero una introducción que dice que el MDMA es una sustancia muy mala, que nunca la volvería a consumir, haciendo mucho hincapié en la mentira, que es una droga que te miente porque te da una falsa felicidad. Yo recuerdo mi primera experiencia con MDMA y también tuve esa sensación, después con el tiempo la consumí en varias ocasiones fuera del entorno que se acostumbra, o sea, no en una fiesta, no con gente. He realizado sesiones conmigo, en soledad, en mi casa y, al contrario, yo siento que es una droga que no me miente. En este terreno la dosis es importantísima, para todos no es la misma, hay que buscarla. Para mí es una sustancia que ha sido curativa.

Lo cierto es que nosotros no somos pasivos ante la sustancia, me parece que ahí está la clave. Si vos te entregas pasivamente a la sustancia, posiblemente vos entres como en ese éxtasis de locura, si en realidad le das una vuelta más de cabeza creo que puede ser muy sanadora, al menos así fue para mí.